El pasado fin de semana, dediqué un par de horas a ordenar papeles viejos. Y como casi siempre ocurre cuando se rebusca en el pasado, redescubrí recortes amarillentos y copias raídas de diarios publicados hace varias décadas. Testimonios escritos que, pese a su antiguedad, encierran, muchas veces, una gran actualidad.
Me llamaron particularmente la atención, los recortes que conservo en una carpeta de color azul, bajo la rúbrica: «Ofensiva antinacionalista». No recuerdo con exactitud la fecha en la que los archivé. Pero sospecho que lo hice desde la convicción de que, antes o después, acabaríamos viviendo en Euskadi una situación político-mediática como la que estos días nos aflige.



En el viaje que recientemente he cursado a Israel, he tenido ocasión de visitar el Museo del Holocausto de Jerusalem. Es un espacio sobrecogedor que registra tan gráfica como exhaustivamente lo que fue aquella pesadilla que tan dramáticamente dejó tocada la historia de la humanidad.

Como adelantaba el lunes (ver el post titulado
Bueno. Hoy se ha despejado la incógnita que ayer planteé sobre los apoyos parlamentarios con los que el PSOE lograría aprobar el próximo jueves el cuadro macroeconómico sobre el que el Gobierno elaborará el proyecto de Presupuestos Generales del Estado para el año que viene. Finalmente, será la abstención de CiU la que permita a los socialistas salvar el trámite del techo de gasto y encarar francamente la elaboración del proyecto de cuentas públicas para el año que viene.
En el vuelo que esta tarde me ha traido a Madrid -la semana es festiva en muchos pueblos de Euskadi, pero la rigurosa y rígida agenda de las Cortes Generales nos obliga a desplazarnos a la Villa y Corte, que vive de espaldas a la celebración del día de San Juan Bautista- he tenido ocasión de ojear la prensa de la jornada.