En el viaje que recientemente he cursado a Israel, he tenido ocasión de visitar el Museo del Holocausto de Jerusalem. Es un espacio sobrecogedor que registra tan gráfica como exhaustivamente lo que fue aquella pesadilla que tan dramáticamente dejó tocada la historia de la humanidad.
En la sala dedicada a recordar el crecimiento electoral que el Partido Nazi experimentó en Alemania a lo largo de los años treinta, se expone, entre otros muchos objetos, un aparato receptor de radio. Se trata de una pieza de madera oscura diseñada con arreglo a los cánones estéticos de la época. El guía que conducía al grupo por entre los diferentes espacios del recinto, nos explicó que aquél aparato de radio era un regalo que el Partido de Hitler hacía a sus militantes en el momento de la afiliación.