Esta mañana he visitado Elorrio. Estaba invitado a hablar en un mitin junto con la alcaldesa del municipio y candidata por Bizkaia al Parlamento vasco, Ana Otadui; todo un honor para mí, porque Ana constituye sin duda un activo político de extraordinaria proyección. El día ha amanecido nublado y el pronóstico del tiempo era más bien sombrío. Cuando llegué a la Herriko Plaza, que era el lugar elegido por los organizadores para el desarrollo del acto electoral, caían unas gotas dispersas que no auguraban nada bueno. Como el cielo oscurecía por momentos, decidimos no demorar el inicio del mitin. En el espacio central de la plaza, los técnicos habían preparado un pequeño escenario con un fondo verde y un atril, de cuya parte frontal colgaba un cartel con el mensaje de campaña: Euskadi Aurrera.
En el momento en el que Ana tomó la palabra, se abrió un pequeño claro entre las grises nubes que poblaban el cielo. Los contados rayos de sol que lograron colarse por el angosto hueco, nos permitieron abrigar una tenue esperanza. Si teníamos un poco de suerte, la lluvia no iba a hacer acto de presencia hasta después de concluído el acto. Los más supersticiosos cruzaron los dedos. Pronto, sin embargo, se impuso la inexorable realidad. En Euskadi, ya se sabe, no es habitual que dejen de cumplirse los pronósticos climatológicos que anuncian aguas.
Como el mitin se celebraba al aire libre, todos -excepto los que cautamente se habían recogido en el pórtico de la iglesia- estábamos expuestos a las inclemencias del tiempo; sin carpas, cobertizos ni techumbres. Cuando la intervención de Ana se aproximaba al ecuador, la ventana celeste se cerró de nuevo y en cuestión de segundos rompió a llover. Primero de una manera muy leve. Después, con una intensidad creciente. Afortunadamente, un joven militante subió a la tribuna para proteger con su paraguas a la oradora, lo que permitió a la alcaldesa dar término a su alocución sin especiales contratiempos.