Los pasillos del Congreso son un auténtico hervidero. Diputados, periodistas, analistas, observadores y visitantes de toda laya especulan, intrigan y comparten o contrastan reflexiones prospectivas con los datos electorales en la mano. Los socialistas están tocados. No digo hundidos, sino tocados. Que no es lo mismo, aunque un buen golpe mal gestionado, pueda constituir la antesala del hundimiento. Y a los populares, por contra, se les ve exultantes. Entre los oficialistas, esta sensación se percibe más claramente, pero se hace notar, también, entre los críticos. Al fin y al cabo, Mayor Oreja es uno de ellos.
Los socialistas andaluces están inquietos. Los castellanomanchegos, angustiados. Los gallegos desesperanzados. Los madrileños, valencianos y murcianos, sencillamente desesperados. Y los catalanes, profundamente preocupados.