Siempre se aprende algo si se está en disposición de aprender. Y esta semana he vivido un pequeño episodio del que, sin duda alguna, acabaré extrayendo alguna enseñanza.
Ocurrió el martes. La editorial Foca me había invitado a participar en el acto de presentación de libro recién publicado por Iñaki Anasagasti -hablé de él en el post titulado «Un libro de lectura obligada» publicado el 18.06.09) que iba a tener lugar en la librería Blanquerna de Madrid. Pero esa tarde se celebraba una sesión plenaria en el Congreso. Y en los tiempos que corren las votaciones andan tan ajustadas, que nadie se puede permitir el lujo de ausentarse de la cámara sin un motivo muy justificado. «Si la sesión me lo permite, estaré en la presentación»- le prometí a la responsable de prensa de la editorial. «Pero tendrá que ser un paréntesis muy breve -añadí- por me temo que las votaciones tendrán lugar entre las ocho y media y las nueve».
Así quedamos.
En el Congreso, las cosas se pusieron un poco más complicadas de lo que cabía imaginar. En cuestión de horas, el PSOE pasaba de pactar con las izquierdas de la cámara la supresión de la cláusula Beckam -la que permite a los futbolistas con ingresos multimillonarios tributar en el IRPF con un tipo marginal del 24%, cuando los demás ciudadanos contribuimos con el doble- a acordar con CiU el mantenimiento de ese escandaloso privilegio. Absorbido por el intenso trasiego que imperaba en la cámara, no pude evitar retrasarme un poco.
Cuando llegué a la librería Blanquerna, el acto ya había comenzado. El representante de la editorial había concluido su intervención y, en ese momento, tomaba la palabra el propio Anasagasti. En la entrada, saludé a Elvira, que es la responsable de prensa de la casa editora. Una chica amable y cariñosa. Siguiendo sus indicaciones, sorteé cuidadosamente las cámaras que descansaban sobre sus trípodes en el pasillo central y ocupé el lugar que me habían asignado, en la mesa principal, a la siniestra del autor. El público seguía con atención las explicaciones de Iñaki. Afortundamente, mi tardía irrupción apenas había alterado el devenir del acto.
Pronto llegó mi turno. Comencé pidiendo disculpas por el retraso y por la posibilidad, muy superior a la de una mera hipótesis, de que tuviera que abandonar la sala antes de que el acto tocase a su fin porque, en el Congreso, a tan sólo 300 metros de allí, se estaban debatiendo los últimos puntos de una sesión que iba a concluir con una votación de la que no podía ausentarme. En cualquier momento podía sonar el teléfono móvil, anunciando el inmediato inicio de las votaciones. Si tal cosa ocurría, me vería obligado a abandonar la sala a toda velocidad, sin tiempo ni ocasión para despedirme del público, por lo que solicitaba la comprensión de la concurrencia.
Afortunadamente, ningún aviso telefónico interrumpió mi intervención. Pero al concluir, percibí que había de regresar al hemiciclo de inmediato. Me despedí precipitadamente de los responsables de la librería y de la editorial, e inicié el camino de vuelta hacia el Congreso.
En ese momento, una joven periodista reclamó mi atención. Quería hacerme algunas preguntas. Le respondí amablemente que el protagonista del acto no era yo, sino el autor del libro, Iñaki Anasagasti, y que lo mejor era que hablase con él.
– Pero yo quiero hablar con usted- repuso.
– Mire -insistí- en el acto de hoy, el clentro de atención es Anasagasti y no quisiera eclipsar la noticia de la jornada con declaraciones sobre asuntos ajenos al que nos ha convocado.
Y dicho esto, inicié el regreso a la cámara. Subí a grandes zancadas las escaleras del local -la sala de actos de la librería Blanquerna está situada en el sótano del establecimiento- y al cruzar la puerta de salida comprobé con estupor que la noble dama que ejercía el periodismo, me seguía a poca distancia, acompañada de un cámara que se esmeraba en captar con la máxima fidelidad todos los detalles de la escena.
Aquella era una experiencia inédita para mí. ¡Dios mío! ¡Una mujer joven y guapa estaba siguiendo mis pasos con energía y tenacidad!
Les ruego que me comprendan mi estupefacción. Nunca ha vía vivido una situación similar. En mis tiempos mozos éramos los chicos los que seguíamos a las chicas. Y aunque soy consciente de que las cosas han cambiado mucho desde entonces, siempre he pensado que, a mí, los modernos hábitos de cortejo y seducción, me habían pillado con el arroz pasado. ¡No podía ser verdad! Aquella mujer me seguía. Me seguía a mí. Increíble.
Cuando aboqué la calle del antiguo hotel Suecia, la moza se puso a mi altura -yo seguía avanzando a ritmo de marcha atlética- acercó el micrófono a mi cara y me preguntó -¡sorpréndanse!- por unas declaraciones anónimas que un periodista que no conozco de El País atribuye a dirigentes del PNV. Sin detenerme un instante ni reducir el vivace ritmo que había impreso a mi caminar -recuérdese que tenía que regresar al Pleno para participar en la votación- le respondí que los dirigentes del PNV tienen, todos, nombre y apellido y que no tengo nada que decir sobre presuntas declaraciones de dirigentes anónimos.
Es curiosa la depurada técnica a la que se acogen últimamente los tradicionales «amigos» del PNV para velar por su dignidad y «buen nombre». Se ha puesto de moda operar sobre denuncias y declaraciones de personas cuya identidad se oculta en las tinieblas o tras una capucha negra. Pero en este caso había algo que resultaba particularmente chocante. No es infrecuente que el diario El Mundo reproduzca informaciones previamente publicadas por El País, para denunciar su manipulación o su escandalosa adaptación a los intereses del Gobierno Zapatero. Su relación es bastante tormentosa. Pero como en este caso se trataba de zaherir al PNV, no tuvieron reparo alguno en dar por buenas unas declaraciones anónimas que nadie honestamente interesado en conocer la verdad hubiera dado por buenas. Pero supongo que a nadie extrañarán estas cosas a la altura de la película en la que nos encontramos. ¿O sí?
La joven insistió en su empeño con una perseverancia digna de mejor causa. Y yo, por mi parte, repetí la misma respuesta dos o tres veces. En esa ridícula tesitura -repitiendo pregunta y respuesta- avanzamos una distancia de aproximadamente 100 metros. La especialidad de los grandes velocistas: Jesse Owens, Carl Lewis, Usain Bolt… Estábamos en la cúspide.
Cuando cubrimos el primer hectómetro, mis sensaciones iniciales, cambiaron. Empecé a sentirme Mayte Zaldibar. O Belén Esteban, no sé. Algún famoso de la órbita rosa. La situación comenzaba a ser surrealista. La mujer me seguía a uña de caballo recabando una respuesta que, desde el primer momento, le había adelantado que no tenía intención de dar. Y tras ella venía un voluntarioso profesional de la imagen apuntando su cámara hacia mi humilde persona, a la búsqueda de un gesto, una palabra o una reacción que le permitiera pasar a la historia del periodismo gráfico.
Es entonces cuando la mujer del micrófono decidió cambiar de estrategia y de tema. Cansada, al parecer, de afrontar mi negativa a responder a sus interrogantes, me espetó una pregunta sobre Patxi López. Como lo oyen. Me había perseguido, jadeante, más de cien metros, para preguntarme por Patxi López. Súbitamente, me embargó la sensación de encontrarme en una película de los hermanos Marx. Era, sencillamente, absurdo.
En ese momento me planté. Le rogé que retirase el micrófono y me dejase regresar a un hemiciclo en el que mis compañeros de Grupo Parlamentario me esperaban para preparar las votaciones que estaban a punto de comenzar.
Así acabó el disparatado episodio que me tocó vivir aquella tarde de San Juan, cuando en cientos de puntos de la geografía vasca comenzaban a encenderse las hogueras que evocan el solsticio de verano.
Al día siguiente, la empresa para que trabaja la voluntariosa captadora de declaraciones, me dedicó una pieza cargada de elogios y parabienes, en la que se me presentaba poco menos que como un hombre irascible, colérico y rabioso que pierde los papeles y maltrata injustamente a la prensa. Los periodistas del Congreso, que me conocen bien, se reían de una caracterización manipulada, que saben falsa. Pero no se fíen. Tengan cuidado conmigo. Al parecer, muerdo.
Ojo que así se empieza y se acaba en el salsa rosa jejeej
Prentsa larrosako teknikak erabiltzen dituzten kazetariak politika sailean idazten.
Tampoco te confundas y haber si van de madres. Tu fidelidad me persigue!!! Nunca se sabe.
En realidad, y tal como está la situación política, deberíamos tener cuidado con todos los que se dedican a, supuestamente, mirar por los intereses de todos.
Asi es, en mi dominio yo te controlo, si eres presa ya no eres mas mi enemigo. Caiman o vampiro.
Ene ba da Josu, ez ikusten,
Miralo del lado positivo, la joven te obligó a bombear un poco mas el sistema cardio vascular y eso viene bien, te ayuda a mantenerte en forma, je,je,je.
En fin querido Josu como te lo digo, por algo se les conoce por el cuarto poder.
En efecto los cuatro son: Ejecutivo, Legislativo, Judicial, Medios de Comunicación.
Lo malo es en que en los regímenes absolutistas Jacobinos como es el español, muy a menudo se entrelazan y «confunden» al menos dos de los cuatro, je,je,je.
besarda bat eta jarraitu gogor !
Haces bien, en denunciar ésta situación. Pero creo que ha todos nos gustaría saber de quién se trata. Vamos que no la dejes en el anonimato, que seguro que tiene e-mail o blog donde dedicarle unas perlas, para que sepa que por el hecho de estar contratada en un medio de comunicación no nos interesa nada la opinión que ella tenga sobre tí. Igual de ésta forma acaba dándose cuenta que la opinión que realmente importa es la nuestra.
Vaya, y a todo esto, por que no te preguntan a traves del Blog en lugar de cansarse de esa manera? (Aunque seria raro que no lo hubieran hecho ya…)
Habrá que preguntarles a los jóvenes Erkoreka, a ver si Aita, es tan fiero como lo pintan..!!!
Es tipico, txabalita nueva a la que el jefecillo le dice: «o me consigues un noticion que practicamente hunda al PNV o no te molestes en volver». Luego la pobre volveria llorando y el otro la diria: «Venga que no es para tanto, metete en unos cuantos foros a poner a parir al PNV y ponle en el articulo de lobo hombre vasco en madrid»
Me recuerda aquella frase de ese otro gran farsante con los medios de comunicacion a sus pies, al que los votantes quitaron la careta tan pronto: MacArthur, «Toma Buna o no vuelvas vivo, y eso vale tambien para tu jefe de estado mayor»
Menudo personaje, se dice que mando matar al comandante japones de las Filipinas por ser capaz impedir la toma de las islas hasta el final de la guerra, cosa que MacArthur no consiguio en el 42. No es que el nipon no se lo tuviese merecido por los crimenes que cometio, pero es que estaba inmerso en un monton de causas y un monton de gente necesitaba la informacion que el tenia, ya que en todo momento colaboro y no fue nada obstruccionista.
Es gracios lo de esas declaraciones anonimas, tan criticadas por algunos que ponian de vuelta y medio a Manjon, cuando no se reian de ella, la acusaban de vivir de la muerte del hijo o la negaban cualquier derecho a opinar.
que bueno! en fin es que no esta de moda ser del PNV y en españa pues menos aún, ya sabe, les quieren como dijo el ex alcalde PASTOR? ver como un grupo antisistema y marginal? si no son buenos y tienden la mano a pako!
Bueno Josu, pués no sé si muerdes o no , pero yo te considero que sí que tienes una oratoria mordaz e ironica (en el buen sentido) que además falta te hace para torear en esos ruedos.
Creo que la palabra mordaz deriva de morder , o sea que algo hay.
Ya me hubiera gustado leer u oir la entrevista si esta se hubiera producido , ha sido una lástima que fueras justo de tiempo.
Por otro lado piensa que esa periodista también tendrá la costumbre de comer caliente dos o tres veces al día y en los tiempos que corren , bueno ya me entiendes .
Saludos
Tengan cuidado con Erkoreka, que me han dicho que es un grosero, un maleducado y un «amigo de los pistoleros». ¿ Cómo se le ocurre no contestar a la pregunta de una joven y encantandora periodista y no decir el nombre de ese cargo del PNV? ¿ Qué se ha creído, este tio?
¡ No sé por que me molesto en venir a este blog!.
Yo creo que en esto que te ha sucedido hay algo de cortar las cabezas de las personas más significativas de EAJ-PNV. Intuyo campañas de acoso y derribo como las que le hicieron protagonizar al Lehendakari Ibarretxe. Afortunadamente, estás en todas las quinielas. El españolismo rampante lo sabe e irá a por tí, y a por algún otro también. Zaindu hadi, Josu!!
Estaba de broma. Espero que no te hayas ofendido.
Jeeeeesus, Erkoreka! Después de leer tu historia, creía que estabas haciendo la maratón por Madrid. ¡¡Oye nunca se sabe, que a lo mejor a la chica le habías alegrado el ojo!! Mira que ir, de duro por la vida y ya ves ya te han puesto fino!!
Ahora ya sabes lo que sienten los famosos, cuando les persiguen los paparazzi!!
Bueno y al final, llegaste a tiempo a las votaciones? porque con tanta carrera no me ha quedado claro!! Que vida más dura, la de un parlamentario, eso si, ahí demuestras Josu, que todavía estás en forma!!