En el debate parlamentario que tuvo lugar el pasado jueves en la cámara de Vitoria, los socialistas vascos dejaron patente que “probablemente” comparten más el criterio que se defiende en el voto particular del Auto de la Sala del 61 del Tribunal Supremo que rechaza la inscripción de Sortu en el Registro de Partidos Políticos, que el que se expresa en los fundamentos de la propia resolución. Sin embargo, en esa misma sesión, prefirieron no votar a favor de una iniciativa del PNV en la que se expresaba, precisamente, esa posición que ellos “probablemente” comparten más. Antes al contrario, optaron por votar con el PP para dejar las cosas de manera que -al menos por ahora- prevalezca el postulado que “probablemente” comparten menos. Puede parecer contradictorio, pero no lo es. Los socialistas vascos secundan las posiciones que “probablemente” comparten menos, por la sencilla razón de que, “probablemente”, es eso lo que les permite continuar al frente del Gobierno vasco, pese a contar con sólo 25 parlamentarios. O dicho de otro modo, defender abiertamente la posición que «probablemente» comparten más, supondría, «probablemente», su inmediato paso a la oposición.
Sin embargo, ni aun haciendo al PP este tipo de concesiones consiguen apaciguar la aguerrida furia de los populares, que no pierde ocasión para expresar públicamente la inmensa desconfianza -o el inmenso desapego- que les producen las políticas implementadas por los socialistas en la lucha contra ETA. Hace una semana, la presidenta del Parlamento vasco decía sin reparo alguno (El País, 03.04.11) que “el PP ha mostrado su voluntad de apoyar al Gobierno en la lucha antiterrorista, pero lo están poniendo difícil”; de lo que el medio en el que se publicó la conversación extraía el siguiente titular: “Zapatero pone difícil la voluntad de apoyarle en la lucha antiterrorista”. No sin cierta razón, la presidenta de las Juntas Generales de Gipuzkoa le reprocha una semana después (El País, 10.04.11) que: “estar diciendo permanentemente cuánto les cuesta apoyarnos es un poco injusto”. Pero la cosa, como se ve, no supera el umbral de las filigranas dialécticas. En Euskadi, socialistas y populares se cruzan reproches -incluso de tono subido, en algunos casos-, pero su desencuentro jamás pasa a mayores. Nunca rompen. Ni romperán, claro. Siguen unidos por el estrecho abrazo patriótico en el que se fundieron hace dos años. El Gobierno de López no corre peligro. España une mucho.