En el vuelo de regreso de Madrid, he leído, este mediodía, un artículo de opinión, de cuyo texto no he podido dejar de extractar los siguentes pasajes: «Es importante recordar que Patxi López es Lehendakari de prestado. No ganó las elecciones. Se presentó con un programa electoral […] basado en el desbordamiento del Estatuto de Guernica. Sus promesas duraron lo que tardó en recibir el generoso ofrecimiento de Basagoiti […] Parece que al Lehendakari López y a Eguiguren, presidente del PSE, se les olvida que están en el poder de prestado».
Cualquiera podría pensar que se trata de un texto escrito por un nacionalista vasco -del PNV, para más señas- que respira, resentido, por la herida del pacto patriótico por el que el PSOE y el PP le apearon del Gobierno de Vitoria. Aquel pacto cuyo puntual cumplimiento constituye un deber «sagrado», según recordaba hace unos días Esteban González Pons. Pues no. Se trata de una columna firmada por el periodista Román Cendoya y publicada en el diario La Gaceta del Grupo Intereconomía. Otro artículo del mismo medio, significativamente titulado «Síndrome de Ajuria Enea», critica con severidad las declaraciones hechas ayer por Patxi López cuando afirmó que ni EA ni Alternatiba «juegan a la estrategia de ETA». No es menos riguroso el editorial del ABC, que arremete con inusitada dureza contra el infalible presidente del Gobierno del Oasis, considerando inadmisible «que la primera autoridad del Estado en el País Vasco, el lendakari Patxi López salga sistemáticamente en defensa de todas las iniciativas que promueve ETA para estar presente en las elecciones del 22-M».