En el arranque de esta legislatura, hace ya cuatro meses, apunté la más que factible posibilidad de que la mayoría absoluta alcanzada por el PP en los últimos comicios, acabara convirtiendo el hemiciclo en un espacio plúmbeo preñado de discursos de gran densidad ideológica, más concebidos para dejar constancia en el diario de sesiones de que se han defendido determinadas causas sin ceder un ápice en la ortodoxia, que para convencer al oponente o procurar aproximarse a él desde la voluntad de cerrar acuerdos constructivos (Cfr. «¿Legislatura plúmbea?» , publicado en este blog el 8.02.12). Me temo que el paso del tiempo está confirmando mi impresión inicial. Semana tras semana nos encontramos ante sesiones plenarias en las que todo -desde el tenor de las intervenciones, hasta el resultado de la votación- es perfectablemente previsible. Pero en aquella entrada se me olvidó a puntar que, junto a la progresiva densificación doctrinal de unos discursos puramente declarativos, pensados para el diario de sesiones, iba a producirse, también, otro fenómeno típico de los parlamentos constituídos sobre la base de una mayoría absoluta: la proliferación de gestos simbólico-mediáticos, diseñados para suministrar alimento gráfico a las portadas de los periódicos: los diputados visten camisetas reivindicativas, exhiben pancartas, pegatinas o chapas, despliegan bandera o muestran objetos emblemáticos que guardan relación con las causas que defienden. Se trata de una práctica complementaria de la anterior. Con los discursos sobrecargados de ortodoxia ideológica se justifica la estrategia parlamentaria a largo plazo. Con los flashes simbólico-mediáticos se da respuesta a los requerimientos comunicativos del día a día.

El portavoz de ERC, Alfred Bosch, en el momento en el que protagoniza el gesto simbólico-mediático de exhibir la senyera estelada desde la tribuna del Congreso
Ambas técnicas son habituales entre los grupos parlamentarios que se mueven en la oposición. Pero en la sesión de ayer nos encontramos con un episodio chocante, porque el propósito meramente declarativo y simbólico-mediático vino de la mano de una iniciativa del Partido Popular. No del Gobierno, ni del Grupo Parlamentario popular, pero sí del Partido Popular, que es la formación política que en este momento tiene en su mano la responsabilidad de gobernar.
Hace ya seis años, en un partido de fútbol que enfrentó al Barça con el Osasuna en el Campo Nou, se desplegó una enorme pancarta que reivindicaba la unidad de los Països Catalans. El acontecimiento, ampliamente difundido por los medios de comunicación, irritó sobremanera al Gobierno de la Comunidad Autónoma de Valencia, cuya presidencia, recaía, a la sazón, en la persona de Francisco Camps. El conseller de Cultura, Educación y Deporte era, en aquél momento, Esteban González Pons, que expresó públicamente la protesta del Ejecutivo valenciano y anunció su intención de promover una reforma de Ley de Deporte del Estado con el fin de evitar que ese tipo de actos pudieran repetirse en el futuro. El Gobierno de Navarra no reaccionó. Sin embargo, no dejaba de encerrar un cierto sentido político, el hecho de que la reivindicación de los Països Catalans se hiciera, precisamente, en un encuentro del Barça con el Osasuna; el principal equipo de fútbol navarro, cuyo nombre, dicho sea de paso -Osasuna, en euskera, significa salud- está expresado en la lingua navarrorum, que no es otra que la lengua vasca. Proyectado hacia el escenario vasco, aquél canto a la unidad de los Països Catalans tenía su correlato en la unidad del país de los vascos o del país de la lengua vasca.
Con una rapidez inusitada, el PP de Valencia hace que el Parlamento de la Comunidad apruebe una Proposición de reforma de la Ley del Deporte, en la que se prohiben, entre otros, los actos de menosprecio a los símbolos españoles y autonómicos. La iniciativa sólo cuenta con el respaldo de los electos populares, que hacen valer su mayoría absoluta para sacar adelante la Proposición. La iniciativa llega al Congreso de los diputados el 28 de julio de 2006.
Pero hete aquí que, al año siguiente, las Cortes Generales aprueban una Ley que modifica sustancialmente los artículos a los que afecta la Proposición de reforma formulada por las Cortes valencianas. Se trata de la Ley 19/2007, de 11 de julio, contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte, que establece prohibiciones firmes y severas sanciones para los que trasladen este tipo de actitudes a los encuentros deportivos. Los diputados que debaten esta reforma, conocen perfectamente la iniciativa valenciana. Pero consideran que no tiene sentido incorporar a la nueva Ley las previsiones relacionadas con la ofensa a los símbolos, porque estas ya se encuentran tipificadas en el artículo 543 del Código Penal.
Pese a todo, la Comunidad valenciana no retiró su Proposición. La mantuvo en el registro del Congreso. Pero cuando le llegó el turno para ser debatida, el año 2009, las Cortes valencianas pidieron que se aplazase el debate, argüyendo que «por razones de agenda», no les había resultado posible «desginar a la delegación» encargada de defenderla ante el Pleno de la cámara baja.
Pero la casualidad ha querido que, en esta nueva legislatura, a la Proposición de la Comunidad de Valencia le llegase el turno de debate pocas semanas después de que tuviera lugar un encuentro de final de copa en el que los pitidos que un gran parte de la grada profirió en el momento en el que sonaba el Himno de España, dieron lugar a una sonora polémica que altos dirigentes del PP aprovecharon para ocultar trapos sucios. ¿Cómo desaprovechar la ocasión de plantear en el Congreso un debate con pronunciamientos declarativos y simbólico-mediáticos? Y es así como el PP decide incorporar al orden del día del Pleno una Proposición obsoleta y superada por una reforma legislativa que se llevó a cabo, con su apoyo, en 2007 y que llevaba seis largos años en stand by. Seguro que alguien vio una ocasión inmejorable para reproducir en el hemiciclo, con toda la solemnidad de los actos parlamentarios, las actitudes que Esperanza Aguirre mantuvo antes, durante y después de la última final de copa. Puro parlamentarismo declarativo y simbólico-mediático pero, sorprendentemente, en esta ocasion, promovido desde el mismo Gobierno.
Y el debate, en efecto, se convirtió en un alarde de discursos declarativos y gestos simbólico-mediáticos. Pero, en general, excepto el de Rosa Díez, fueron discurso y gestos contrarios a lo que el PP pretendía promover. El PP queria taza, pero la oposicion le pago con taza y media. Y el revuelo simbolico-mediatico que el partido del Gobierno queria promover, se le ha vuelto en contra.
Minuto arriba, minuto abajo, el abordaje de este punto del orden del dia ocupó a los diputados que participaron en el debate, durante dos largas horas de la tarde de ayer. Pero la sorpresa se produjo cuando, al término del debate, el representante de las Cortes valencianas pidió la palabra para argumentar que «viendo que técnicamente [la proposición de ley] afecta a unos artículos que hoy no están en vigor y que el grupo mayoritario ha acogido la propuesta […] quiero pedirle que no se someta a votación dicha reforma de proposición de ley sobre unos artículo ya derogados». Increíble pero cierto. Tras dos largas horas de debate, se pedía que no se sometiera la iniciativa a votación. Desde el hemiciclo se escucharon gritos de protesta, pero nada podia hacerse ya para impedir aquel sainete.
Finalmente, la Proposición se votó, claro. No era reglamentariamente posible hacer otra cosa. Pero hasta los diputados del PP emitieron un voto contrario a su toma en consideración. La iniciativa no reunió un sólo voto favorable.
No me digan que no se trata de un episodio chocante.
Estimado Josu: El otro dia le ví en 24 horas de tve y debo decirle que me pareció muy acertada su postura en relación al tema del prestamo al FROB. No obstante hay que esperar al «memorandum» y ver como se articulan las condiciones. En este punto es donde llegamos al Parlamento y a tenor de lo que Ud. cuenta en su blog de hoy, me temo que ese pliego de condiciones pasará por el rodillo del PP. Dá verguenza ver las sesiones de control al Gobierno. Los ministros son unas cotorras y aunque ya se refieren menos a la herencia, solo dicen vaguedades y frases topicas. Por mucho que la oposición se lo tome en serio, el ministro de turno no hace sino descalificar al interpelante, quitándole fundamento a la pregunta. Luego está esa especie de tufillo, flotando en el ambiente, de que pase lo que pase se hará lo que ellos digan. Ahora nos cuenta esto y es para decir apaga y vamonos. Y es que ni ellos mismos saben administrar su mayoria absoluta. ¡Que desastre!.
SALUDOS
Smoke on the wateeerrr….. and fire in the sky …
Riff ….. pa pa paaaaaaa. Pues eso!!
Mira que sois malos los nacionalistas entre vosotros ¡Menuda traición la que le hicisteis a los de ERC! Al final… ¿Qué? ¿Dormisteis tranquilos después de la faena que les hicisteis? Una cosa está clara: Con amigos así, ¿quién necesita enemigos…?
Los nacionalistas son una lacra para ellos mismos.
Para Furundarena:
A ver si dejas de calumniar de manera gratuita y desmedida en internet a la gente que no es nacionalista y que pasa olímpicamente de las banderas, patrias y demás zarandajas.
Te he leído en diferentes blogs y siempre estás con el mismo rollo: de que si Euskadi, el Franquismo, el Arzalluz y demás gilipolleces. A ver si te enteras, personajillo que eres: a la gente normal le importa una higa la Euskalherria, el Sabino Arana y la madre que lo parió.
Deja de dar la matraca con la selección de Euskadi; ya eres famoso en otros Blogs por tu insistencia y de ti dicen que siempre estás preguntando lo mismo.
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Lo primero que el Dr. Izagirre hizo en Saint-Sébastien fue retirar el cuadro del cazaelefantes.
Ahora el energúmeno Fernández Díaz denuncia al ayuntamiento por injurias ya que la bandera rojiguada sita en el tejado por imperativo legal está toda deshilachada y desoclorida, lo que no es ilegal según el ordenamiento jurídico.
En Bilbao por contra, según pude comprobar en mi reciente estadía botxera, su colega el Dr. Azkuna no solo tiene en perfecto estado la bandera rojigualda que ondes en el tejado del edificio de Ernesto Erkoreka Enparantza, sino que además mantiene óleos de Pilar Kareaga y de Areilza en su interior (y no en un cuarto de trastos como el rey español debe estar en los sótanos del ayuntamiento de Donostia, sino en los pasillos nobles de la casa de los bilbainos).
Voy a tomar nota de la diferencia entre estos dos doctores-alcaldes.
“Proyectado hacia el escenario vasco, aquél canto a la unidad de los Països Catalans tenía su correlato en la unidad del país de los vascos o del país de la lengua vasca.”
Cantos de sirena pseudo religiosos en el “país de la lengua vasca” donde mayoritariamente, y por que les da la gana, sus ciudadanos se empeñan en expresarse libremente en castellano o español -fíate Josu, en este blog parece que también pasa lo mismo- a pesar del inútil y costoso esfuerzo lingüístico manipulativo en el que estáis emperrados algunos.
Si, está resultando harto difícil esto de meter el neo batúa en la cabezota de estos pertinaces involuntarios aprendices a buenos vascos. A la mínima, en cuanto que se relajan un poco, ¡hala!, a escupir por sus bocas las palabrotas del la lengua imperialista cervantina… no hay manera con ellos.
En fin, por aquello de que “cada loco con su tema”, no viene mal recordar de vez en cuando ciertas cosillas en pro de la libertad del sufrido personal que sufraga con sus impuestos determinadas obsesiones identitarias (¿esquizofrénicas?) políticas: Y es que “sobre gustos no hay disputas“.
Saludos cordiales
Ni observatorio, ni astronómico, lo que eres es un lunático que todavía vive la nostalgia de la dictadura y de sus delirios imperiales españoles. Yo nunca he hablado de Arzalluz, so majadero, de lo que sí he hablado es del derecho de autodeterminación (que tú, en tu ceguera españolista, dices que no interesa a nadie, pero que en Euskadi interesa cada vez a más gente, no hay más que ver el resultado de las últimas elecciones, donde el PSOE y el PP, juntos, no llegaron al 40% de los votos) y del autorismo consustancial de los españolitos como tú, que no admitís más opinión que vuestro dogma sacrosanto de la unidad indisoluble de la nación española.
Daniel:
Euskal Herria no es una obsesión identitaria. Es una realidad lingüística y cultural que aparece reflejada por escrito desde el siglo XVI. Etimológicamente significa el pueblo o la tierra de la lengua vasca. Te guste o no te guste (ya veo que no te gusta) es así.
Hasta donde yo sé, los delirios lingüísticos que hemos de soportar con nuestros impuestos los contribuyents vascos son el Instituto Cervantes y la práctica culturicida que los gobiernos españoles han llevado a cabo desde que entraron los Borbones, a primeros del siglo XVIII hasta la muerte de Franco.
Ahora, para más inri, tenemso que soportar a un Lehendakari que no sabe mi lengua materna y no es capaz de entender lo que le pueda decir en uno de los dos idiomas oficiales del País Vasco. Ez dakit hay ulertzeko beste argia zaren, baina uste dut ezertz. Dena dela, argi dago, espainiartasun sutsuarekin zabiltzala eta horrek itsutu egiten zaituela, arrazoitzeko gaitasuna gutzituz. Aio
Ya tiene bemoles que en un post como este, que hace referencia a muchas cuestiones de interés político, alguien se fije en la anecdótica referencia que Erkoreka hace a Navarra para meter el destornillador en el ojo. Hace falta estar obsesionado con el nacionalismo vasco para forzar las cosas hasta ese extremo. En todo caso, debe quedar claro:
Artículo 3 de la Constitución española
1.- EL castellano es lalengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el DEBER DE CONOCERLA y el derecho a usarla
2.- Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas CCAA de acuerdo con sus Estatutos.
La única lengua que se IMPONE OBLIGATORIAMENTE a los ciudadanos es EL CASTELLANO, CON EL DEBER DE CONOCERLA.
Las demás lenguas no se puede imponer. No hay deber de conocerlas. Se puede ser hasta Lehendakari sin tener ni idea de ellas. ¿Alguien se imagina un presidente español que no sabe castellano? Pues eso es lo que ocurre en Euskadi. Diglosia pura y dura. Jerarquización de lenguas. Unas se imponen por la propia Constitución y las otras no se les pueden exigir ni al presidente del Gobierno.
Pero Daniel solo se acuerda de los pobrecillos ciudadanos a los que se les intenta «meter el neo batúa en la cabezota de estos pertinaces involuntarios aprendices a buenos vascos».
Es lo que hace la ceguera patriótica española.