La organización extraterritorial del PNV de Madrid, celebra, todos los años, su propio Alderdi Eguna. Una celebración en la que se dan cita militantes jeltzales que residen provisional o permanentemente en la Villa y Corte, estudiantes que cursan sus estudios en alguna de sus universidades y visitantes, habituales u ocasionales, a los que la jornada festiva les pilla de paso en la ciudad. La fiesta constituye una ocasión excelente para compartir experiencias y poner en común reflexiones relacionadas con la situación política de Euskadi y la vida del partido.
La costumbre dicta que ese día han de contar con la asistencia de uno o dos oradores invitados, a los que se encomienda la tarea de encauzar la reflexión política a través de una charla y el subsiguiente coloquio. Todo ello en un ambiente entrañable, acogedor y muy familiar. Este año, el acto ha tenido lugar en el restaurante Currito, de la casa de Campo. Un refugio fresco y agradable, en el tórrido entorno del Madrid pre-veraniego, donde los termómetros se situaban por encima de los 30º.
Hace unas semanas me invitaron a participar en la fiesta y, obviamente, acepté gustoso. Me cuesta declinar las peticiones que me son formuladas por unos militantes que, de modo casi heroico, viven su compromiso político con el nacionalismo vasco en el centro mismo de la capital del Estado. La entrega y el entusiasmo con los que Carlos García-Egotxeaga gestiona la presidencia de la organización constituyen, sin duda, un motivo añadido para no resistirse a su solicitud. Además, he tenido la suerte de compartir cartel con el Lehendakari Ardanza que es un pozo sin fondo de experiencias aleccionadoras, siempre rememoradas en un tono respetuoso que destila tolerancia y bonhomía.