Si el Lehendakari Aguirre levantara la cabeza y viese lo que está ocurriendo en Europa, comprobaría, con satisfacción, que se van cumpliendo buena parte de sus vaticinios que en su día formuló a propósito de la evolución que había de experimentar la estructuración política del continente. Y encontraría motivos para expresar, una vez más, y con el entusiasmo que en él era habitual, el encendido europeísmo que inspiró el grueso su trayectoria política.
Aguirre anticipó que el proceso de unificación europea, imprescindible en un mundo crecientemente globalizado e entrelazado, iba a forzar la transformación del vetusto modelo de Westfalia -formado por una pléyade de Estados independientes, soberanos y formalmente iguales entre sí- en un modelo radicalmente distinto, en el que la soberanía de los Estados iba a verse minimizada, como consecuencia de la presión ejercida sobre ellos por la globalización económica y los procesos de integración. La inevitable cesión de soberanía a Europa, en el marco de una unión política que por aquel entonces empezaba ya a adquirir una entidad no desdeñable, constituyó la base argumental desde la que Aguirre formuló sus augurios y expresó su fervoroso europeísmo.
Al término de la dictadura franquista, el PNV se basó, precisamente, en la conocida como doctrina Aguirre, para dibujar el planteamiento recogido en las ponencias que fueron aprobadas en la Asamblea de Iruña el año 1977:
«Los Estados europeos, anclados aún en sus estructuras de Estado-Nación, no disponen ya, sin embargo, de la capacidad de decisión soberana de la que hasta hace poco disfrutaron […] Se anuncian elecciones generales para un Parlamento europeo, porque el nuevo marco económico europeo exige ineludiblemente un nuevo marco político. Si Gran Bretaña, Francia o Alemania ya no pueden sostener su autoestatalidad en la plenitud de soberanía como hasta ahora, es lógico que el pueblo vasco no debe caer en la tentación de pretender darse a sí mismo una estructura estatal caduca y separada».
Hace unos meses escribí un post sobre esta cuestión, al hilo de lo cambios que la crisis económica está provocando en la estructura institucional y en los mecanismos de funcionamiento de la Unión Europea (¿Dónde estás, Soberanía?, publicado el 26.06.10). Hoy vuelvo sobre el tema, tomando como referencia la propuesta de reforma constitucional que el presidente del Gobierno planteó ayer en el Congreso de los Diputados, atendiendo a la «sugerencia» formulada días atrás por el tándem Merkel-Sarkozy, en sintonía con las exigencias que los mercados vienen exigiendo a las instituciones comunitarias.
Basta aproximarse a un manual de Derecho Constitucional para comprobar que, según defiende de manera casi unánime la doctrina iuspublicista, la suprema expresión de la soberanía es el poder constituyente; o, lo que es lo mismo, el poder de dotar a un determinado colectivo humano de la norma constitucional en la que definirán las reglas de juego que ordenarán la convivencia. La capacidad de tomar decisiones dentro de un marco constitucional previamente definido, podrá ser más o menos relevante y podrá revestir un perímetro mayor o menor. Pero en cualquier caso, se tratará de un poder acotado y perfectamente delimitado por el marco constitucional en cuyo seno va a ser desarrollado. Es el conocido como poder constituído. Sin embargo, el poder de definir el marco constitucional mismo, se sitúa en un estadio previo y, de alguna manera, superior, porque es mediante el ejercicio del poder constituyente como se define el alcance y contenido del poder constituido. Tal es la relevancia que adquiere el poder constituyente en la existencia y el devenir de una comunidad política que, en última instancia, podría decirse que el poder constituyente viene a confundirse con el poder soberano, en la medida en que no conoce instancia superior. Recuérdese a este respecto que la voz soberanía procede de la expresión latina super omnia, que alude a una autoridad que está por encima de todas las demás.
Pues bien, en las próximas semanas vamos a asistir a un espectáculo que subvierte esta arquitectura conceptual. En el Estado español -y otro tanto podrá decirse, probablemente, del resto de los países de la Eurozona- el poder constituyente, la más alta expresión del poder soberano, va a ser ejercido, siguiendo milimétricamente unas directrices que vienen marcadas desde el exterior. Ya no entro en si la fuente originaria de esas directrices se encuentra en los mercados, en la Unión Europea o en el binomio Merkel-Sarkozy. Me limito a reseñar que el pueblo español, teórico titular de la soberanía, hubiese promovido una reforma constitucional como la que se pretende llevar a cabo, si nadie se lo hubiese «sugerido» desde el exterior. Y que si sus representantes optan, finalmente, por impulsarla, es más, por la fuerza persuasiva de quienes se lo han dictado al oído en Bruselas, que porque hayan descubierto por sí mismos, los efectos benéficos que, al parecer, acompañan a la constitucionalización del techo de déficit.
Soy consciente de que en la retórica oficial, se procurará salvar la ortodoxia conceptual apelando a la libertad desde la que se adopta la decisión de emprender la reforma. «No hemos perdido soberanía alguna -nos repetirán una y otra vez los impulsores del cambio- porque la iniciativa es nuestra y la hemos adoptado libérrimamente, sin presión, coacción o intimidación alguna». Será el grito desesperado del que sabe que está a punto de perder la voz. Pero la realidad irá por otros derroteros. Y ninguno de los que conoce mínimamente lo que se está cociendo en Europa, donde las presiones se ejercen con artes sutiles y mañas delicadas, se creerá semejante patraña. Como en el caso del huelguista que abandona la sentada y se retira de la plaza por su propio pie, todos sabremos que -por mucho que insista en que lo hizo en el ejercicio consciente y responsable de su libertad soberana- fue la amable invitación de la policía lo que le decidió a ponerse en pie y emprender el camino hacia casa.
Muy interesante reflexión Josu. Más aun cuando la soberania parece que «solo» va a ser ejercida por dos partidos políticos y no va a llegar a plantearsele (por tanto explicarla como es debida) al pueblo… no tan soberano aparentemente.
Por otro lado, desconocía la Doctrina Agirre sobre la conveniencia de un estado vasco independiente. Te quedaría muy agradecido si nos das una mayor información sobre el tema.
Besarkada bat
Carlos
Quid pro quo diputado, poco habíamos oído hablar de las inquietudes políticas de la sociedad alemana hasta hace 2 años, ahora cualquier lector medianamente informado sabe que la sociedad alemana no acepta de buen grado el rescate a Grecia (aquí hubo voces discordantes también, no se nos olvide) como tampoco lo hace con la compra masiva de deuda por parte del BCE sin cuyo abrigo los especuladores se hubieran deleitado como poco. A cambio de ese respaldo España no le queda mas remedio que hacer la correspondiente genuflexion y que queréis que os diga, la necesidad puede ser un motor de cambio muy importante. Una sociedad acomodada poco caso hará de aquellas voces que alertan de los riesgos que suponen determinados comportamientos que no se nos deberían olvidar. Pero los políticos europeos no son seres distintos a los políticos de España, estos también sucumben ante la presión popular en aquello que no deberían, impedir la compra de deuda podría haber significado la caída del euro, convirtiendo la caída de Lehamn brothers en una chiquillada. Corolario, es hora de que todo el continente este a la altura, por una razón sencilla, nos jugamos un futuro donde la unidad Europea deberá ser lo mas solida posible ante los colosos asiáticos y el norteamericano. No queda otra.
Esto sirve tanto para Merkel como la gente de puerta del sol. Henry Ford lo explico muy bien, este señor fue el responsable del vehículo mas vendido de la historia e introdujo la producción en masa: «Si hubiese preguntado a mis clientes que es lo que quieren estos me responderían que un Caballo»
Es de interés destacar la aritmética parlamentaria exigida para un cambio constitucional : tres quintos del arco parlamentario.
El PP y el PSOE concitan más del 90% de los votos del Congreso de Diputados por lo que el cambio constitucional para el control del déficit es un hecho.
En cambio para promover un referendum posterior sobre el acuerdo del Congreso solo hace falta el 10%, es decir el voto de 35 Señorías. El resto de los partidos tiene sobre unos 25-27 escaños claramente insuficientes para la obtención del referendum.
Y es que en España los partidos pitufos están muy minorizados.
Por eso se debería pactar -y blindar- las grandes líneas de las necesidades de España por los dos grandes partidos.
Espero que la actual situación de Europa en la que «quien paga, manda», no sea lo que Aguirre anunció y deseó. Espero que esta Europa del titiritero y las marionetas sólo sea un paso más o menos necesario para que algún día vea la luz la «Europa de los pueblos».
Mientras tanto, he visto que queréis aprovechar que se habla de reforma constitucional para introducir en la Carta Magna el derecho a la autodeterminación. Pero, eso, ¿queréis que se haga con referendum o sin él?
Te pediría, Josu, que abogaséis por la celebración de un referendum. Ya es bastante banalización de la Constitución el introducir en ella algo tan coyuntural como el techo del déficit como para que, encima, os lo guiséis y os lo comáis todo en el Parlamento. IU está buscando disidentes del PSOE para llegar al 10% necesario. Animaos vosotros también. Y, por supuesto, podéis meter lo de la autodeterminación y alguna otra cosilla más, ya que nos ponemos. Sin problemas.
Estimado Ramón:
Lo de quien paga manda es, nos guste o no, un factor esencial en la política mundial, no solo en la europea. La secretaria de Estado de los EEUU (la primera potencia mundial) decía recientemente a quienes le exigían una mayor dureza en las relaciones con China, que no es fácil ser dura con tu principal banquero. Y no es este, precisamente, un problema de ahora. Alguien decía que la política dejó de interesarle cuando descubrió que no era más que una variante menor de la economía. No era ese, evidentemente, el modelo de Aguirre, que renunció a una vida desahogada en Bilbao por la defensa de sus ideales políticos.
Por lo demás, ¿crees, de verdad, que es necesario que alguien nos convenza para apoyar un referéndum? Recuerda que durante años la bandera del referéndum fue nuestra frente a la crítica desaforada de casi todo el arco parlamentario español. Yo soy partidario de ese referéndum. Por supuesto que lo soy.
Lehendakari Aguirre y Anónimo llevan razón, además de que fuera de Europa estamos K.O. al estar dentro de Apaña compartimos (nos arrastran, amén de nuestro presidente Francisco Javier) sus calificaciones, expectativas y resultados… Estoy con Lehendakari Ibarretxe (mártir) y con Lehendakari Erkoreka es necesario un referendum pero se deberían gestionar los tiempos y la forma más convenientes (post – anterior).
En cuanto al art. 1.2 de la C.E´78, pues más que ganas de tocar las narices del pueblo (que bastante manoseadas las tenemos) creo que más bien se debe a la necesidad acuciante de dar una imagen de fiabilidad y cierta seguridad, ¿qué pasaría si al consultar al pueblo, aunque realmente les de exactamente igual eltecho del défict, solamente, como están rebotados, por animus jodiendi votan que no como señal de protesta?
Menuda cuadro. Lon que sería interesante de cara a futuro sería plantear un procedimiento mediante el cual cuando se quiera modificar o incluir algo en la pa pétrea constitución que tenemos se deban votar y plantear todas las cuestiones a revisar por orden cronológico a su planteamiento.
Estimado Josu Erkoreka. Recuerdo las discusiones que suscitaba en los noventa, la idea del principio de subsidiariedad y la merma de soberania de los entonces doce miembros de la CEE. También que fuera en la etapa de Delors, Felipe Glez. Khol, Mitterand etc….cuando se decidiera el marco de la UE y se dejaran estas cuestiones del principio de soberania nacional y la soberania compartida de la Unión para otros tiempos. Pues bien, en mi opinión vamos muy retrasados y ya va siendo hora de rehacer la Constitución Europea, que sea la que delimite (de verdad) qué son competencias soberanas de un estado y cuales han de ponerse en común con los otros miembros para compartir un MARCO POLITICO COMUN.
No es posible seguir como hasta hora dando parches y zurcidos para un traje que a todas luces salió mal y resulta estrecho de hechuras.
Antes que lanzarse a la reforma constitucional porque lo dice quien sea, mas perentorio es hacer luz en la mortecina constitución europea. Tomandose en serio lo de las politicas economicas y fiscales, que unifiquen el puzzle (rompecabezas) que es actualmente Europa.
Será por la copa de soberano, que reposa a medio gas, pero, Josu, empiezas explicándonos la progresiva pérdida de soberanía de los estados UE para acabar llamando la atención en lo que de pérdida de soberanía supone adaptarse a las directrices de Bruselas. ¿En qué quedamos?
Pertenecer al club UE es lo que tiene y, como bien dijiste en el último pleno de política general, a nadie en su sano juicio se le ocurrirá abandonar el barco. No dices nada en cuanto a la necesidad de perfeccionar la toma de decisiones en la UE algo que puede considerarse prioritario, en la necesidad, o no, de más transferencias de soberanía a la UE, ni aportas luz sobre las consecuencias de la actualización de la doctrina Aguirre.
Acábate la copa y cuéntanos algo.
Un saludo
Un artículo lúcido y clarividente. Es cierto. La globalización hace que los Estados-nación pierdan soberanía a chorros. O bien porque no tienen más remedio que acomodarse a las exigencias de las grandes multinacionales, o bien porque tienen que ceder ante el empuje de las organizaciones supraestatales, nacidas, en la mayoría de los casos, para afrontar con más eficacia los problemas globales que trascienden con mucho a la capacidad de acción de un Estado. El ejemplo europeo es uno de los más claros. O ceden soberanía en favor de una instancia superior capaz de plantar cara a las realidades globales o la realidades globales arrasan con su soberanía.
A mi lo que mas gracia me hace es que le sigan llamando deuda soberana a los bonos que emiten unos Estados peleles, que andan al albur de los mercados y de las indicaciones de la UE, que sin cualquier cosa menos soberanos. Pretensiones nostalgicas de quiero y no puedo. De lo que pudo haber sido y no fue.
Interesante reflexión de Pérez Royo sobre el asunto al que se refiere el post.
http://www.elpais.com/articulo/opinion/reforma/constitucional/perspectiva/elpepuopi/20110905elpepiopi_12/Tes
Dice que formalmente es una reforma constitucional española, pero en realidad es un paso más para la creación de la Constitución europea.