En el informativo del canal 24 horas de Televisión Española, tuve ocasión de ver, ayer mismo, un breve reportaje sobre el fin de ETA, en el que se aseguraba que la dirección actual de la organización terrorista, débil, inexperta y carente de mando real, no se sentía autorizada para tomar por sí sola una decisión tan trascendental para su historia como la del cese definitivo de la actividad armada, que ha constituido su principal razón de ser durante el último medio siglo, y había delegado la cuestión en los presos de la banda que, siempre según la información suministrada por el citado medio, estarían organizándose bajo la coordinación de la abogada Arantza Zulueta para debatir sobre el particular y adoptar, en su caso, la resolución que corresponda.
Me ha sorprendido sobremanera encontrarme con un reportaje así en la televisión pública. Si es cierto que esos movimientos se están dando, no es normal que se publiciten a los cuatro vientos, nada menos que a través de la televisión pública. Y, en sentido contrario, el hecho mismo de que se den a conocer con tanta parafernalia las tribulaciones internas, cavilaciones e intenciones de una organización terrorista ilegal y, por ende, se supone que clandestina y por tanto opaca e impenetrable para los medios de difusión, invita a sospechar que las informaciones sean falsas o fruto de algún propósito intoxicador no siempre confesable.
A menos, claro está que, matiz arriba matiz abajo, los datos publicados sean básicamente ciertos y que alguien los haya filtrado a la prensa -sólo a determinada prensa- porque su difusión y conocimiento público le interesa por algún motivo.