Un aspecto de la vida social y política del pueblo azerbaiyaní que apenas es conocido en Europa, tiene que ver con su intensiva presencia en la República islámica de Irán. Ya dejé anotado en la primera de las entradas que dediqué este país caucásico que, durante la mayor parte del siglo XIX, el territorio ocupado por los azerbaiyaníes estuvo dividido en dos partes; la del norte, que se encuadró en el Imperio de los zares y la del sur, que quedó adscrita a la antigua monarquía persa.
La revolución de octubre provocó la caía del edificio zarista, haciendo posible, con la ayuda de Turquía, la constitución, en 1918, del Estado independiente de Azerbaiyán. Pero la nueva República se erigió, exclusivamente, sobre las tierras azeríes del norte. Y tras la revolución islámica de los setenta, han pasado a depender de Irán. Las del sur, siguieron sometidas a la jurisdicción del Sha.
Cuando la URSS se anexionó el Estado de Azerbaiyán, en los años veinte del siglo veinte, volvió a editarse el mapa decimonónico: soviéticos al norte y persas o iraníes en el sur. Pero el estallido que hace dos décadas experimentó el orbe soviético, reestableció la independencia de Azerbaiyán y desembocó en la situación actual.
No se trata de un caso inédito en la geopolítica mundial. Son muchos los pueblos del mundo que viven divididos en dos o más Estados. Los vascos lo sabemos perfectamente. Lo llamativo del caso azerbaiyano es que, en el territorio del sur, es decir, dentro de las fronteras de Irán, viven dos o tres veces más azerbaiyaníes que en el territorio propio de la República de Azerbaiyán. Si esta tiene una población de 9 millones de habitantes, en el país que preside Mahmud Ahmadineyad, habitan en torno a 25 millones de azerbaiyaníes. Su capital histórica es Tabriz.
Desde el punto de visto lingüístico y cultural, apenas existen diferencias entre los azerbaiyaníes que viven en Azerbaiyán y los que residen en Irán. La lengua que hablan es la misma -el azerí- que, sin embargo, carece de reconocimiento oficial en Irán, lo que ha sido y todavía sigue siendo motivo de protestas por parte de sus hablantes. Tampoco existen diferencias reseñables en el campo religioso porque, a ambos lados de la frontera, son mayoría los mahometanos de la rama chiíta. En las pautas colectivas que enmarcan la vivencia de la fe, por el contrario, la distancia es notable. Ya he dicho que en las calles de Bakú apenas se ven mujeres tocadas con velo, y rara vez se escucha, a las horas señaladas, el canto de los muecines que llaman a la oración. En Irán, la República islámica por excelencia, en estos aspectos de la vida religiosa, el escenario urbano es, como se sabe, muy otro.
Los azerbaiyaníes del norte aseguran que Irán siempre miró con suspicacia y prevención el acceso de Azerbaiyán a la condición de Estado independiente. Las autoridades de la República islámica todavía consideran que ese paso comportó un factor de desestabilización para Irán, en la medida en que aporta un modelo de referencia que puede resultar atractivo para los azerbaiyaníes que residen en su territorio, despertando o acentuando sus impulsos secesionistas. De ahí que -siempre según la tesis de los azerbaiyaníes de Azerbaiyán- las autoridades iraníes hayan desarrollado una política inclusiva, orientada a integrar a los azerbaiyaníes en la vida económica, social y política de Iran. El éxito de esta política es palpable, porque hoy es relativamente frecuente encontrarse con apellidos de raíz azerí entre las elites políticas y religiosas de Iran. El caso más conocido es el del ayatolá Akbar Hashemi Rafsanjani.
Con todo, Irán sigue mirando con desconfianza a su vecino del norte; una desconfianza que no hace sino crecer cuando Azerbaiyán proclama su vocación euroatlántica y afirma su apuesta por el pluralismo política y religioso. La alegría con la que las ayerbaiyaníes de Irán se despojan del chador en cuanto cruzan la frontera, molesta e irrita a las autoridades civiles y religiosas de la República islámica, reafirmándoles en su actitud recelosa y distante con respecto a Azerbaiyán. Muestra de esta desconfianza es, dicen en Azeribaiyán, la simpatía que Irán viene profesando a los armenios en el secular conflicto fronterizo de Nagorno-Karabaj; ¿cómo puede ser -se preguntan- que en un litigio de esas características, la República islámica Irán se ponga del lado de los cristianos de Armenia, enfrentándose a la musulmana Azerbaiyán?
Mas, pese a la política de integración impulsada por las autoridades iraníes, en Azerbaiyán del sur -en hegoalde, diríamos los vascos- surgen periódicamente brotes de afirmación nacional en los que no faltan reivindicaciones lingüísticas, culturales y hasta políticas, que apuntan abiertamente hacia el horizonte de la reunificación con sus hermanos del norte. Un horizonte político que en Irán, obviamente, se mira con preocupación.
Uno de los líderes nacionalistas más destacados de los azerbaiyaníes del sur –Seyyed Jafar Pishevarí, que murió en 1947- tiene erigida una estatua en el parque de los próceres de Bakú. La escultura se encuentra en un lugar destacado, situado muy cerca del mausoleo dedicado al presidente Heydar Aliyev. El parecido de la figura con el ministro Miguel Sebastián es tan sorprendente, que no he podido resistir la tentación de sacarle una fotografía para reproducirla en esta bitácora. Como se puede ver, la semejanza en el aspecto físico es notable. Un detalle les diferencia. Pishevarí está con corbata. Pero eran otros tiempos…
Kaixo Josu
Ez hasarretu, baina hire blogaren garaialdean agertzen den tipoaren argazkiarekin ere badik antzik.
Tokaio bat
Estimado amigo, me han gustado tus tres artículos sobre Azerbaiyán. Dos cuestiones.
Hay unos libros, denominados «Atlas de los pueblos de…» que en cinco volúmenes, recogen la historia de distintas regiones del mundo. Con respecto a esta zona tan conflictiva, está el volumen «Atlas de los pueblos de Oriente» escrito, al igual que el resto, por Jean Sellier y André Sellier, editados por «Acento Editorial», creo que es bastante interesante para conocer esta zona, referente a su historia, religión, geografía e idiomas.
La otra cuestión, esta relacionada al espíritu que pueda tener este pueblo, como musulmán que es, en relación con la democracia, me parece y dicho con todos los respetos que a día de hoy es bastante incompatible.
Ja, ja, ja,,Tokaio, hori baino gehiago behar da ni haserretzeko. Barregurea eman dit zure iruzkinak.
Iñaki Trapaga, eskerrik asko por tu comentario. Sobre la incompatibilidas entre el islam y la democracia ( un asunto polemico y de moda sobre el que podriamos departir largamente) solo puedo decirte que en Azerbaiyan he advertido un planteamiento mas abierto y tolerante con la diversidad religiosa que en otros paises de mayoria musulmana.