En todas las entrevistas políticas que mantuvimos en Azerbaiyán -insisto, en todas, sin una sola excepción- nuestros interlocutores hicieron referencia al conflicto de Nagorno-Karabaj; un enclave, situado en la mitad occidental del territorio azerí, que está ocupado por Armenia y férreamente vigilado por su Ejército. Se trata de un conflicto muy antiguo que ha provocado cruentos enfrentamientos bélicos entre ambos países y todavía hoy suscita en los azerbayaníes un profundo sentimiento de rabia, impotencia y agravio.

Mapa expuesto en el Museo de la Historia de Bakú, donde se pueden ver las fronteras de Azerbaiyán cuando se constituyó como Estado independiente en 1918.
Tras la revolución rusa de 1917, la parte norte de Azerbaiyán que, en el Tratado de Turkmanchai de 1828 había sido asignada al Imperio zarista, pudo constituírse, con el apoyo de los turcos, en un Estado independiente: la República de Azerbaiyán. En el Museo de la Historia de Bakú se expone un mapa de la época en el que se puede comprobar que el perímetro definido por las fronteras de aquél Estado, incluía el territorio de Quarabag; una voz que, según afirman los azerbaiyaníes, no es de raíz lingüística armenia, sino azerí. Significa, siempre según su tesis, algo así como huerto fértil. Pero en 1920, el recién estrenado Estado fue invadido por el ejército rojo, que forzó su transformación en república socialista soviética. Y así es como, entre 1922 y 1936, Azerbaiyán formó parte de la Federación de Transcaucasía y en este último año accedió al estatuto de república federativa de la URSS.
Aunque el territorio de Nagorno-karabaj estaba habitado por población mayoritariamente armenia -en Azeribaiyán aseguran que ello es fruto de una colonización artificial, provocada por la Administración de los zares con el fin de introducir una cuña de raíz cristiana en un magma mayoritariamente musulmán- fue anexionada por Stalin a Azerbaiyán en los años veinte. Un regalo personal, según recuerdan algunas fuentes. Durante décadas esta situación se mantuvo inalterada, hasta que, en 1988, el enclave proclamó unilateralmente su independencia con apoyo armenio. Azerbaiyán protestó, pero su alegato se quedó en el aire. Poco tiempo después comenzaría una guerra que duró años, dejando sin vida a varias decenas de miles de personas y provocando otros tantos desplazados. En 1994 se firmó un acuerdo de alto el fuego, y el conflicto armado cesó. Pero la tensión continúa. El enclave es una plaza militar armenia y, periódicamente, se producen escaramuzas y enfrentamientos en la frontera, que provocan muertos y heridos. En Azerbaiyán no dejan de reprochar a los militares armenios apostados en la zona, el empleo de francotiradores para asesinar descarnadamente a los inocentes ciudadanos azerbaiyaníes que habitan el entorno fronterizo. Les acusan, entre otras cosas, de sembrar el territorio con juguetes-bomba que los niños de Azerbaiyán encuentran abandonados y hacen suyos, ingenuamente, firmando, con ello, su sentencia de muerte. La situación resulta más lacerante aún, si se tiene en cuenta que las fuerzas armadas de Armenia han invadido por la vía de los hechos siete regiones de soberanía azerbaiyana, colindantes a Nagorno-Karabaj, cuyos habitantes han sido, también, forzados a desplazarse. Eso hace que Azerbaiyán haya quedado partida en dos. Al otro lado del territorio ocupado por el Ejército armenio, en la zona oriental, ha quedado una isla azeribaiyana, conformada por el territorio de Naxçivan, que está habitado por 400.000 personas, que sólo pueden comunicarse con el resto de su país por vía aérea. Un nuevo agravio. Una nueva fuente de sufrimientos.
La situación de Nagorno-Karabaj constituye una herida abierta y sangrante en la política azerí, que los azerbaiyaníes viven con angustia, dramatismo y tensión. Afirman que el 20% de su territorio está ocupado y que casi dos millones de azerbaiyaníes, naturales u originarios de Karabaj, viven refugiados en territorio azerí porque fueron violentamente expulsados de su tierra natal. Exhiben, además, un largo listado de agravios personales, provocados por los militares armenios sobre la población azerbaiyaní, en términos de matanzas, mutilaciones, torturas, violaciones y todo tipo de abusos. En su memoria colectiva retienen, especialmente, el genocidio de Joyali, que tuvo lugar un 26 de febrero.
Con el fin de rememorar este conjunto de atrocidades e incorporarlas al universo afectivo que da sustento a la mística nacional, junto al edificio del Parlamento han levantado un extenso parque en el que se rinde homenaje a las víctimas del 20 de enero de 1990, que murieron en un ataque nocturno perpetrado por las tropas soviéticas contra la población indefensa de Bakú, y a los miles de combatientes muertos en la guerra de Nagorno-Karabaj. Además, todos los años celebran, el 31 de marzo, el día del genocidio azeribaiyano.
Aunque en los últimos años se han intensificado los intentos de mediación diplomática impulsados, entre otros, por el presidente ruso Dimitry Medvedev, no va a ser fácil alcanzar un acuerdo en torno a este enclave. Las posiciones de las partes siguen estando muy lejos. Azerbaiyán reclama la devolución in integrum de los territorios que consideran ocupados. Por su parte, Armenia solicita la organización de una consulta que pregunte a los habitantes del enclave sobre el futuro político que desean para el territorio, algo a lo que se oponen rotundamente los azerbaiyaníes, con el argumento de que no es correcto consultar a una población que previamente ha sido sometida a un proceso de limpieza étnica. Entre tanto, Azerbaiyán ha blindado sus posiciones en la Constitución, que declara -artículo 11- el carácter inviolable e indivisible del territorio estatal y establece -artículo 3- que la alteración de las fronteras de la República es una de las dos cuestiones que sólo pueden ser acordadas mediante referéndum. La otra es la aprobación de enmiendas a la propia Constitución.
Los conocidos como principios de Madrid, que fueron adoptados en 2007 por el grupo Minsk de la OSCE, apuestan por una resolución progresiva del conflicto, que preve, entre otras medidas, la devolución de los territorios de Azerbaiyan limítrofes al enclave de Nagorno-Karabaj que han sido invadidos por Armenia y el derecho de los refugiados a devolver a sus territorios de origen.

Tumbas alineadas en el parque erigido en Bakú, en homenaje a las víctimas de la matanza del 20 de enero de 1990 y de la guerra de Nagorno-Karabaj
Azerbaiyán pide a sus socios de la órbita euroatlántica, que se impliquen, activamente, a través de las organizaciones internacionales en las que participan -la ONU, la UE o el Consejo de Europa- en la creación de las condiciones de presión que permitan forzar a Armenia a abandonar los territorios ocupados. ¿Si se hace en otras partes -se preguntan- por qué no se actúa de la misma manera en Nagorno-Karabaj? Se trata -sostienen- de una cuestión de justicia, ante la que la comunidad internacional no puede permanecer impasible. Pero es muy difícil que las potencias occidentales atiendan esa petición, si se tiene en cuenta que Rusia apoya a Armenia en el mantenimiento del enclave, donde tiene desplegadas fuerzas militares. El recuerdo de lo ocurrido en Georgia con Abjazia y Osetia del sur pesa demasiado sobre el ánimo de los actores internacionales como para meterse en ese avispero. Y los precedentes que citan los azerbaiyaníes -Libia, por ejemplo- nada tienen que ver con el caso de Nagorno-Karabaj.
Si se tratase de un enfrentamiento estrictamente bilateral -aseguran los azerbaiyaníes- la República no tendría dificultad alguna en vencer a Armenia en el campo de batalla. El presupuesto de Defensa de Azerbaiyán -anotan- es superior al Presupuesto total del Estado armenio. Pero prefieren, por principio, explorar hasta el agotamiento la vía diplomática. Y, quiérase o no, la sombra de los tanques rusos todavía impone. De ahí que en Bakú sigan reclamando el apoyo de los socios occidentales; un apoyo que difícilmente se dará en los términos que desean los azerbaiyaníes.
Nagorno-Karabaj es como Treviño. Una pica armenia en Azerbaiyan, basada en titulos historicos que nadie entiende en el siglo XXI. Solo hay una diferencia. En el Caucaso son los armenios los que quieren consultar al pueblo sobre el futuro del territorio y en Euskadi, somos los vascos. Justo al reves.
¡Ya te vale, Longarte!
En cuanto al apoyo de la tesis azerbaiyaní..¡ya está bien en meternos en líos ajenos!
¿Quién había dicho que los nacionalismos pertenecen al pasado? Uno de los principales impulsos políticos de la actualidad es, sin duda, el nacionalismo. Tras la caída del muro de Berlín, el nacionalismo tiene tanta fuerza como motor de la historia como lo que Huntington llamó el enfrentamiento de civilizaciones. El conflicto entre Azeribayán y Armenia es nacionalista. La interferencia rusa es nacionalista. La complicidad entre Azerbayán y Georgia es nacionalista. Las suspicacias de Irán son nacionalistas… en casi todo lo que ocurre en el mundo está presente el nacionalismo. A veces un nacionalismo reivindicativo, constructivo e integrador. Otras veces, un nacionalismo imperialista, expansivo, intolerante e impositivo que proclama naciones únicas, indivisibles e indisolubles, protegidas por el ejército. Pero siempre el nacionalismo.
Eso, eso… direis que el entrenador de Apañolandia sub19 no pone de manifiesto su nacionalismo quitandole la bandera asturiana a uno de los futbolistas de los hombros… eso si es nacional-facherío excluyente… pero no pasa nada… como siempre que el agravio sale del lado derecho… si hubiese sido lo contrario… rios de tinta…
Mira Anonimando, a mi -como a ti- no me ha parecido bien esa actitud con la bandera de Asturias.
Supongo que a ti -como a mi- no te habrá parecido bien retirar el cuadro del Rey de España en el Ayuntamiento de San Sebastian ni retirar las banderas españolas en bastantes ayuntamientos vascos.
Por coherencia…..
Por cierto lo de «apañolandia», «apaña», etc… primero ofende, pero luego aburre.
¡recíclate chaval!
corrijo algunas cosas. con permiso.
en baku capital de azerlandia vivian y trabajaban mas o menos 100.000 armenios, todavia los 2 paises bajo el dominio de la urss cuando nagorno quiso su independencia, los azeries, el pueblo y la policia empezaron una caza de brujas sobre tiendas y viviendas de los armenios,muy parecido a la noche de los cristales rotos, segun sifras rusas mas de 200 muertos, duro 4 dias hasta que el ejercito ruso intervino y ahi es lo que ellos mensionan sobre la matanza, y la plaza esa con el monumento. unos meses despues atacaron y conquistaron todo nagorno que no es una palabra azeri y no significa frutos ni banana, es una palabra rusa y significa montañoso. al inicio del conflicto en Nagorno-Karabaj vivian 200.000 personas, como puede tener 2.000.000 de refugiados.
el territorio azeri que no pertenece a nagorno y que esta ocupado es el 10% del total ocupado, no el 20% como dice arriba, que se yo cada uno va a tirar para su lado, es como todo.
no justifico la guerra ni las matanzas, solo queria aclarar algunas cosas para tener un panorama mas claro del conflicto.
Treviño, este vasco es un imbecil, que tendra que ver una cosa con la otra, lo que tienen que hacer los vascos es debolver Alava a Castilla.
¡Queridos amigos! Está claro que Azerbaian dispone de una capacidad económica muy elevada, y su oro negro (petróleo) es su gran arma. Dicha arma es capaz de inventar y reinventar hojas de historia plasmados de falsedad. Qué lastima que hoy en día, nadie sabe de los males que padeció el pueblo armenio, que de gran tierra que tenía se quedó solo con un trozo en caúcaso y de gran historia armenia no quedó constancia. El nagornii karabaj es un nombre atribuido por turcos, pero desde su origen más remota se llamaba Arcax, y siempre fue de los armenios, a excepción de las épocas de invasión. Señores, historia de Armenia es digna de ser venerada y el pueblo armenio digno de ser respetado. Basta ya de propagandas ilícitas y de creación de falacias. Agur