Se atribuye a Habermas una máxima política que, de puro obvia, casi podría formar parte del refranero popular. Dice así: “Las democracias se legitiman por los resultados o por los valores. Cuando hay resultados, los valores pasan a un segundo plano. Pero cuando los resultados fallan, los valores se convierten en la clave”. Si Habermas hubiese asistido a las conversaciones que los partidos políticos han entablado en Euskadi tras las elecciones del 22-M, hubiese descubierto que, al menos en algunos casos, se invocan los valores hasta la saciedad pero, en realidad, solo se toman en consideración si al mismo tiempo se garantizan los resultados.
Un claro ejemplo de lo que digo es la actitud con la que los socialistas vascos han afrontado la gestión de los resultados arrojados por las urnas. En un principio, hicieron causa común con el PP para sostener, junto a ellos, que era preciso suscribir una especie de “pacto global” con el PNV, para impedir que Bildu se hiciese con el mando de las instituciones más relevantes, en aquellos lugares en los que la coalición comandada por los “independientes”, había ganado los comicios, pero sin alcanzar la mayoría absoluta.
La cosa tenía su aquel porque, dos años atrás -tan sólo dos años atrás- los mismos promotores de este “pacto global” -los socialistas y los populares- se habían unido en sagrado y patriótico enlace para hacer lo mismo con el PNV en el Parlamento vasco: impedir que gobernase aun a pesar de que había ganado las elecciones con mayoría relativa. Llamaba la atención el hecho de que, con semejante precedente, el PP y el PSOE tuvieran la desvergüenza de invitar a los mismos a los que un bienio antes habían excluído, a participar en una operación depurativa idéntica a la que les aplicaron a ellos, aunque en este caso estuviera orientada a excluir a un tercero: Bildu.
Pero más allá de lo chocante que pueda resultar la jugada -al PNV se le excluye primero del Gobierno vasco pero luego se le pide ayuda para excluir a Bildu de las Diputaciones y los Ayuntamientos- pronto se puso de manifiesto que no eran idénticos los motivos que animaban a los socialistas y a los populares a la hora de impulsar el “pacto global” con el PNV que unos y otros decían preconizar. Ambos hablaban de “valores”, claro. Nos hallábamos -decían- ante una cuestión de “principios”. No se podía tolerar de ninguna manera que Bildu asumiese una responsabilidad institucional equivalente a la que le habían dado las urnas. Hacerlo, suponía poco menos que quebrantar las más elementales pautas democráticas. Por ello pedían generosidad; altruismo; desprendimiento; filantropía. No era cuestión de “resultados”, sino de “valores”, en su expresión más pura y auténtica.
Sin embargo no era oro todo lo que relucía bajo aquel fulgurante envoltorio. Tras los “valores” que tan enfáticamente se invocaban, los promotores del “pacto global” ocultaban intereses muy tangibles y más bien prosaicos. Empecemos por recordar que el pacto que se ofrecía era cualquier cosa menos “global”, porque no incluía al Gobierno vasco, que es, como se sabe, la principal institución pública de Euskadi. No interesaba, claro. En ese punto, los “resultados” eclipsaban completamente a los “valores”. Su generosidad no llegaba a tanto. Su altruismo no alcanzaba a divisar un horizonte tan remoto. Su poesía filantrópica no apuntaba tan lejos. Definitivamente, el Gobierno vasco quedaba fuera del “pacto global”. Una cosa es apelar a los “valores” y otra cosa, muy distinta, hacer el tonto.
Pero es que, además, los “valores” venían acompañados de un listado muy concreto de instituciones en las que los dos promotores del “pacto global” aspiraban a coger cacho. Con lo cual, todo se veía un poco más claro. En realidad, la vehemente referencia a los principios no era para ellos más que una coartada para repartirse el botín. Los “valores” sólo les eran útiles en la medida en que proporcionaban “resultados”. O dicho en otros términos, si no había “resultados”, decían adios a los “valores”.
Con todo, el PP aguantó el tipo bastante bien. Y sostuvo que, aun sin “resultados”, estaba dispuesto a comprometerse a fondo en la defensa de los “valores”. Y en esto es preciso reconocer que su actuación ha sido clara y coherente. Otra cosa es que, la defensa de los “valores” en Euskadi, le ayude a obtener “resultados” al sur del Ebro y que, también en su caso, aquellos y estos se presentasen fuertemente entreverados. Pero lo cierto es que aquí -en la Vasconia peninsular- el PP hizo todo lo que pudo para impedir que Bildu obtuviese alcaldías. Hizo estrictamente lo que decía que había que hacer. Ni más ni menos.
El caso de los socialistas fue muy diferente. En cuanto vieron que no cogían cacho, se olvidaron de los “valores”, que para ellos no pasaban de ser el pretexto que les permitía presentarse en ventanilla a recoger los “resultados”. Es más, en algunos casos -como en Lanestosa- se han desprendido tanto de los “valores” que se invocaban, que hasta han votado a favor del candidato de Bildu a la alcaldía; es decir, han hecho junto lo contrario de lo que decían que había que hacer.
Estos días volvemos a vivir un episodio de tensión entre “valores” y “resultados”. El Gobierno central asegura que, por responsabilidad, porque así lo exige la delicada situación de la economía -por principio, vamos- es necesario agotar la legislatura y renunciar al adelanto electoral. Hasta aquí la invocación de los “valores”.
Sin embargo, voces bastante autorizadas del gallinero socialista sostienen paralelamente que, como los recortes que exige el compromiso de reducción de déficit fijado para 2012 serán tan rigurosos que dejarán en cuadro la capacidad económica del Gobierno, resulta preferible adelantar las elecciones a noviembre y pasar a Rajoy el mochuelo del Presupuesto, y de los costes sociales que lleva asociados, con la esperanza de que, en dos años, sus índices de impopularidad se sitúen por debajo de los ínfimos umbrales en los que actualmente se encuentran los de Zapatero. “Que se traguen ellos el marrón de los recortes”, dicen unos. “Esta crisis –añaden otros- tiene tal virulencia que es capaz de llevarse por delante dos gobiernos. Uno, el de Zapatero, ya se lo ha cargado. Que el segundo sea el de Rajoy”.
A esa estrategia responderían los guiños progresistas con los que Rubalcaba ha salpicado su discurso de presentación como candidato. Si se cumplen sus previsiones, a partir de ahora, será Rajoy manostijeras el que cargue con el desgaste que comportan las políticas de austeridad. Y Rubalcaba se situará en la bancada progresista, para contribuir, con sus críticas, a acelerar el declinar del Gobierno que, sin duda, formaría el PP, se las elecciones tuvieran lugar el 27 de noviembre.
La maniobra está muy bien pensada, ciertamente, desde el punto de vista de los “resultados”. No le falta astucia al que la ha concebido. Podría hacer que, en una sola legislatura, o incluso en un lapso temporal inferior al de un mandato parlamentario, la imagen de Rajoy quedase más quemada que la pipa de un indio, de manera que el PSOE pudiera aspirar de nuevo a hacerse con el sillón de La Moncloa.
Ahora bien, ¿en qué quedamos? ¿Atendemos honestamente a los “valores”, con el desgaste que ello pueda suponer, o los modulamos en función de los “resultados” a los que nos interesa acceder?
¿Valores? ¿Que es eso? Entre los socialistas vascos ese es un termino desconocido. No hay valores. Solo mamoneo, intereses y aprovechateguis.
Jua, jua, jua, menuda cornada que les metes a los socialistas. Yo estoy de acuerdo. Ares y su cuadrilla van de pulcros por la vida, pero se pasan el día chapoteando en el lodazal. Solo les interesa lo suyo. Por eso han perdido la ideología y todos los referentes históricos de su identidad política. Si Prieto levantara la cabeza y se encontrase con unos socialistas que lo han dejado todo en manos de Neguri…
Yo creo que en la fecha de las elecciones, como en todo lo demás, los socialistas harán prevalecer los intereses a los principios. No tengo ninguna duda. Si las encuestas les dicen que les va mejor convocando para noviembre, las convocarán para noviembre. Y si las encuestas les dicen que noviembre es peligroso y es mejor esperar hasta marzo, esperarán hasta marzo. No hay valores. Nunca los han tenido. Sólo intereses. Para mí que las convocarán en noviembre. Esperar hasta marzo sería una agonía de desgaste que le traería muchos perjuicios a Rubalcaba
valores… es lo que buscaban los de EB ¿no?… Ahhh… pero bursatiles!!!
¡Tampoco es para escandalizarse!
El peor gobierno de la democracia hasta la fecha es la de ZP y sus muchachos, gente incapaz, superficial e ignorante.
Nunca se pudo pensar que el ejecutivo socialista fuera tan vulgar e inane.
Pero … ese ejecutivo contó con vuetra ayuda (no lo olvidemos) y seguirá contando mientras los «sociatas» traguen, no sé si vuestra visión cortoplacista está ajustada a lo que realmente conviene a la CAV.
Lo que si sé es que no le conviene a España. ¿Realmente, Erkoreka los intereses de la CAV y de España están tan alejados?
Con los valores pasa un poco como con los principios, ¿no?. Estos son mis valores y si no les gustan (no me votan) tengo otros.
Además, hay muchas cosas en la vida más importantes que el dinero o los resultados. Pero… cuestan tanto!!