Alexandr Solzhenitsyn fue un científico y escritor ruso al que la contraprovidencia -perdóneseme la licencia lingüística- le situó en la amarga tesitura caminar por este valle de lágrimas justo en la época en la que la experiencia soviética exhibía su semblante más siniestro. Solzhenitsyn nació en Kislovodsk en 1918 -el mismo año en el que Lenin disolvió la Asamblea Constituyente- y murió en Moscú, en agosto de 2008. Los años más fructíferos de su dilatada existencia se desarrollaron, por tanto, tras la alambrada electrificada de quienes proclamaron, ardorosamente, ante el mundo y la historia, el descubrimiento de la fórmula de organización política que iba a poner fin, de modo definitivo e irreversible, a la explotación del hombre por el hombre.
En 1945 fue detenido por delitos de opinión y deportado a un campo de trabajo, donde padeció los horrores del gulag durante más de una década. El cumplimiento de la condena no le liberó de la persecución del régimen soviético porque Solzhenitsyn tenían la manía de pensar por su cuenta y de afrontar la realidad desde parámetros conceptuales distintos a los del materialismo dialéctico. Y eso -huelga decirlo- no estaba bien visto en el Imperio de Stalin. Además, a Solzhenitsyn le gustaba escribir y dejar constancia crítica de sus experiencias y sus reflexiones, en los corrosivos textos que salían de su pluma. Un motivo añadido para que el régimen no le mirase con cariño. De las brutales vivencias que registró en el gélido campo de trabajo al que fue deportado son testimonio elocuente su extensísimo Archipiélago Gulag, una auténtica enciclopedia de la iniquidad, y el relato autobiográfico titulado Un día en la vida de Ivan Denísovich. Por estos y otros escritos, que difícilmente emergían de la férrea clandestinidad a la que la sociedad comunista sometía la literatura disidente, le fue concedido el Premio Nobel en 1970. Pero el hecho de que la repulsiva sociedad burguesa reconociese públicamente su talento literario, fue considerado como una provocativa manifestación contrarrevolucionaria; un delito contra el pueblo. Y el acoso del régimen se intensificó, hasta provocar su deportación.
Solzhenitsyn, que en plena era soviética -cuando más cruelmente padecía los rigores represivos del régimen- fue denostado con displicencia por algunos de los más destacado próceres de la intelligentsia progresista española, es autor de varias novelas de notable extensión. Obras, en general, bastante poco conocidas entre nosotros. Una de las más difundidas se titula Pabellón de Cáncer. Se trata de un relato en el que se repasan las múltiples biografías personales que se entrecruzan en la unidad oncológica de un hospital soviético -el pabellón número 13-, donde gentes de muy diversa procedencia geográfica y social, comparten, cada una de ellas desde su propia experiencia humana, el desafío de enfrentarse a la implacable acción destructiva de los tumores cancerígenos. La narración registra todo un crisol de gentes -enfermos, familiares, enfermeras, médicos, empleados del hospital, etc.- que van, vienen, se rozan, conviven, se aman, se enfadan, se enfrentan, discuten y, en algunos casos, hasta se despiden; bien sea porque les sobreviene la muerte, o bien porque el tratamiento surte efecto y pueden abandonar el centro completamente reestablecidos.
La novela nos sitúa descarnadamente ante el efecto rigurosamente igualador que producen la enfermedad y la muerte entre seres humanos que, por lo demás, habitan circunstancias vitales radicalmente distintas. El caso más llamativo es el del funcionario Pável Nikoláyevich, un alto procer del régimen soviético, que se obligado a compartir pabellón y hasta habitación, con gentes del pueblo llano y hasta con proscritos que han padecido largas penas de reclusión.
Nikoláyevich es un miembro destacado del Partido Comunista y un delator implacable de los «enemigos del régimen», cuya ascendiente trayectoria en el aparato administrativo, descansa, en gran parte, sobre la escrupulosa labor depuradora que en su día llevó a cabo con el fin de liberar a la URSS de «los farsantes, los detractores, los demasiado aficionados a la autocrítica o los intelectuales harto versátiles» a los que se obligó a desaparecer, a cerrar el pico o a agazaparse. Ahora, «según la correlación existente entre todos los fenómenos de la realidad, correlación establecida por la dialéctica», su norma de conducta en el trabajo empezaba a influir claramente sobre su general modo de vida. Era una pauta dialéctica inevitable. Pável y su esposa «amaban al pueblo, a su gran pueblo, al que servía y por el que estaban dispuestos a dar la vida, pero con el transcurso de los años podían soportar cada vez menos al vulgo, a esa población obstinada, eternamente disconforme, cerril y reivindicativa». Sus hábitos sociales, por ello, estaban cambiando de modo notable. «Gradualmente -cuenta Solzhenitsyn- con el paso de los años, tanto él como Kapitolina Matvéyevna, su esposa, llegaron a sentir aversión, no digamos ya por los vagones corrientes de los ferrocarriles, sino también por los de asientos reservados, en los que la gente se apiña con ssu zamarras, cubos y sacos. Los Rusánov empezaron a viajar únicamente encompartimentos especiales, dotados de asientos bien mullidos. En los hoteles Rusánov siempre tenía una habitación reservada, para no verse obligado a instalarse en la colectiva. Por supuesto los Rusánov también frecuentaban balnearios a los que no podía ir cualquier, aquellos donde se conoce a la persona, se la estima y se le brindan todas las facilidades; aquellos donde la playa y los jardines de descanso están vedados para el público […] A los Rusánov empezaron a desagradarles los tranvías, el trolebús y el autobús, en los que siempre se padecían empujones, sobre todo a la entrada, a los que subían obreros de la construccion y otros con los monos sucios, amenazando con embadurnar el abrigo con residuos de nafta o de cal…»
En fin. La experiencia de los Rusánov -no provocada por las abyectas ambiciones de la sociedad burguesa, sino forzada por la dialéctica materialista, para la que el trabajo que uno desarrolla determina sus percepciones sociales- me ha venido instintivamente a la memoria al leer en la prensa de hoy la peripecia negociadora desarrollada por Ezker Batua en relación con el futuro gobierno foral alavés. En sintonía con los indignados, por supuesto, pero en la perspectiva del pesebre. Claro que el pesebre progresista nada tiene que ver con el pesebre burgués.
Erkoreka Jauna, bermiotarrok burugogorrak garala ei dabe, ez dakit egia izango dan edo ez. Itaun honegaz egia bada probatu daigun…
Ares quiere a la Guardia Civil en Bilbao con la Vuelta ciclista a España
http://www.deia.com/2011/06/21/politica/euskadi/ares-quiere-que-la-guardia-civil-entre-en-bilbao-escoltando-la-etapa-de-la-vuelta
Hirugarren bidarrez ipintzen deutsut mezua, EAJ´tik zer egingo dozue jakin gura neuke, uko egiten badeustazu erantzunari barriz, honi buruz berba ez dozuela egin ulertuko dot.
Eskerrak barriro.
Claro, Josu, la etica de la izquierda soporta contradicciones sin despeinarse lo mas minimo. Y encima te dan clases de moral y buenaa costumbres
Efectivamente Alexanr Solzhenitsyn nos contó el horror del Archipiélago Gulag ocultado tan celosamente por los rusos como los alemanes nazis ocultaban el Holocausto. Pero mire vd. dentro de su País Vasco otro holocausto que no le veo criticar. Mañana es aniversario del vil asesinato de Miguel Angel Blanco con dos tiros en la cabeza por una canalla terrorista. Ese día comía en la casa de dos fervientes devotos del PNV con los que viví por televisión el horror de la espera que terminó trágicamente. Uno de ellos hasta se le cayeron unas lágrimas conmovidos por tanto horror. Al mes siguiente cuando les comenté el movimiento del «Espíritu de Ermua» me dijeron ¿pero qué tontería es esa?. Me impresionó esta respuesta, pero pronto ví que el PNV, su partido, había decidido que la rebelión de las gentes había que cortarla de raíz, la frialdad de hielo del PNV no la quería y ahora vemos a Eta-Batasuna-Bildu mandando en el País Vasco y vds. han ayudado junto con el Pse a esta dramática situación.
Qué fuerte, si la izquierda se preocupaba por el bienestar de los más desfavorecidos… En fin, vaya cuadrillas; con unos y con otros, también con ustedes, me reafirmo en que cuanto menos recursos de trabajadores y demás contribuyentes se apropien las administraciones públicas mejor le irá al conjunto de la ciudadanía. Anda que no tienen margen de maniobra para cubrir puestos, conceder subvenciones… y siempre con el mismo resultado: penalizar a los trabajadores y sectores productivos y favorecer a aquellos bien relacionados con la administración, poniendo en peligro la solvencia de los primeros…
A mí lo que me resulta curioso es que gobierne la Diputación PP o PNV finalmente van a hacer la política de los socialistas, gastar y gastar sin sentido nuestros recursos… así que lo dicho, tampoco es cuestión de disgustarse mucho porque vaya a gobernar el PP, no me aportan ustedes un plus de solvencia y buen hacer.
Otra anécdota curiosa es aquella de los aplausos continuos que se daba cuando se alababa al camarada Stalin: un minuto, dos,… cinco… diez… Así, ya exhaustos de aplaudir, el primero que lo hacía podía acabar en el gulag por desafecto al régimen.
Ikusten dot, Joserra, buru gogorra zarana. Baina oraingoz jakin beharko zeunke gaur bertan Emilio Olabarriak galdera bat egin deutsola gai horri buruz Barne Ministro barriari kontroleko Plenoan. Eta ministroaren erantzuna be komunikabideetan dago. Ez da gatxa aurkitzea.
Dana dala, zuk planteatzen dozun arazoa Madrileko Kongresuan baino Gasteizeko Legebiltzarrean planteatu behar da. Eusko Jaurlaritzak Guardia Zibilari sartzeko baimena emoten badeutso, baimena emonda dagoelako.
Josu, neu be bermiotarra nai. Eta buro gogorra. Niri gustako lekijastena jakin da ia Bilduk zer eingo dauen Txapel okerrak ez daitxezen Vuelta a Españagaz Euskal Herrijen sartu. Bermion, orain, Bildu dau Aiuntamientuen. Konto errozoiek Bilduri eskatu bi jatzoz, eta ez PNVri. Gure alkatesiek, Idurrek, independentzije ekarriko zauiela esan doskun. Baie non dau independentzije? Guzurre izan da dana?
Cuquiña tiene su experiencia personal sobre el asesinato de Miguel Angel Blanco y el denominado «el espíritu de Ermua», que expone en su comentario. Está bien. Ya es extraño que justamente ese día comiese con «dos verfientes devotos del PNV», pero concedámosle el beneficio de la duda. Yo estuve en la manifestación que aquél soleado sábado de julio se celebró en Bilbao para exigir a ETA la liberación de Miguel Angel Blanco. Había miles de personas del PNV. Miles. Seguramente fue el partido que más efectivos humanos aportó a aquella manifestación. Pero cuando ví el resumen informativo de TVE sólo vi a Aznar, en la cabeza de la misma. Luego me dijeron que las cámaras de TVE había recibido orden expresa de exaltar su figura y de no perderle de vista en ningún momento. Alguien tenía ganas de manipular aquello en beneficio político y electoral propio. Luego salió lo del «Espíritu de Ermua» que fue otra operación mediática diseñada desde el españolismo para aprovechar el impulso de la indignación popular y lanzarla contra el nacionalismo vasco pacífico, que siempre ha condenado la violencia y ha rechazado todos y cada unos de los atentados de ETA. ¿Para qué hacía falta Espíritu de Ermua si ya existía el Pacto de Ajuria Enea? Porque el PP ya se estaba desmarcando de este último y necesitaba otro banderín de enganche, propio y más favorable. Yo siempre he estado en contra del terrorismo y he condenado todos los atentados, los gulags, los maltratos en las cárceles españolas, los asesinatos de ETA, del GAL y del Batallón Vasco Español. He condenado siempre la violencia y sus expresiones, cosa que no todos pueden decir, porque las condenas, en Euskadi, han sido selectivas en muchas ocasiones. Pero no estoy dispuesto a que me manipulen con espíritus salidos de dos tertulias y un titular de prensa, que pretenden manipular la sociedad con finalidades político electorales legítimas, por supuesto, pero que nada tienen que ver con la lucha contra el terrorismo.
Ante el comunicado chulesco de ETA quiero poner en valor las palabras del presidente del PNV, Íñigo Urkullu, que ha considerado que es «un insulto» y resulta «despreciable» que ETA pretenda «arrogarse el papel de garante o valedor del proceso» de pacificación y ha advertido de que el PNV «sólo aplaudirá el comunicado en que ETA anuncie su cese definitivo».
Aplaudo su talante democrático.
«Luego me dijeron que las cámaras de TVE había recibido orden expresa de exaltar su figura (la de Aznar) y de no perderle de vista en ningún momento»…. dice Alderdikide.
Evidentemente no se sabe (ni se sabrá) como obtuvo tan interesante información.
Su práctica es clara: «enmaraña que algo queda».
Pero a pesar de su intento algo vanal, el día del asesinato de Miguel Ángel Blanco fué el principio del fin de muchas cosas y entre ellas el fin de ETA.
¿Pese a quien le pese!