A mediados de octubre de 2010, una nota emitida por el gabinete de prensa del PSE ponía en boca de Patxi López unas palabras que a casi todos nos recordaron las excusas baratas del que pretende justificarse ante sí mismo, para disipar su mala conciencia: «El lehendakari, Patxi López -afirmaba la nota- aseguró hoy que la actitud reivindicativa de su Gobierno respecto a los intereses de Euskadi será «incansable y permanente» y, aunque descartó planteamientos maximalistas, advirtió de que «tampoco aceptará cualquier cosa, por muy socialista que sea el Gobierno de España» con el que se negocie.
Son pocos -si es que realmente hay alguno- los que creen, en Euskadi, que Patxi López es capaz de enfrentarse al Gobierno de Rodríguez Zapatero para defender los intereses de Euskadi. La convicción más generalizada es precisamente la contraria: que no sólo aceptará sumisamente los dictados que vengan de Madrid, sino que los defenderá con uñas y dientes ante la sociedad vasca, como si le fuera la vida en ello. Pero no se trata de una mera convicción subjetiva, sino de una persuasión fundada porque, día a día, el Gobierno que preside da muestras elocuentes de que sus lealtades personales y políticas no se proyectan sobre Euskadi y la sociedad vasca, sino sobre el PSOE y, muy especialmente, sobre sus superiores de Ferraz.