En una entrevista recientemente concedida a un conocido diario -véase El País de 03.01.11- el presidente de Extremadura llamaba la atención de la opinión pública sobre la existencia de una feroz campaña organizada por el PP para hacer que las elecciones autonómicas y municipales que van a celebrarse el próximo mes de mayo, “se conviertan en un Zapatero sí, Zapatero no”. Su reflexión, aunque en una primera lectura pueda parecer simplista, no carecía de interés. A juicio de Fernández-Vara, el eventual triunfo de “la estrategia del PP según la cual Zapatero es el culpable de todo porque todo depende del Gobierno de España”, supondría “un fracaso imponente del Estado autonómico y del municipalismo”, porque sería como dar por sentado que la única instancia pública realmente importante en el marco institucional español es el Ejecutivo central, lo que significa que “sobramos todos” los demás. El presidente extremeño denunciaba en este sentido que “desde los Parlamentos autonómicos se está minimizando el papel de las autonomías, y el PP está en esa operación, echando por tierra 30 años de construcción autonómica”.
Sería francamente interesante indagar en la denuncia de Fernández-Vara al objeto de precisar hasta qué punto la calenturienta obsesión de los populares por anticipar todo lo posible su acceso a La Moncloa -que es, no nos engañemos, donde realmente se encuentra el Poder político; las instituciones autonómicas y las locales permiten, a lo más, gestionar presupuestos y disponer de una cierta capacidad para influir en la vida cotidiana de los ciudadanos, pero el Poder político, escrito así, con mayúsculas, es otra cosa- está contribuyendo a desbaratar la arquitectura autonómica sobre la que descansa, al menos teóricamente, el Estado español. Porque no le falta razón a Fernández-Vara cuando denuncia las arteras maniobras de los populares por trivializar la descentralización política del Estado y hacer que la opción electoral de los ciudadanos se lleve a cabo, incluso en los comicios autonómicos y municipales, atendiendo, excluisivamente, a los éxitos o fracasos cosechados por Zapatero al frente del Gobierno central. Creo, sin embargo, que no sería menos interesante examinar la responsabilidad que los propios socialistas tienen en esa deriva neocentralizadora del imaginario político español. Sin ir más lejos, el mismo predecesor de Fernández-Vara en el cargo que actualmente ocupa, hizo -y todavía sigue haciendo- no pocas declaraciones en la misma línea conceptual que el presidente de Extremadura recrimina ahora al PP: lo único decisivo es el Poder central. La periferia institucional sirve para entretener, pero no forma parte del núcleo del Estado ni de lo esencial del juego político. Uno tiene la impresión de que si los socialistas formulan esta queja, no es porque discrepen, de verdad, de la estrategia de los populares, sino porque, en esta ocasión, esa estrategia no les resulta favorable.