Ayer tuve un día muy ajetreado, pero dispuse de 10 minutos para ojear el discurso que Patxi López pronunció el pasado sábado en el Palacio Euskaduna de Bilbao. Lo primero que me sorpendió fue el elevado número de veces que en el texto se alude al PNV. En trece folios, las siglas del Partido Nacionalista Vasco aparecen recogidas 11 veces. Casi una cita por folio. Demasiadas, probablemente, para quien asegura poseer un proyecto propio y no querer gobernar contra nadie.
A mí, semejante profusión de alusiones a la formación jeltzale me produjo la impresión -aunque admito la discrepancia- de que la alocuión fue concebida desde el complejo. Me dio la sensación de que fue redactada mirando de reojo a lo que piensa, dice o hace el PNV; algo, ciertamente, poco comprensible en alguien que se siente, se concibe y se presenta como líder.
Vivimos tiempos de destrucción de mitos. Todos los días, la prensa del régimen -aquí el único régimen es el español, que impone nacionalidad, Estado, Nación indisoluble, bandera, selecciones deportivas, lengua y pasaporte- nos informa sobre mitos que se han derribado con estrépito o que están a punto de hacerlo en los próximos días. Poco importa si el ciudadano tiene dificultades para identificar como mitos a los que se presentan como tales. Poco importa incluso si la sociedad tiene la impresión de que el mito era, precisamente, el contrario. La prensa del régimen es la prensa del régimen. Y contra la verdad oficial que proclama y transmite sólo cabe la resistencia interior; la opinión callada y clandestina.


Ya estamos en primavera. Un sol radiante nos ha acompañado durante el fin de semana y la floración acusa ya los estímulos propios de la estación. En las ramas de algunos arboles se divisan los primeros brotes y las verdes praderas se nos muestran salpicadas de brillantes margaritas. Ya es primavera en Euskadi.
La coyuntura política vasca ofrece perfiles a los que encuentro una gran similitud con una imagen arquetípica de las películas de vaqueros y, en general, de las hazañas bélicas. En el fragor de un tiroteo cruzado, el protagonista decide llevar a cabo una ofensiva audaz, pero muy arriesgada; casi temeraria. Y para ello, pide a sus compañeros que le cubran. “¡Cubridme!” grita con fuerza el personaje principal, mientras abandona el parapeto tras el que se ocultaba y echa a correr, hacia delante, avanzando posiciones con el apoyo de sus compañeros, que protegen su carrera, intensificando el fuego contra las posiciones enemigas.
Gorka Agirrek utzi egin gaitu. Hilabete luzeetan gaixoaren kontrako burruka gogorrean iraun eta gero, bere gorputz nekatuak amore eman du azkenean. Gaitz larriak ganez egin dio, errukirik gabe, bere iraunpen-indarrari. Goizalde honetan, bere Euskadi maitea utzi eta betikotasunaren aberrirako bidean jarri zaigu.