
Fotografía oficial del diputado Francisco Javier López Alvarez
Los portadores vascos de la verdad publicada -no de «su verdad», sino de «la verdad»- anuncian hoy, con incontenible alborozo, que la proclamación de López como Lehendakari es ya un hecho. El acuerdo se cerró ayer de modo irreversible y Jesús Egiguren, que debe ser un gran especialista en la conducción de las relaciones matrimoniales -todo el mundo recordará que fue procesado por maltratar a su esposa- oficializó el enlace nupcial siguiendo escrupulosamente el ritual que Fernando Savater instituyó años atrás, cuando bendijo, con el elocuente gesto simbólico de la unión de manos, el santo matrimonio político con el que Mayor Oreja y Nicolás Redondo afrontaron las elecciones autonómicas de mayo de 2001.
A Egiguren, es preciso reconocerlo, no le falta un cierto aire abacial. El volumen corporal, la papada, la sonrisa dulce y la mirada mística evocan la mayestática figura de un clérigo obispable. Y en el momento central de la ceremonia, cuando unió, con gran solemnidad, las manos de Oyarzabal y de Ares, su natural donaire sirvió para dotar al acto de una prestancia que difícilmente hubiese alcanzado sin él.