Comienzo el post poniéndome la venda. Ya sé que el sistema político vigente en Euskadi responde a un modelo de carácter parlamentario y que, en consecuencia, el Lehendakari es designado por los miembros de la Cámara legislativa y no directamente por los ciudadanos en elecciones presidenciales expresamente convocadas al efecto.
Lo sé tan bien que en las últimas elecciones generales me desgañité, literalmente, haciendo ver a tirios y troyanos que los debates bipolares celebrados exclusivamente entre Rajoy y Zapatero, constituían un fraude en toda regla al régimen político español -que es, también, de carácter parlamentario- y a su sistema electoral, que está concebido para elegir diputados y senadores y no para elegir Presidente.
Pero, claro, mis alegatos no interesaban. Y huelga decir que quedaron diluidos en la vorágine electoral, como las voces de los extraviados se diluyen en los vientos del desierto. Tampoco creo necesario precisar que los que más hicieron entonces por acallar mis denuncias públicas, son los mismos que ahora me recuerdan en tono didáctico que, en un régimen parlamentario, cualquier investidura es válida si es secundada por la mayoría de los miembros de la Cámara.