Hace unos días publiqué en este blog una nota en la que daba cuenta de dos propuestas que otros tantos intelectuales de la cosa pública -uno vasco y otro catalán- habían formulado en sendos artículos de prensa con el fin de reforzar el marchamo democrático del nacionalismo español, aceptando el reto de convocar, tal y como pretenden muchos nacionalistas vascos y catalanes, una consulta popular que permita conocer, con la mayor precisión posible, la voluntad mayoritaria de los ciudadanos de ambos territorios de cara al ejercicio colectivo del derecho a decidir (Cfr. «Meras fintas», publicado el 24.09.12). En el escrito daba cuenta, asimismo, del fallido intento de incorporar un planteamiento de este tipo a los programas oficiales del PSE, que Odon Elorza protagonizó, con más aspavientos que resultados, en la conferencia política que los socialistas vascos celebraron en Bilbao el pasado mes de septiembre. Una mera finta que en cuestión de horas bajó de las gélidas alturas de un artículo de opinión publicado en El País, al profundo subsuelo de una propuesta que es retirada por su propio autor antes de ser debatida.
Ayer pude comprobar con sorpresa y satisfacción que Francisco Rubio Llorente, catedrático jubilado de Derecho Constitucional, ex vicepresidente del Tribunal Constitucional y ex presidente del Consejo de Estado venía a sumarse a las tesis esbozadas por los autores a los que antes me refería, argumentando, en un artículo gráficamente titulado «Un referéndum para Cataluña» que,
«Si una minoría territorializada, es decir, no dispersa por todo el territorio del Estado, como sucede en algunos países del Este de Europa, sino concentrada en una parte definida, delimitada administrativamente y con las dimensiones y recursos necesarios para constituirse en Estado, desea la independencia, el principio democrático impide oponer a esta voluntad obstáculos formales que pueden ser eliminados. Si la Constitución lo impide habrá que reformarla, pero antes de llegar a ese extremo, hay que averiguar la existencia, y solidez de esa supuesta voluntad. Una doctrina que hoy pocos niegan y cuya expresión más conocida puede encontrarse en el famoso dictamen que la Corte Suprema de Canadá emitió en 1999 sobre la legitimidad de la celebración de un referéndum en Quebec (que, dicho sea de paso, los independentistas perdieron por poco más de 50.000 votos)».
Es una pena que Rubio Llorente no dijera estas cosas cuando ejerció como vicepresidente del Tribunal Constitucional o como presidente del Consejo de Estado, pero estoy convencido de que, pese a todo, su propuesta es interesante. Tanto más interesante cuanto que viene formulada por una persona que, hasta tiempos muy recientes, ha desempeñado cargos destacados y relevantes en la estructura institucional del Estado. Rubio Llorente no es un simple opinador cuyas propuestas se apagarán a la misma velocidad en la que amarillearán las páginas del diario en el que se publicaron. Es un hombre en cuyo criterio y opinión confiaron los dos grandes partidos políticos del Estado hasta el extremo de elevarlo a la vicepresidencia del Tribunal Constitucional y a la cabeza del máximo órgano consultivo del Estado.
Empero, en el pleno de hoy hemos podido comprobar que tampoco su aval cuenta con la fuerza suficiente como para atenuar lo más mínimo la cerrazón imperante en torno a estas cuestiones entre los grandes partidos del Estado. Esta tarde se ha debatido en el Congreso, una Proposición no de Ley con la que ERC pretendía que la cámara instase al Gobierno a transferir a la Generalitat de Catalunya, «en el plazo máximo de 6 meses […] las facultades de ejecución […] para la autorización de la convocatoria de consultas populares por vía de referéndum para que disponga de la facultad de someter las decisiones políticas de transcendencia especial al referéndum de la ciudadanía de Catalunya».
La propuesta era técnicamente defectuosa, pero es evidente que la cuestión no estaba en la calidad técnica de la iniciativa, sino en su transfondo política. Como cabe suponer, la Proposición ha sido rechazada. Sólo contó con el apoyo de 42 escaños, frente a la rotunda oposición de 276. El ascendiente de Rubio Llorente sobre los diputados del Congreso, no llega, al parecer, tan lejos como para relajar el patriótico cierre de filas de los que sienten a España como su nación -perdón, Nación- única y indivisible.
Rosa Díez ha hecho descansar su oposición a la iniciativa con el esencialista argumento de la parte y el todo. No puede ser que Catalunya, la parte, decida lo que sólo puede decidir el todo, es decir, España. Resulta fascinante esa identificación «no-nacionalista» de España con el todo. Lo que España necesita -dijo- es más unidad, no más nacionalismo. Como si en la tradición política española, tan proclive al cuartelazo y al palo y tentetiese, fuera posible disociar la invocación a la unidad, del nacionalismo español más acendrado y autoritario.
Ramón Jáuregui, en nombre de los socialistas -los diputados del PSC prefieren no alinearse en estos temas con los electos del PP- , también tiró, en parte, del mismo argumento, aunque más tarde sostuvo que en las sociedades complejas en las que imperan los sentimientos de identidad y pertenencia compartidos -la mayoría de los catalanes, según él, se sienten tan catalanes como españoles- no se puede plantear soluciones con alternativas extremas. El PP también dijo que no, por boca del diputado Arturo García Tizón. Le bastó, para fundamentar su posición, con recitar una vez más el catecismo constitucional, poniendo especial énfasis en los pasajes de la Carta magna más cargados de esencialismo nacionalista: la soberanía del pueblo español es única e indivisible. El pueblo catalán no es soberano, como tampoco lo es el vasco. En resúmen, que la Constitución es la medida de todas las cosas y lo que no está en su articulado, no existe en la realidad.
Como se ve, las atrevidas propuestas de los arbitristas, no triunfan en las Cortes Generales. El esencialismo nacionalista español es, al parecer, más férreo en el estamento político que en los círculos intelectuales, por complacientes que estos sean con el prontuario ideológico construido en torno a la patria común e indivisible de todos los españoles.
Josu,
Sė que Urkullu es un buen hombre y un buen cristiano.
Si no voy a votarle es sobre todo porque no estoy en Euskadi el día de la elección, pues después de la portada hagiogråfica de nuestro entrañable Correo el domingo pasadoe, sería pecado no hacerlo.
Ese blanco chorro de leche vertiéndose sobre el café. Ese fregado de platos a mano -el lavavajillas se estropeó justo la noche anterior-, ese incio del día en familia.
Pero, Iñaki, hay algo que me haría no votar a Urkullu, y por ende al PNV ese día, de estar en Euskadi. No, no es que porque me atraiga más Mintegi y el cambio rea que creo honestamente que representa (que también, en su caso), sino un detalle de la hagiografía de El Correo Español: el pit-bull.
Lo siento, pero del mismo modo que no podría votar en USA a un tipo como Ryan que lleva camiseta vista debajo de la camisa, no puedo votar a un político que tiene un perro pit-bull en casa.
Espero que me entiendas, aunque parezca una paranoia mía. Aunque, a auién le importa mis paranoias?
Mientras el titular de este grato Blog asegura que él condena siempre toda la violencia a pesar de que todos sabemos que jamás ha condenado el asesinato de Iñigo Cabacas, hoy mismo tenemos que él y su partido, el PNV, apruebna xon su silencio la actuación criminal de hoy de la policía regional Ertzaintza en Bilbao.
La policìa asesina para Vascongadas, ese gran logro del autogbobierno vasco, hito político internacional del que presume el PNV, por poco hoy mata a otros dos ciudadanos más, a dos mujeres en Bilbao.
Los muy energúmenos han atropellado con una de sus furgonetas blindadas a dos ciudadanas junto al Parque de Casilda Iurrizar.
El despreciable DEAI, órgano del PNV, se suma al criminal órgano El Correazo en dar cobertura a la Cipayada, citando el atropello por parte del mismo cuerpo policial armado que mató a otro ciudadano hace unos meses como una anécdota.
El diario criminal El Correazo, ademås, calumnia a los estudiantes que se han manifestado en Bilbao hoy, imputando los destrozos causados por la Ertzaintza en el edificio administrativo del gobiernillo de Vascongadas en GV de Diego López de Haro-85 a los propios estudiantes que protestan por los recortes de dinero al sistema educativo que son destinados por el PPSOE con la ayuda del PNV (según ha prometido Urkullu) a la obra civil del TAV ferroviario radial Vascongadas-Valladolid.
No le veo salida al debate territorial y del modelo de estado mientras sigáis planteándolo en términos patrióticos o étnicos. Así, siempre será un nacionalismo contra otro y en los nacionalismos, como en las religiones, es imposible el acercamiento mutuo, porque se trata de creencias viscerales que no atienden a razonamientos. Cuanto más se releguen las religiones y los patriotismos al ámbito personal y privado y más se alejen de la política, mejor. Mejor para la democracia y para la libertad. El patriotismo es como el tabaco: hay que tolerarlo, pero no es aconsejable.
El estado (cualquier estado) debería ser la suma de sus ciudadanos, de sus ciudades y de sus regiones adheridos libremente y es un vergüenza que en España no sea así a causa del nacionalismo español, pero tampoco tendréis credibilidad los nacionalistas vascos y catalanes mientras baséis los motivos para la independencia (o para una consulta popular) en una etnia, en una nación o en una «minoría territorializada». Nadie se cree, por ejemplo, que los vascos que actualmente son votantes del PP fueran a poder vivir felices y ser respetados en un estado vasco independiente dominado por el PNV y por Bildu. Exagerando un poco, lo tendrían tan crudo como un cristiano en Irán: no le pasa nada mientras no se le note que es cristiano.
Hoy falangistas españoles se han citado en Bilbao con la intención de manifestarse en Albia Lorategiak ante la sede del PNV.
Dónde estaban los militantes del PNV?
Han tenido que ir los magníficos ciudadanos que el Correazo y el despreciable Deia de Bingen Zubiria llaman «miembros de extrema izquierda» de los que me siento orgullosísimo y que desde tan lejos hacen que se me hinche el corazón por su comportamiento quienes les han boicoteado su intención.
Naturalmente los despreciables energúmenos de la Cipayada han salido a defender a la fascistada y han agredido de modo criminal a mi bravos héroes, como no podía ser de otro modo.
Dónde estaba Urkullu? Dónde estaba EGI? Dónde estaban los del PNV?
yo tengo una pregunta para usted: Cui prodest?, y otra afirmación distinguido parlamentario: Dura lex sed lex.
¿que es lo que sus mentes no entienden o no ven?, responda a la afirmación y a la pregunta.
Donatien, eres xelebre, de verdad.
Los fachas han venido a Bilbao a celebrar el dia de la Hispanidad y a defender la unidad de España frente a quienes la ponen peligro.
¿A dónde han ido?
¿A una herriko taberna? NO
¿A un Alkartetxe? MENOS TODAVÍA. Por cierto, ¿Queda alguien en ellos?
¿A la casa de Laura Mintegi? NOOOOO. Vive en Getxo. Es una señorita que oculta sus completos juntàndose con Ibazetas revolucionarios.
¿A una oficina electoral de EH Bildu? TAMPOCOOOO
¿A dónde han ido entonces?
A la sede del partido que considera que es el enemigo a batir.
A Sabin Etxea. A la sede del PNV.
¿A dónde sino?
A los Ibazetas maoistas les ha fastidiado tanto que Ynestrillas y compañía no les tomen en consideración, que han tenido que ir a la plaza de Albia a dejarse ver y de paso a agredir a los viandantes y a romper el mobiliario urbano, que es lo que realmente saben hacer. Lo suyo ha sido una reacción de celos, tipica del que se considera marginado y tiene que hacerse Notsr. Ridícula. De risa. Y ahora viene Donatien (xelebre como siempre) a decir que el PNV no estaba. Ja, ja, ja. Los fachas venían a atacar su sede, y no estaba.
Interesante y triste la visión de Ramóm, según sus argumentos en una Euzkadi/Euskal herria independiente voy a tratar a mis familiares pro-españoles como a un «cristiano en Irán», eso qué significa, que les quitaremos sus derechos ciudadanos, que violaremos su intima identidad también española; bueno, y los que somos hijos de madre española y/o padre español, qué pasa con nosotros, somos «mediocristianos en Iran» o como «moros en españa»?
Si ele estado debe ser la suma de sus ciudadanos, nada más sencillo que reconocer y promover un estado vasco y todos contentos, todos ciudadanos, y todos europeos (o se va a echar a los ciudadanos vascos de europa?)
Otra amenaza más, ánimo Ramon, saca todos los cocos, que todavía no has metido suficiente miedo, no te olvides de comentar que el que no esté en contra del estado vasco no va a cobrar pensión por muchos años de cotización (eso sí que da miedo, sobre todo entre los de más de 50años).
«Minoría territorializada», de qué hablas Ramon, de oidas? Minoría de qué, entre los ciudadanos europeos «territorializados» en el reino de españa?
Qui prodest? Es evidente. El nacionalismo español, que siempre ha sido antidemocrático.
El aforismo dura lex sed lex es del patriciado romano. Hitler se inspiró en él. Ya veo por donde vas tus simpatías.