Durante años, el 14 de abril fue para mí la fecha conmemorativa del día en el que recibí la primera comunión; en Santa María de Bermeo y con el carlista don Ginés Aretxaga como oficiante. Algún tiempo después supe que, en ese mismo día, pero 37 años antes, se había proclamado la II República; un hito histórico que algunos, ya entonces, festejaban con especial delectación. En el Instituto, ya adolescente, estudié lo que supuso aquella etapa histórica y empecé a relacionar los contenidos académicos con los relatos personales de los que la habían vivido. Todavía recuerdo la impresión que me produjo la narración de Patxi Beitia -maestro de dantzaris- cuando le oí contar que él, todavía niño, se encontraba junto a sus amigos frente al ayuntamiento de Eibar cuando se lanzó la proclama y se izó la bandera republicana.
Un día -ya en la edad madura- sentí la tentación de consultar el libro de actas del ayuntamiento de Bermeo, con el fin de conocer -si es que un libro de actas puede suministrar alguna pista válida para ello- cómo se vivió aquella jornada en mi pueblo. Me alegré cuando comprobé que el cambio político operado aquél día, no pasó desapercibido a los bermeanos. El 14 de abril de 1931, en efecto, hubo sesión en la casa consistorial. Una sesión que, si atendemos al fumus que destila el acta, se celebró en un ambiente festivo y solemne al mismo tiempo, con la multitud congregada en la plaza, agitada y expectante.