El entorno mediático de la derecha española festeja, hoy, con ponderada satisfacción, el discurso patriótico con el que José Bono adornó la celebración oficial del 33º aniversario de la Constitución española de 1978. Según refieren las crónicas, su alocución arrancó con un contundente, «hoy es fiesta nacional de España», y apeló reiteradas veces a una «unidad» que, a su juicio, debería hacerse efectiva en los tiempos que corren, por encima de las diferencias ideológicas que separan a los partidos políticos. Una suerte de unidad espiritual que recordaba demasiado a la de «los hombres y las tierras de España» que el punto IV de la Ley de los Principios del Movimiento Nacional elevaba a la categoría de «intangible».
En la prensa conservadora hay comentarios que califican la disertación de «irreprochable». Y tampoco faltan quienes se muestran gratamente sorprendidos -otra cosa es que lo estén de verdad- por el hecho de que una voz socialista sea capaz de vibrar públicamente en tan encendida clave patriótica. En cualquier caso, la impresión que transmiten los cronistas y columnistas es, en general, grata y positiva.
Nada tengo que objetar a todo ello, evidentemente. Ni al discurso, ni a las glosas. Soy respetuoso con la libertad de expresión y, además, siempre resulta interesante ver a los «no-nacionalistas» celebrando sus hitos e iconos nacionales. Hay, sin embargo, un aspecto de lo ocurrido que no puedo dejar de observar. En la mayoría de los casos, el aplauso a Bono va acompañado de severos reproches a los que no participamos en la fiesta. Pero tengo para mí que, en lugar de recriminaciones, les vendría bien formular una reflexión autocrítica. Este año, las ausencias han sido más numerosas que nunca. Y no me refiero a las de los presidentes autonómicos que, como Patxi López, han preferido aprovechar el puente e irse de vacaciones, no. Estoy pensando en las ausencias conscientes y deliberadas, que no han querido participar en la celebración del 6 de diciembre, porque consideran que ese día no tienen nada que celebrar. Al listado habitual de formaciones políticas que nunca asistemos a los actos oficiales organizados por el Congreso para conmemorar el aniversario de la Carta Magna, se han sumado, este año, otras dos siglas: CiU e IU.
CiU siempre se ha declarado favorable a la norma fundamental. Participó en los trabajos de la ponencia constitucional, a través del diputado Miquel Roca Junyent, y pidió el voto favorable en el referéndum convocado para su ratificación. Nunca ha dejado de significarse como un partido constitucionalista. Hoy, sin embargo, considera que se le ha excluido del marco consensuado que en su día alumbró la Constitución. Ya lo anticiparon el año pasado con ocasión de la sentencia del TC sobre el Estatut de Catalunya (véase, el post titulado «Siete años después la Constitución ya no es lo que era», que publiqué en este blog el 02.08.10) . Pero este año pueden alegar, además, el pacto bilateral, sólo abierto a la adhesión incondicional, que el PSOE y el PP suscribieron urgentemente en agosto para la reforma de la Carta Magna. También entonces manifestaron sentirse excluidos del consenso.
Algo similar ocurre con IU. Ha pasado de reivindicar el legado del comunista Jordi Sole Tura en la ponencia constitucional, a ausentarse abiertamente de la celebración del 6 de diciembre, reprochando a los socialistas y a los populares el uso sectario y excluyente que están haciendo de la norma fundamental. Las palabras que Cayo Lara pronunció ayer fueron muy claras: «Hoy no hay nada que celebrar […] Los que han roto el pacto de 1978 festejan lo que violan cada día».
Fuimos 45, si las cuentas no me fallan, los diputados que ayer nos ausentamos de la celebración del 33º aniversario de la Constitución. Casi el 13% del hemiciclo. Nunca antes se habían producido tantas y tan sonadas ausencias. Por eso sorprende que los glosadores del festejo pongan el acento en la intensidad del tono patriótico que inspiró el discurso de Bono. En el autobús se ensalzó más que nunca la patria y su unidad, pero nunca antes había ido tan vacío. Cuantos más se elevan los decibelios del grito patriotico, más son los que se apean del vehículo.
Tienes razón en la reflexión, pero habéis sido 46: «La fotografía que arrojó ayer la conmemoración de los 33 años de la aprobación de la norma la presidieron las ausencias de PNV, Amaiur, Geroa Bai, CiU, ERC, Compromís, BNG e Izquierda Unida. Todos ellos suman 46 escaños, el 13% de la Cámara baja y 3.959.451 votos.» 5+7+1+16+3+1+2+11=46
Eskerrik asko, Juan Carlos. Gracias por tu precisión. Efectivamente, éramos 46. Se me había olvidado computar al diputado de Compromís, a quien pido disculpas por ello. Un cordial saludo.
Cuanto más españolistas sean los españoles, menos gente les queda en la lista. Es bueno que sigan por la vía de Bono. PSOE y PP se van a quedar solos. Como en Euskadi. Defendiendo su cortijo.
Sin embargo ese proceder es bastante infumable. No acudir a la celebración de la Constitución Española es no querer reconocer la gran aceptación que concitó en todos los territorios españoles al aunar ¡por fin! una Carta Magna que recogía todas las sensibilidades y no era una España contra otra.
Es fácil ser cortoplacista e ir a la pequeña política sin tener esa altura de miras tan necesaria en estos graves momentos en que nos jugamos tanto.
Por otro lado el esfuerzo semántico de los nacionalistas es patético. Los partidos nacionales no son nacionalistas porque la esencia del nacionalismo es el centralismo y el pensamiento único.
La Constitución del 78 evitó esa posibilidad y abrió el estado de las autonomías como reconocimiento de una pluralidad que los nacionalistas quieren convertir en disolución.
Los 46 del «no quiero» ahora se sienten muy «maravillosas» pero la verdad es que la inmensa mayoría de los españoles os decimos:¡gracias por nada!
Estimado Josu Erkoreka. Sin entrar en polemicas, el significado de no asistir a un acto «protocolario» como es la conmemoración del día seis, es dejar patente el rechazo al mismo y ausentarse como hizo Cayo Lara (entró al recinto y se puso delante de los microfonos) una expresión de malestar. Bién, nuestro sistema democrático aguanta todo y darle la espalda a la celebración, no significa que se rechace el texto. Por eso convendría que cuando empiecen las sesiones, cada grupo que no asistió diga porqué lo hizo y como y en qué la reformaría. Estamos ya los ciudadanos un poco cansados de oir tantos argumentos que ya no sabemos lo que hay de cierto en los postulados políticos de los partidos. Para mí, la celebración debería pasar a un segundo plano y asistir o no un hecho anecdotico. Lo importante es que con la que nos viene de Bruselas, tendrémos que reformarla si ó si y no como un tramite, sino con todos los refrendos de los pueblos del estado español.
SALUDOS
Ha sido bastante patético escuchar los gritos del parlamentario Gaspar Llamazares (¿pero no decía que se marchaba….?) por no haberle incluido en la mesa del Congreso.
Vista la salida «de pata de banco» el dia de la Constitución no es muy entendible tanto alboroto por permanecer a una mesa constitucional.
CiU tiene bastantes más escaños que I.U. y por lo tanto si debe de estar en la mesa.
Si no sometieron la ultima reforma constitucional a referendum es porque tenian claro el resultado.
Con la que le ha caido a ZP en la calle y la disposicion de los electores en Euskal Herria y Cataluña la foto iba a salir muy movida.
posiblemente no se hubiera aprabado en el resto de España, es dificil saberlo, pero en Euskal Herria y Cataluña hubiera sido un rotundo no.
por otra parte el rodillo bipartidista no puede hacer uso de los instrumentos que tiene la democaracia porque los votantes le pueden contrariar sus planes y ante el pueblo solo tienen que dar cuentas cada cuatro años y ya vemos el resultado
Europa ha hablado (vueno Alemania y Francia para ser más exactos) y por lo visto el control del déficit se ha de meter si o si en las constituciones de todos los paises europeos.
Gracias a la visión del PSOE y del PP en eso los españoles nos hemos adelantado.
Y en su oposición los partidos «pitufos» han vuelto a demostrar que no saben por donde viene el viento europeo.
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