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Archive for 29 de diciembre de 2011

En este complicado fin de año, los teletipos nos han dado cuenta, casi simultáneamente, de la muerte de dos hombres de Estado. Disculpen, pero, pese a su ambigüedad e inexactitud no encuentro una expresión mejor para referirme conjuntamente a ambos: hombres de Estado. Uno de ellos ha sido Václav Havel, escritor, dramaturgo, resistente al comunismo y, tras la revolución de terciopelo, presidente, primero, de la República de Checoslovaquia (1989-1992) y después -tras la división del Estado, pacífica y acordada, entre Chequia y Eslovaquia-, de la República Checa (1993-2003). El segundo ha sido el presidente de de Corea del Norte Kim Jong-Il; hijo del presidente eterno de la República democrática, Kim Il-Sung y progenitor del hombre que él mismo designó para que le sucediese en la cabeza del país, Kim Jong-Un.

Václav Havel, ex presidente de Chequia, recientemente fallecido

«La muerte iguala a todos», reza la grotesca canción del entiero de la sardina con la que en algunos pueblos celebran el fin del carnaval. Y no le falta razón. Todos, grandes y pequeños, ricos y pobres, soberbios y humildes, hemos de cruzar antes o después por el ese umbral que empareja y nivela a todos los seres humanos, con independencia del periplo vital de cada uno. Pero para los que nos quedamos a este lado de la frontera, la estela biográfica de los cruzaron la raya y fueron equiparados por el óbito, ofrece, con frecuencia, perfiles muy diferentes. De ahí que no recordemos a todos de la misma manera. Y de ahí, también, que la memoria discrimine.

Este es, sin duda, el caso de Václav Havel y de Kim-Jong-Il. El primero sufrió persecución y cárcel por exigir dignidad, transparencia y libertad. El segundo hostigó con ferocidad a todos los que planteaban ese tipo de reclamaciones, bajo el pretexto -habitual y sobradamente conocido, por otra parte, en los regímenes totalitarios- de que atentaban contra la seguridad del Estado y la estabilidad del régimen de Pyongyang. El primero combatió el comunismo liberticida del siglo XX. El segundo lo cultivó, lo desarrolló en el plano teórico con el llamado Juche y lo practicó implacablemente hasta el final de sus días. Havel fue un presidente elegido por el pueblo. A Kim-Jong-Il lo eligió su padre, con la misma fe en la transmisión genética de la sangre azul con la que operaban los emperadores de la Edad Media o los monarcas absolutos preilustrados. Havel abrió Chequia al mundo tras cuarenta grises años de oscurantismo y oclusión. El «Querido líder» cerró con siete llaves las puertas de Corea del norte con el propósito de asegurarse el control social interno y conjurar el peligro de la contaminación cultural.

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