Paseando, este largo fin de semana, por un conocido parque de Bilbao, tropecé con una farola en cuya base luce una pintada que resaltaba el símbolo de ETA -el hacha y la serpiente- junto al lema «Bietan Jarrai», que constituye, como se sabe, una invitación entusiástica a persistir tanto en los objetivos políticos como en la estrategia violenta. Se trata de una pintada nueva; reciente. Incluso me atrevería a decir que muy reciente. Hace un mes, desde luego, no estaba ahí.
Por lo que se ve, alguien sintió la necesidad de hacerla días -o semanas- después de que se diese a conocer el cese definitivo de la actividad armada de ETA. Alguien que, al parecer, no está de acuerdo con esa decisión y se sentiría más a gusto si la organización terrorista mantuviese activa toda su potencialidad amenazante, coactiva y violenta. No es el único caso. No hace aún demasiado tiempo -en cualquier caso, fue, también, después de la declaración de cese definitivo- las paredes de Lekeitio amanecieron con unas pintadas en las que se ensalzaba a ETA, en su pasado, en su presente y en su futuro: «Lehen, orain eta beti». Y estoy seguro de que la relación de casos se podría ampliar sin demasiado esfuerzo.