Si el grotesco conflicto que se ha planteado en torno a la asistencia sanitaria que las autoridades de La Rioja niegan cerril e incomprensiblemente a los pacientes alaveses que residen en la zona fronteriza hubiese saltado a los titulares de los medios de comunicación en la época en la que Ajuria Enea albergaba a un Lehendakari nacionalista vasco, el problema hubiera sido mucho más fácil de gestionar por parte de la opinión pública. Los culpables del desaguisado hubieran sido los nacionalistas vascos por su cerrazón, su sectarismo, su obcecado antiespañolismo y su congénita incapacidad para la convivencia civilizada.
Pero el choque se ha producido entre un Gobierno del PP y otro del PSOE, pero que sólo es capaz de sostenerse merced al apoyo que le presta el PP. O para ser más exactos entre el Gobierno que se legitimó ante cierta prensa por la inflexibilidad y la intransigencia con las que reaccionaba ante los «excesos» cometidos por los nacionalistas vascos en el ejercicio de las facultades tributarias contempladas en el Concierto Económico y el «Gobierno del Oasis», que ha arrinconado a los nacionalistas vascos para traer a Euskadi la concordia y el entendimiento eternos. Y-¡claro!- ninguno de los dos puede ser culpable de nada. Ambos se han conducido siempre con arreglo a criterios solidarios de notable altruísmo y generosidad -señaladamente cuando se trataba de hacer frente al egoísmo acanallado de los nacionalistas vascos- y nadie puede concebir que puedan ser culpables de algo. ¿Alguien ha podido olvidar el júbilo esperanzado con el que Patxi López invitó a su toma de posesión a Pedro Sanz, presidente de La Rioja e impenitente impugnador de las normas forales tributarias aprobadas en Euskadi y al entonces presidente de Cantabria, Miguel Angel Revilla, que llegó a sostener que, una vez apeados los nacionalistas vascos del Ejecutivo autonómico, los desencuentros iban a desaparecer y todo iba a ser amor, entendimiento y comunicación entre las dos comunidades del Cantábrico oriental? (Ver, entre otros, «En Euskadi empieza a amanecer», publicado el 10.05.09 y «Dos presidentes que nunca han ganado las elecciones», publicado el 25.07.09). Pues ya ven en qué ha quedado todo aquel alborozo.