El pasado jueves, recién llegados de Madrid, Anasagasti, Azpiazu y el humilde autor de estas líneas participamos en la cena inaugural de la nueva temporada de ópera de la ABAO. Siempre que la agenda nos lo permite -tener la vida cotidiana partida entre Euskadi y Madrid constituye, con frecuencia, un serio inconveniente para atender a los compromisos- solemos atender gustosos a la amable invitación que la Junta Directiva de la asociación nos hace llegar todos los años en los albores del mes de septiembre. Pero en esta ocasión había un motivo especial para no faltar a la cita anual. Se iba a aprovechar el acto para conceder la medalla de oro de la asociación a nuestro compañero en el Congreso y responsable del Grupo Parlamentario en el área económico-presupuestaria, Pedro Azpiazu.
Durante los últimos años, Pedro -en nombre, claro está, del Grupo Parlamentario vasco- ha sabido aprovechar, tan hábil como discretamente, las negociaciones que hemos entablado en Madrid con ocasión de los Presupuestos Generales del Estado, para tejer un apoyo público de la Administración central en favor de la ABAO, que ha contribuido ostensiblemente a mejorar la capacidad financiera de la asociación y, por ende, su margen de maniobra para ofrecer al público una programación más exigente, competitiva y original. No creo exagerar si afirmo que sin la eficaz y silenciosa labor desarrollada por Azpiazu en los pasillos del Congreso, durante el último quinquenio, la trayectoria de la ABAO y su oferta operística hubieran sido diferentes. La relación que desde antiguo mantiene con el presidente de la asociación, Juan Carlos Matellanes, ha facilitado sin duda una relación que, por otra parte, se inscribe sin dificultad en la estrategia parlamentaria del Grupo vasco, siempre centrada en la defensa de proyectos e iniciativas nacidos en Euskadi.
A nadie le molesta que le reconozcan públicamente el trabajo llevado a cabo. No hace falta ser un vanidoso engreído para que el reconocimiento público te produzca satisfacción. Y esto ocurre de manera especial en el ámbito de la política, donde tan habitual resulta encontrarse con interlocutores desagradecidos que desaparecer de escena en el momento mismo en el que fructifican las gestiones que han reclamado. Por eso asistimos al acto, no solo contentos, sino encantados. Para un bilbaino neto como Pedro, del Athletic, de Iberdrola y hasta de la virgen de Begoña, es, sin duda, un gran honor, recibir el reconocimiento de una institución tan emblemática en la historia cultural de la villa, como la ABAO.
Zorionak, Pedro.
Katalin Medvecky -lo último que sé de ella es que andaba por Hawai- me dijo que una colegaa suya le comentó que en Bilbao es donde más le habían pagado por cantar. Parece que Azpiazu tiene alguna responsabilidad en que la OLBE pague tan bien, lo cual no nos hace olvidar otras circuinstancias más «hot» políticamente hablando como que que Beloki tira la toalla y que Erkoreka no tendrá que enfrentarse a Otegi.
Hombre, Donatien, afortunadamente, no todo el mundo es em Bilbao tan mezquino como tu. El espiritu bilbaino es muy otro: mas generoso y abierto. Como dice el Gernikako arbola: «eman ta zabal zazu munduan frutua…»
Si ETA no hubiese provocado en Bilbao, durante 50 años de iniquidad, los destrozos que ha provocado. Todavia se les podria pagar mejor a los artistas invitados. Donatien, a ver cuando les dices que paren.
Donatien, ¿y cómo no te fuiste con ella a Hawai? Ahora estarías soñando con la Euskal Herria de los intrépidos chicos del cocktail molotov desde una playa soleada, viendo a los surfistas evolucionar con las olas.
Si fuera por la gente como Donatien, en Bilbao no habría más cultura que las goitibeheras y el botellón de Barrenkale-Barrena. Cutrerío putrefacto con ínfulas de revolucionario pacato. Eso sí, todo barato-barato como lo que venden los Iñakis de Camerún.
Totalmente de acuerdo.pero esta cuenta no empieza con Pedro Azpiazu.Empieza bajo Aznar y la abrio Jose Joan Gonzalez de Txabarri a quien nadie ha reconocido jamás su trabajo.Honrar,honra.No es critica.Es completar este buen post.
Alderdikide? Del Alderdi Popularra, debe ser, el tal alderdikide…
Hemos de deber a Franco que Maria Callas cantara en Albia Koliseoa? Por favor.
Me gustaría recordar al melómano Inaki Anasagasti y a Boderias -y al propio titular de este grato Blog y autor del artículo-, que Callas cantó (o sea, fue bien pagada), pues una diva no se levanta de la cama por menos de 1 millón de dracmas, por decir algo) bajo Franco, que no «bajo Aznar», cuando no había Temporada de Opera en Madrid.
Por favor, un poco de cultura. La temporada de Bilbao ha existido por encima de Aznar, Franco y Azpiazu, como consecuencia de una demanda, una organización y una vitalidad bilbaina civil ajena a conducciones políticas.
La última vez que estuve en una opera de OLBE fue justamente ahí. Don Carlo.
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PUrrusta,
Ahora ha vuelto a Las Vegas, adivino. Crees que estoy para esos trotes? Yo solo puedo seguir el ritmo de vida centroeuropeo, Viena y Budapest.
Un amigo me avisa que he sido citado en este blog y que sería interesante conocer los intríngulis de estas negociaciones.
Zorionak, Pedro, lehenengo eta behin, ABAOren Urrezko Domina zureganatu duzulako! Eta zorionak ABAOri aurrera daraman lan bikainarengatik! Barka, baina, ABAO ez da bilbotarra bakarrik, euskaldun guztiontzat da ohore handia Bilbon horrelako opera-denboraldia izatea.
La consolidación de la temporada de ópera en Bilbao en los parámetros de calidad que conoce hoy son el fruto del esfuerzo de muchísimas personas a lo largo de décadas. Me ha tocado conocer en directo determinadas vicisitudes desde 1991. En mi condición de Viceconsejero de Cultura introducimos en los presupuestos del Departamento partidas consistentes para la ABAO. Iñaki Irusta, a la sazón presidente de la Asociación, dió un salto cualitativo relevante en la potenciación de la temporada de ópera. Siendo Diputado en Madrid mano a mano con Iñaki Irusta intentamos convencer a los responsables del Ministerio de Cultura de la excelencia del programa de la ABAO y de la necesidad de involucrar al Ministerio de Cultura en la financiación de dicha temporada.
La oportunidad se produjo en la negociación presupuestaria en la que el PSOE no tenía mayoría absoluta. Joaquín Almunia era el interlocutor del Grupo Socialista. Jon Zabalía el responsable de presupuestos por el Grupo Vasco. Hubo mucho debate sobre si procedía pactar o no. Había quienes sostenían que si no había acuerdo de fondo con los socialistas sobre temnas estructurales, nada de nada. Otros opinaban que lo importante era la macroeconomía y que presentar lo que llamaban «enmiendas de campanario» no tenía sentido. Se optó por incorporar enmiendas que beneficiaban de forma clara a la gestión cultural de las instituciones vascas de referencia: En el mundo cultural: Euskaltzaindia, Eusko Ikaskuntza, La Bascongada, El Festival de Cine de Donostia, El Orfeón donostiarra, la Coral de Bilbao…
Se produjo un salto cualitativo relevante.
Joaquín Almunia ejerció de bilbaino y fue receptivo a las propuestas que se le formularon. Paco Larrakoetxea, presidente de la ABAO en la época recibió la noticia con alegría y dinamizó el programa de la ABAO en consonancia con las nuevas posibilidades.
Se suele decir que lo difícil es abrir la puerta a subvenciones nominativas en los presupuestos. Estos programas con determinadas oscilaciones se han consolidado año tras año.
La presidencia de juan Carlos Matellanes ha elevado el listón y dejado el pabellón bien alto.
Hay muchas formas de hacer País y ésta es una de ellas: pasito a pasito consolidando los programas de casa.
Bien, Joxe Joan, has dado una lección para los zoquetes como Donatien, que se creen que las cosas caen del cielo. Hoy no sería posible traer a María Callas con el dinero que pagan los abonados. Tengo entendido que más de la mitad del presupuesto anual de la ABAO procede de las subvenciones del Ministerio de Cultura gestionadas por el PNV en Madrid. Si fuera por la gente como Donatien, ayer mismo los kaleborrokas de Bildu hubiesen tomado el pretexto de Kukutza para incendiar el Euskalduna y la sede de OLBE. Mientras unos construyen, otros destruyen. La medalla de oro concedida a Azpiazu deja bien a las claras que es lo que prefieren los que dirigen la asociación operística bilbaína: apoyo, respaldo y mejora de la programación.
Para Furundarena con Franco vivíamos mejor, se conoce.