Este domingo, el excelso presidente que dirige los destinos de la Euskadi del cambio -de esta Euskadi en la que, por fin, empieza a amanecer de verdad- nos premió a los afortunados ciudadanos que tenemos la suerte de residir en esta Arcadia feliz en la que su ingente labor de estadista está convirtiendo el País Vasco, con cuatro entrevistas -cuatro- publicadas en otros tantos diarios. Improbo esfuerzo el suyo, después de las merecidas vacaciones que ha disfrutado.
Sería imposible comentar en el marco de un post, todos los deslumbrantes rayos de luz que López proyecta en ellas, sin sumir a los lectores en un sopor tan tedioso como poco recomendable en las veraniegas fechas en las que nos encontramos. Permítaseme, por ello, guardar las entrevistas para mejor ocasión -que tiempo habrá para dedicarles la detenida atención que merecen- y limitarme, por ahora, a seleccionar sus contenidos más reseñables, con el fin de enhebrar unos comentarios que, de puro humildes, apenas se han fijado más objetivo que el de dar satisfacción a la necesidad que su autor tiene, de consignar diariamente por escrito unas breves y embarulladas notas sobre la feliz realidad que nos rodea.