Al hilo de las entradas sobre Pedro Eguillor que la semana pasada introduje en el blog, algunos amigos se han interesado por los trabajos de Ernest Lluch que cito en el primero de ellos. Esos que tan poco gustaron a Jon Juaristi y que, al parecer, siguen provocando su santa irritación.
Ernest Lluch escribió bastantes artículos sobre la ingente y generosa labor que algunos de los más eminentes intelectuales vascos estaban desarrollando, desde los albores de los años noventa -no pocos de ellos, por cierto, en llamativa y flagrante contradicción con lo que habían dicho y escrito con anterioridad- para deslegitimar el nacionalismo vasco -básicamente al PNV, para entendernos- y ensalzar las virtudes del nacionalismo español por aquellas épocas intentaba apadrinar el líder de los populares don José María Aznar López. Una digna representación de estos artículos -muy sabrosos, por cierto y de más que recomendable lectura- se encuentran publicados en el libro recopilatorio titulado Ultimos escritos, cuya primera edición salió de la imprenta en primavera de 2005.
Los que yo tuve en cuenta para elaborar el post, sin embargo -básicamente dos, aunque podrían citarse algunos más- no se encuentran en esta publicación, porque pertenecen a una época anterior. Fueron publicados en 1995 y, hoy, me temo que resulta difícil acceder a ellos al margen de las hemerotecas formalmente organizadas como tales. El primero, lleva por título Sabino Arana y Sanchez Mazas y se publicó en el tandem El Correo/El Diario Vasco el 26 de septiembre de 1995. El segundo vio la luz pocas semanas después -el 19 de octubre del mismo año- en las mismas cabeceras. Se titula Nacionalismo vasco-españolista.
Aunque no tengo por norma reproducir íntegramente en el blog escritos firmados por otras personas, la insistencia con la que algunos me han pedido que diera a conocer estos artículos, me anima a hacer una excepción en la pauta establecida y ceder a su solicitud.
En esta entrega, reproduciré el primero de los dos artículos citados. Y sería conveniente tener en cuenta que fue redactado antes de que el escritor Javier Cercas diese a conocer al gran público la figura de Rafael Sánchez Mazas mediante su conocida obra Soldados de salamina. Después de que la obra de Cercas viese la luz y el cine le permitiera acceder a los rincones a los que nunca llega la letra impresa, todo el mundo vio con claridad que el universo lírico de Sánchez Mazas, cargado de metáforas militares, de sangre, combate, guerra y sacrificio, dotó de enérgicos nutrientes a la horda violenta que defendió la España auténtica en la Guerra Civil, frente la monstruosa no-España de los rojos y los separatistas. Pero Ernest Lluch ya anticipaba estas cosas en 1995.
A mi, personalmente -no me importa confesarlo- ni las Pequeñas memorias de Tarín, ni la Vida nueva de Pedrito de Andía, me parecen obras particularmente peligrosas desde el punto de vista de su potencial para inducir a la violencia. Pero mi juicio, lo admito, no es equilibrado, porque la segunda de ellas se desarrolla en un lugar -en el palacio Txirapozu de Busturia- al que me unen fuertes lazos afectivos. El escudo del palacio pertenece a la casa solar de Uriarte-Zurbituaga, que estuvo situada en Bermeo, junto a la torre Ercilla, y en la obra se alude varias veces a la rama bermeana de la familia, a la que se caracteriza, por cierto -cosa inevitable, por otra parte, en el imaginario popular de la Busturia tradicional-, como una rama muy singular por su vinculación al puerto y al mundo de la pesca.
Con todo, la tesis que Lluch empieza a esbozar con este artículo -la tesis que a tantos molesta e inquieta- es la siguiente: frente a la creencia general de que, entre los vascos sólo han tomado cuerpo expresiones nacionalistas de corte vasquista, expresiones xenófobas y pontencialmente violentas, basta un vistazo al pasado para comprobar que han existido, también, focos nacionalistas españolistas, muy intolerantes, muy poco democráticos y mucho más predestinados hacia el exabrupto violento que las inofensivos pasajes de Sabino Arana que con frecuencia se citan para denostar al personaje.
He aquí, sin más preámbulos, el primer artículo de Lluch:
Sabino Arana y Sanchez Mazas
Periódicamente, aparecen artículos que glosan los aspectos menos democráticos y más extraños a la actual cultura que están inscritos en la obra de Sabino Arana. Son artículos que normalmente los escriben peronas que podríamos denominar progres. Es un terreno ya conocido y espectacularmente rentable ante quienes ignoran la situación de las ideas políticas y sociales a fines del siglo pasado y comienzos de éste. Recuerdo que estos pasajes de la obra de Arana también me sorprendieron desfavorablemente cuando los leía en un volumen de Obras Completas editadas, si recuerdo bien, en el Buenos Aires del exilio. Mantengo mi extrañeza y también mi separación.
Sin embargo, conozco perfectamente que los hijos, los nietos y los biznietos de Sabino Arana no han partido de estos fragmentos en acción política concreta, sino de lo que podríamos denominar su impulso para el reconocimiento de la personalidad vasca y la defensa del vascuence como lengua propia del país. Me parece que harían bien sus descendientes considerando que esta parte discutible de la obra de Sabina Arana solamente constituye una protohistoria del PNV. Un impulso que debe ser reconocido, o que yo al menos reconozco, como un factor decisivo en la reciente historia del País Vasco y en la defensa de sus características nacionales. Pero me parece, como acaba de declarar Román Sudupe, que un PNV moderno tiene que arraigarse con mayor énfasis en la obra más reciente de José Antonio Aguirre. Lamento que este hombre, con algunos rasgos comunes con el político que Hugh Thomas ha considerado el más importante del siglo XX, Franklin Delano Roosevelt, aparezca muy desdibujado entre los suyos. Tan desdibujado que, en una reciente comida que mantuve con dos amigos en el batzoki del barrio donostiarra de El Antiguo, me sorprendió que su fotografía estuviera colocada en un buen lugar.
Me parece que hace bien quien continúa preocupándose por los citados fragmentos de Sabino Arana, como es el caso de Antonio Elorza, pero no creo que se estén preocupando por estragos que pueda ocasionar en la actualidad. Lo dice quien no es de la parroquia pero conoce cuál ha sido el comportamiento del nacionalismo vasco al lado de la libertad y de la autonomía. Otra cosa, insisto, es que sería preferible que se estableciera una línea de demarcación más precisa y que destacara más la figura del modernizador lehendakari Aguirre.
A mí me preocupan muchísimo más que los fragmentos de Arana los de Rafael Sánchez Mazas. Vero con preocupación que a una parte de los estudiantes de enseñanza secundaria del conjunto de España se les hace leer una novela de este bilbaíno de adopción. Me refiero a La vida nueva de Pedrito de Andía. Es una novela de fácil lectura y de una estructura y de una técnica realmente destacable, pero con unos contenidos falangistas absolutamente indiscutibles.
He podido comprobar, además, que en algunos institutos se explica que ésta es una obra que no tiene nada que ver con la ideología de su autor. No solamente lo dicen algunos profesores, sino que he podido leer cómo un crítico literario como García Posada, o un notario como Juan José López Burniol la consideraban recientemente una obra intocada y absolutamente angélica en relación con las ideas políticas del autor.
Subrayarlo es altamente necesario, puesto que no se puede olvidar que Rafael Sanchez Mazas fue el autor de la letra del himno falangista Cara al Sol o que como el grito de ¡Viva España! le parecía poco, se le ocurrió proponer, y consiguió, que fuera sustituido durante el franquismo por el de ¡Arriba España!. Fue también el autor de la Oración del ausente que le encargó el fundador de la Falange, José Antonio Primo de Rivera. Podríamos añadir que fue quien, en 1923, en las páginas de ABC, propuso que a los catalanes, a los gallegos y a los vascos se nos marcara con una letra E. Una propuesta que no puede ser considerada con la superficialidad que lo ha hecho López Burniol, puesto que algunos amigos de Sánchez Mazas consiguieron que fuera realidad en la Alemania de los años treinta.
Los defensores de que los estudiantes se pueden formar con la aludida novedad consideran que en Sánchez Mazas hay un periodo posterior a 1939. Olvidan de entrada que entre esta novela de 1951 y una publicada en 1915, Pequeñas Memorias de Tarín, hay una gran similitud, tal como ha destacado Ignacio Eleizalde. Por matices supuestamente racistas se está discutiendo si hay que retirar de los institutos norteamericanos Las aventuras de Huckelbery Finn, de Mark Twain. Además hay que recordar que ese supuesto gran cambio de Sánchez Mazas a partir de 1939 no es posible, puesto que en 1957 publicó un libro con sus artículos que contenían las posiciones más acentuadas de un nacionalismo españolista dictatoria y excluyente.
Por otra parte, la argumentación de La vida nueva de Pedrito de Andía contiene aspectos realmente poco ejemplares. Así, el protagonista realiza escenas de violencia como disparar balas –siempre va armado- lanzar un hacha a dar o descalabrar a un adversario de una manera violenta. Cuando se enfrenta a alguien, Pedrito lanza el insulto de puercos judíos, mientras que él se define como cristiano.
Hay una frase significativa cuando se enfrenta con un niño inglés al etilo de los tebeos radicalmente falangistas de Roberto Alcázar y Pedrín: “Vas a tocar la cara de tu padre, lechuzo, pero no la de este cristiano”. La violencia del protagonista, basada en el peor militarismo, hace que desee que cuando sea mayor haya grandes guerras y que prefiera un cielo de banderas a un cielo de nubes. Delante del Árbol de Guernica cita a España, por encima de la cual sólo está Dios, sin referencia alguna al País Vasco. Algún día habrá que estudiar si de aquel nacionalismo españolista autoritario y violento como el de Sánchez Mazas, forjado por un núcleo bastante amplio de intelectuales vascos, no existe, lamentablemente, un reflejo en las juventudes autoritarias del nacionalismo radical vasco.
Por todas estas razones me preocupa mucho más que una parte de nuestra juventud se continúa formando con una novela falangista como es Vida nueva de Pedrito de Andía que unos fragmentos de Sabino Arana que, siendo rechazables, no han sido los que han dado continuidad a la vertebración íntima de la fuerza política que estableció. Lo escribo estando situado en otros parajes ideológicos, pero explicando las cosas como me parece que son”
«…Algún día habrá que estudiar si de aquel nacionalismo españolista autoritario y violento como el de Sánchez Mazas, forjado por un núcleo bastante amplio de intelectuales vascos, no existe, lamentablemente, un reflejo en las juventudes autoritarias del nacionalismo radical vasco.»
Delirante. Pero en fin, sigamos leyendo. Sigamos.
Por cierto, un inciso comprensible al hilo de la actualidad. Como veis en este magnífico video del propio Ministerio del Interior, su titular, sr. Hortefeux, después de reportarnos que han confiscado con gran orgullo 4.700 (en letra Cuatro mil setecientas) armas de distinto calibre a ETA, nos dice que:
«En este momento tenemos 172 personas encarceladas en Francia por temas de separatismo vasco».
Podéis escuchárselo hacia el minuto 5:45. Voici:
http://www.interieur.gouv.fr/sections/a_la_une/toute_l_actualite/international/rencontre-homologue-espagnol
Luego Rubalcaba ha soltado su arenga de consignas tabernarias o propias de palco del Bernabeu, pero no ha llegado a corregir a Hortefeux ni ha mencionado al Grapo.
Se entiende.
Pues a mí, la frase de Luch me parece bordada. «Las juventudes autoritarias del nacionalismo radical vasco». Las que rompen escaparates y preparan cocteles molotov. Las que cruzan vehículos y dan fuego al mobiliario urbano. Las que insultan a la gente que pasea por la calle si no se pliegan servilmente a sus órdenes chulescas. Yo sólo le quitaría lo de «nacionalismo». Lo dejaría en «juventudes autoritarias del radicalismo vasco».
Está muy bien desempolvar las bibliotecas. Como los medios de comunicación parecen haber olvidado que es su cometido hacerlo, me alegro que Josu nos recuerde ciertas cosillas para hacernos pensar. No añado nada más al comentario de Josu. Gracias por las informaciones.
Algún día habrá que estudiar si de aquel nacionalismo españolista autoritario y violento como el de Sánchez Mazas, forjado por un núcleo bastante amplio de intelectuales vascos, no existe, lamentablemente, un reflejo en la conducta del PSOE de los annos ’80, cuando el malogrado Ernest Lluch ejercía como ministro del colegiado gobierno que amparó a los Grupos Antiterroristas de Liberación, o incluso en la del PSOE de nuestros días que mandó anoche mismo a su policía a Ibarra a apalear a sus vecinos.
Es una tarea pendiente, probablemente.
Desde Catalunya cuesta mucho entender la realidad vasca. Más que desde Castilla, quizás por estar más lejos y pertenecer a un ámbito cultural que incluso es más ajeno.
Existe, eso sí, una gran facilidad para comprenderla, para aceptar el nacionalismo vasco -en contraste con lo que sucede en la Castilla imperial- y respetar e incluso apoyar sus apetencias (recordemos el apoyo de Companys a Agirre y a los refugiados o en nuestros días la solidaridad con la clausura armada rojigualda de periódicos vascos), justamente por su exotismo y por coincidir la circunstancia de ser el catalán otro pueblo injustamente oprimido como tal y por anadidura por los mismos que oprimen al vasco.
Sin embargo eso no significa que se entienda lo vasco desde el egregio principado mediterráneo.
Pese a que ambos países compartan ese espacio común que es el Pirineo y conozcan los concursos de perros pastor (de análogo pedigree, si no son el mismo el catalán que el vasco), que haya toponimia vascófona (Val d’Aran) allí y toponimia occitana (Mondragón, etcétera) allá, la realidad (y a veces los intereses antitéticos, algo natural en relaciones internacionales) es que en Catalunya no tienen ni idea de Euskal Herria.
Lluch fue un paradigma de ello, según Erkoreka nos deja ver.
Lluch realizaba el esfuerzo de acercarse al nacionalismo vasco sin la causa ya juzgada, lo que no es muy común entre los políticos españoles. Lo hacía desde el sentido común y -aunque a algunos en ambos extremos no les guste oirlo- el cariño por Euskal Herria. Por eso su opinión molestaba tanto a quienes se empeñan en echar leña al fuego y azuzar el odio en ambas direcciones.
Imagino que tendía un puente que había que dinamitar y le tocó a ETA hacerlo, aunque también podría haberlo hecho el Batallón Vasco Español.
Recuerdo ,muy nítidamente y con mucho cariño, las palabras de Genma Nierga tras la manifestación de repulsa por su asesinato en Barcelona. Sentido común, serenidad, empatía y respeto. Esa era la escuela de Ernest Lluch y por eso le mataron.
Besarkada Josu!
JELen agur
Espectacular Lluch. Ya me apetecían estas entregas y la primera ha sido deliciosa y la comparto al 100%, incluído el penúltimo párrafo de la polémica.
Cuántas familias que bebían del espírit de Sanchez-Mazas se han encontrado con hijos de la Izquierda Radical vasca. Y la pregunta es…¿realmente los hijos plantean una diferencia con los padres? La respuesta es que, esencialmente, no. La diferencia es sólo estética, plástica. El totalitarismo es el mismo con la multitud de expresiones que nos queramos imaginar.
Lo único que no comparto, como dice Gurrutxaga, es la palabra «nacionalismo», porque el nacionalismo NUNCA ha sido totalitario.
Una precisión para los que consideren a Lluch como un catalán ajeno a Euskadi. Ernest perteneció a una familia de comerciantes que, desde muy joven, le llevaron -supongo que, entre otros, por motivos de negocio- a Donostia. Lluch conocía bien el País Vasco. Sobre todo Gipuzkoa y Donostia, pero también Bilbao. Pasó en Euskadi muchísimas jornadas de trabajo y también de ocio. Conocía desde antiguo su sociedad, sus gentes y sus hábitos y costumbres. Aunque sus investigaciones históricas no se centraron de manera primordial en el País Vasco, en su etapa de madurez dirigió -me consta- sólidas investigaciones sobre el pensamiento económico de los ilustrados vascos. Bajo su magisterio, investigadores vascos han elaborado tesis doctorales que permiten conocer y profundizar en la obra de personalidades históricas como Valentín de Foronda o Nicolás de Arriquibar. En sus últimos años promovió, junto a Herrero de Miñón, una vía para la interpretación jurídico-positiva de los derechos históricos vascos que resultó muy sugerente para algunos, pero provocó las iras de los sedicentes no-nacionalistas de la «patria común e indivisible de todos los españoles»
Lluch era socialista, sí, pero su concepción política no ignoraba lo nacional. En su obra se advierte una seria preocupación por el respeto al pluralismo cultural y lingüístico. Se declaraba partidario del modelo austracista, algo que nunca le perdonaron los correctos de la intelligentsia politica del momento.
No era nacionalista vasco pero, incluso quienes discreparon radicalmente de sus planteamientos teóricos, deberían leerse la nota necrológica que Jon Juaristi le dedicó tras su muerte -un excelso gesto de sensibilidad- para simpatizar con él.
Juaristi se hecho hebreo también, no?
Porque tanta pulcritud con un libro de texto? No es mejor enseniar con lo que hay y saber educar al alumno o persona con un espiritu critico?
Nos educamos con lo bueno y con lo malo. Lo mejor de todo es saber educar no haber sido el producto de una limpieza de literatura o estanterias. Uste dut.
Se aprende mas de un sistema adaptable, externo, de donde podamos sonsacar lo que hay, ahora y en el pasado, y el alumno aprenda pedagogia. Que segun tengo entendido relaciona los problemas exteriores, culturales, familiares, sociales, con el buen hacer del profesorado y personal docente.
Lo que comentas tiene mas connotaciones morales de quien es mejor o peor Euskaldun?
Gabon.
Juaristi se hecho hebreo también, no?
Es pirateria escaparse de la cultura propia? Me suena a Oliver Twist, el Juaristi se ha hecho hebreo tambien, no?
Que ha pasado en esa cultura que todos se han pasado a ese bando? Les persiguen? Son pobres?
Perdona Donatien que haya «pillado» tu comentario de esta manera.
Personalmente era uno de mis libros favoritos de joven.
Izugarri iruditzen zait egiten duzun lana. Eskerrik asko.
Me remito, Mariasun, al comentario que «El Unicornio Negro» ha realizado en la segunda entrega sobre Lluch al respecto.
Hoy El Correazo miente de nuevo diciendo que ETA se enfrentó al Guggenheim, pero su catadura va más allá y asegura ahora además que también atacó o se posicionó en contra de MetroBilbao.
Te sientes mejor, Josu?
D.
No, Donatien. No me siento mejor. Yo daba por supuesto que ETA hizo campaña a favor del Guggenheim y que llenó todos sus comunicados de la época con abiertas y entusiásticas proclamas en favor de ese proyecto cultural que, sin embargo -¡Oh sorpresa!- la Izquierda Independentista que lo único que quiere es una Euskal Herria como Suecia, criticó con todas sus fuerzas y a través de todos los medios a su alcance. Nunca antes -ni después- ETA y los BOLTXEs dijeron cosas tan diferentes.
Sobre el Metro de Bilbao… ¿sabías que se inauguró en medio de una gran manifestación de los habituales anti-?
Vaya, pues no me enteré, y eso que yo sí me leo los Comunicados de esa organización! Tampoco me enteré de esa manifa antimetro de la Izquierda Abertzale. No sabía yo que estábamos en contra del Metro. Por qué razón, por cierto?
De lo que sí me enteré es de que fue ETA quien bombardeó trenes en Madrid repletos de gente en 2004. Hasta lo confirmó Ibarretxe, a quien le faltó tiempo tras que lo hiciera Acebes! Incluso antes que Aznar! Concretamente bajo el calificativo, hacia ETA y la Izquierda Abertzale, de «sabandijas». Por qué razón, por cierto?
Feliz semana!
D.
Una curiosidad: ¿Porqué fue ese el último -y único- atentado que ha condenado Otegi? ¿Por qué en ese caso fue posible lo que no ha sido factible con el asesinato de Inaxio Uria?