Esta tarde, cuando expurgaba los periódicos viejos que tenía acumulados junto al sofá -me refiero a la postrera selección de artículos, reportajes y entrevistas que permite identificar los que merece la pena conservar antes de someter el resto a la cadena de reciclaje- he tropezado con una interviú que el secretario general del PP de Euskadi, Iñaki Oyarzabal, concedió hace unos días a un medio escrito muy conocido en Euskadi.

Oyarzabal intercambia papeles con Eguiguren durante la conformación del bipartito áulico vasco
Me ha llamado la atención el desparpajo con el que un miembro insigne de un partido bajo sospecha de corrupción -pase lo que pase con la suerte judicial de Camps, el caso Gürtel seguirá marcando al PP durante mucho tiempo- se permite descolgarse con afiladas invectivas contra un PNV del que afirma que «después de 30 años en el poder, [en su entorno] ha habido muchos grupos, empresas, una red de conseguidores muy importante». Que en una formación política desde cuyo seno, durante las últimas semanas, se nos ha estado recordando con una frecuencia inusitada que la presunción de inocencia es un derecho fundamental reconocido -también- a sus cargos y militantes, haya militantes como Oyarzabal, que piden «levantar las alfombras» de los demás, mientras aseguran que ellos -los populares- son «muy modestos», no deja de resultar desconcertante.