El próximo lunes, 15 de octubre, se cumplirá el 75º aniversario del fusilamiento en Santoña del alcalde jeltzale de Deba, Florencio Markiegi (Polentzi). Un hombre bueno, abierto, profundamente creyente, generoso, solidario, radicalmente demócrata, euskalzale y nacionalista vasco de una pieza, que cayó fulminado por las balas en la playa de Barria, junto a otros 13 hombres de diferentes filiaciones políticas que, como él, habían sido procesados y condenados por ofrecer resistencia a la sublevación militar auspiciada por el general Franco.
75 años constituyen, sin duda, un período de tiempo lo suficientemente amplio como para activar la memoria y rescatar del olvido la figura de una víctima del franquismo, que padeció en propia carne la agresión y la injusticia de un régimen intolerante y liberticida, que persiguió con saña al discrepante y se asentó sobre la violencia y el terror .
El hombre
Florencio Markiegi Olazabal nació en Deba el 6 de enero de 1898, siendo bautizado en la iglesia de Santa María bajo el triple nombre de Florencio José Valentín. Sus primeros años se desarrollaron en un entorno familiar profundamente creyente; algo, ciertamente, poco excepcional en una gran parte del País Vasco de la época. Fue tan intensa la formación religiosa que él y sus hermanos recibieron en casa, que tres de los seis hijos que alumbraron sus padres -exactamente la mitad- llegaron a abrazar el estado religioso: dos -Joseba y Peli- se ordenaron sacerdotes seculares y una de las hermanas profesó como monja. El primero de ellos, por cierto, también fue fusilado por las tropas franquistas, junto a los prebísteros Joaquín Arin y Leonardo Guridi, que compartía con él quehaceres pastorales en la parroquia de Arrasate. Se les acusó a todos tres del gravísimo delito de cultivar el euskera y desarrollar su actividad parroquial en lengua vasca. Paradojas de la cruzada franquista en el País Vasco, que se propuso defender la fe de Cristo a base de fusilar curas indefensos y asesinar católicos confesos.
Florencio no tomó estado religioso, pero participó igualmente en grupos y asociaciones eclesiásticas reservadas para laicos: presidió la Congregación local de San Luis Gonzaga, patrón de los jóvenes y ocupó, también, la presidencia de la Adoración Nocturna de Deba.
Como gran parte de los militantes del Partido Nacionalista Vasco de aquella época, Markiegi vivió su compromiso político en estrecha conexión con la fe católica. Política y fe eran, para él y para muchos de sus compañeros de militancia, las dos caras de una misma moneda, que se expresaba a través del conocido lema sabiniano Jaungoikoa eta Lege Zaharra. La divisa bajo la que Markiegi dio cuerpo a su biografía política, construida igualmente sobre la doble columna de la fe y el nacionalismo, la expresó en varios de los escritos que escribió a sus familiares y conocidos la noche previa al fusilamiento:
Gora Euzkadi askatuta
Jaungoikoari bakarrik lotuta
Su relación con el PNV fue bastante temprana. Ya en los años veinte ocupó la secretaría de la organización municipal y la presidencia del Batzoki de Deba. Más adelante, ya en la II República, formaría parte del Consejo Territorial del PNV en Gipuzkoa -el Gipuzko Buru Batzar– y del Euzkadi Buru Batzar. Candidato en las elecciones municipales de 12 de abril de 1931, fue elegido concejal y, en el primer Pleno del mandato, recibió el apoyo de sus compañeros para acceder a la alcaldía de su localidad natal.
A mediados de los años veinte, Markiegi desposó a Maritxu Gárate con la que tuvo tres hijas: Itziar, Lore y Nekane, que todavía viven en Argentina.
La actividad política
Aunque su vinculación al nacionalismo vasco es anterior, el acceso de Markiegi a la vida política institucional se produce en el marco de la II República que, como se sabe, llegó de la mano de unas elecciones municipales. En aquellos comicios, que se celebraban tras una dictadura de varios años que redujo el pluralismo político a la mínima expresión, el nacionalismo vasco no consiguió acreditar, todavía, el arraigo social y el ímpetu que en los años sucesivos llegaría a demostrar.
En Gipuzkoa, las candidaturas nacionalistas que concurrieron a las urnas el 12 de abril de 1931, no llegaron a obtener ni el 25% de las concejalías. Tampoco la izquierda españolista, que agrupaba a socialistas y republicanos, destacó por su fuerza electoral. Sólo consiguió hacerse con el 20% de los concejales, aunque se impuso claramente en los municipios más populosos: San Sebastián, Irún y Eibar. Fue la derecha españolista -integrada por monárquicos, católicos conservadores y tradicionalistas de las tres ramas- la que mejor parada salió de aquellos comicios, con el 47% de los concejales. El carlismo, como se ve, antaño mayoritario en el agro gipuzkoano, seguía gozando aún de un arraigo notable en muchas zonas de la provincia. Y aunque su fuerza electoral iría atenuándose paulatinamente a lo largo de la II República, en las elecciones de 1936 -las del Frente Poular- serían muchos, todavía, los muncipios de este territorio en los que se impuseron las derechas españolistas agrupadas en la Coalición Antirevolucionaria; la alianza electoral concertada entre los tradicionalistas, la CEDA y los monárquicos de Renovación Española para poner freno a las izquierdas, ganaron los comicios en Albatzisketa, Albiztur, Alkiza, Altzo, Amezketa, Arama, Asteasu, Azkoitia, Beizama, Belauntza, Berastegi, Berrobi, Elduain, Gaintza, Gaztelu, Goiaz, Hondarribia, Ibarra, Itsaso, Legazpia, Lizartza, Mutiloa, Oñati, Ordizia, Orendain, Tolosa, Zaldibia, Zegama. El contraste de estos datos con el mapa electoral actual, resulta francamente interesante.

Florencio Markiegi -sexto, desde la derecha, entre los que posan de pie- junto a otras personalidades políticas frente al árbol de Gernika
Mas, pese al exiguo resultado que las urnas gipuzkoanas dieron, con carácter general, a las candidaturas nacionalista, hubo comarcas y municipios en los que, ya en 1931, este movimiento político acreditó una notable penetración electoral. Deba fue, sin duda, uno de ellos. En las elecciones de abril de 1931, los votantes debarras eligieron nueve concejales nacionalistas, un independiente y un republicano. Uno de los nueve concejales nacionalistas que pasaron a integrar la corporación fue, precisamente, Florencio Markiegi, que pronto sería aupado por sus compañeros a la dignidad de alcalde.
Las difíciles relaciones del nacionalismo vasco con la II República
Hoy es relativamente frecuente rememorar el período republicano como una suerte de oasis democrático, caracterizado por su modélica tolerancia al pluralismo y su más escrupuloso respeto a las libertades públicas y los derechos fundamentales. Y, ciertamente, su contraste con la dictadura que le precedió y el tiránico régimen militar que le sucedió, no deja margen para otra conclusión. Con todo, no se puede decir que para el nacionalismo vasco fuera un período plenamente satisfactorio. El riguroso dispositivo legal aprobado por la República para defenderse de sus enemigos, autorizaba al Ejecutivo a adoptar severísimas medidas limitativas y/o coercitivas de intervención y sanción en la vida política; medidas de extraordinaria fuerza restrictiva, difícilmente conciliables con la sensabilidad democrática moderna. Y los nacionalistas vascos -aunque no sólo ellos, por supuesto- las padecieron con especial intensidad.
La decisión de encomendar el gobierno de las Diputaciones provinciales a comisiones gestoras elegidas por el Ejecutivo central entre personas de su confianza, por ejemplo, resultaba particularmente agresiva en Euskadi, donde la tradición foral hacía que estas instituciones gozasen de singular arraigo y relevantes competencias. Esta decisión, que adoptaron las izquierdas en la fase constituyente, pero las derechas mantuvieron como si fuese suya, nunca fue bien recibida por los nacionalistas vasco, que exigieron con tanta insistencia como escaso éxito, su apertura a la elección popular. El caso es que los diputados provinciales, con las importantes responsabilidades públicas que tenían atribuías en los territorios vascos, los nombraba el Gobierno central que en ningún momento quiso renunciar a su control.
La censura en los medios de comunicación era, también, estrecha y rigurosa. El estudioso de las hemerotecas se encuentra con numerosos ejemplares de los diarios nacionalistas de la época –Euskadi, El Día o La Voz de Navarra– que fueron parcialmente censurados por la autoridad gubernativa; crónicas, artículos o partes de los mismos, que no pudieron ser publicados porque la censura no consideró pertinente autorizarlo. Hoy esto resulta inimaginable, pero en aquella época era algo cotidiano. La ley autorizaba, asimismo, a disponer la suspensión por vía gubernativa de alcaldes y concejales elegidos por el pueblo y acordar su sustitución por personas afines al Ejecutivo, pero carentes de refrendo popular. Las limitaciones impuestas a los derechos de expresión, de reunión y de manifestación eran igualmente intensas y habituales. Se imponían multas y se practicaban detenciones por cualquier conducta que pudiera ser considerada como una alteración del orden público.
Durante la legislatura constituyente, fueron las izquierdas las que utilizaron a su antojo estos instrumentos de represión política, provocando entre los nacionalistas vascos cientos de detenidos, procesados y condenados. El número de militantes nacionalistas presos en las cárceles vascas llegó a ser tan elevado, que el PNV constituyó una Comisión pro-presos, que se ocupaba de prestarles asistencia y atender sus necesidades y el Bizkai Buru Batzar llegó a crear un batzoki en la cárcel de Larrinaga, con el propósito de encuadrar en la organización territorial del Partido, a los afiliados recluídos en este centro penitenciario.

Membrete de los formularios que utilizaban los militantes del PNV presos en la cárcel de Larrinaga para comunicarse con el Bizkai Buru Batzar
Como cabe suponer, tras las elecciones de 1933, las derechas no fueron menos activas que las izquierdas en la aplicación autoritaria de este bloque normativo con el fin de poner obstáculos al libre desenvolvimiento de los contendientes políticos. Florencio Markiegi vivió en primera persona la feroz persecución que desplegó el Gobierno radical-cedista contra el movimiento municipalista vasco puesto en marcha en defensa del Concierto Económico durante el verano de 1934. El alcalde de Deba formó parte de la Comisión de electos municipales constituída para defender las atribuciones fiscales de las instituciones vascas, siendo elegido por el distrito de Azpeitia, junto al alcalde de Zumaia, Victoriano Arrate, el alcalde de Urretxu, Domingo Berriotxoa y José Imaz, concejal de ANV en el Ayuntamiento de San Sebastián.
La guerra civil
Al estallar la guerra civil, Markiegi desplegó un esfuerzo particularmente intenso de cara a mantener el orden público en el término municipal y garantizar la vida de los vecinos y veraneantes vinculados a las derechas, a los que concentró en distintas dependencias de la localidad con el fin de asegurar su protección e impedir que fueran asesinados por milicianos incontrolados, dispuestos a trasladar la guerra a la retaguardia, por su propia cuenta y riesgo. Sin embargo, no pudo impedir que se produjeran algunos asesinatos, como el de José María Alzibar, sacerdote de Itziar y el del veraneante Antonio Morillo. Cuando tuvo conocimiento de los hechos, Marikiegi buscó sus cadáveres y les dio cristiana sepultura, denunciando los hechos ante los tribunales.
Poco antes de que las tropas franquistas entrasen en Deba, el 23 de septiembre de 1936, salió con su familia rumbo a Bilbao. Allí consiguió embarcar a su esposa y sus tres hijas en un buque británico, para que fueran trasladadas a Iparralde. Tras la toma de Bilbao, abandonó Bizkaia con destino a Santander. El día 26 de agosto fue hecho prisionero en Santoña y conducido al penal de El Dueso.
Consejo de Guerra y condena a muerte
La intervención judicial no se demoró. En cuestión de días, Markiegi fue procesado en un procedimiento sumarísimo de urgencia y -por supuesto- condenado por un tribunal militar, en sentencia dictada con fecha 6 de septiembre de 1937. Como era habitual en aquella orgía de atropellos, demasías y ausencia de garantías, Markiegi fue condendo junto a otros veinticuatro procesados, cuyas culpas se dilucidaron en un mismo procedimiento. Las dos docenas de hombres que compartieron sentencia con él, eran militantes de diferentes formaciones políticas y sindicales -como UGT e Izquierda Republicana- aunque la inmensa mayoría pertenecían al PNV.
El único cargo que la sentencia imputa a Florencio Markiegi es que pertenece “al PNV [y] desempeñó el cargo de Alcalde de Deva durante el período separatista así como el de presidente de la Junta Local de Defensa de dicha plaza».
A efectos de la condena, la sentencia agrupa a los procesados en tres colectivos:
a) Al primero colectivo, integrado por siete reclusos, se le imputa un “delito de adhesión a la rebelión, penado y definido en el párrafo segundo del artículo 238 en relación con el 237 del CJM, con el agravante de peligrosidad definido en el artículo 173”
b) Al segundo, integrado por seis recluso, se le imputa un “delito de adhesión a la rebelión penado y definido en el artículo 238 párrafo segundo en su relación con el artículo 237 del Código de Justicia Militar
c) Al tercer, integrado por doce reclusos, se le imputa un “delito de auxilio a la rebelión penado y definido en el artículo 240 párrafo primero del Código de Justicia Militar”.
Las condenas se acomodan a la gravedad de los hechos imputados a cada colectivo. El primero es condenado a la pena de muerte. El segundo a reclusión perpetua y el tercero, a reclusión temporal de doce años y un día. Eso sí -gran detalle de los magnánimos personajes que integraban el Consejo de Guerra-, se les abonó a todos “el tiempo de su prisión preventiva”.
Evidentemente, a Florencio Markiegi se le impuso la pena capital, por su especial «peligrosidad».
Una vez dictada la condena, algunos vecinos de Deba se dedicaron a recoger firmas entre los vecinos del pueblo, con el fin de solicitar su indulto. Consiguieron reunir muchísimas, porque Markiegi era un hombre muy querido entre los vecinos. Dicen que una hermana de Markiegi pidió apoyo a José María Eizagirre, Azpeiti, un conocido tradicionalista de Deba a quien Markiegi había salvado la vida, en Bilbao, consiguiendo que fuese liberado del buque-prisión Arantzazu Mendi en el que se encontraba recluído por su filiación política. En aquél momento, Eizagirre era el jefe tradicionalista del municipio. Toda una referencia entre las autoridades franquistas de Deba. Sin embargo, Azpeiti se negó a suscribir la solicitud, alegando que aun cuando era verdad que le debía la vida a Florencio Markiegi, tampoco sabía si había sido él quien había ordenado su detención.
Prisión y ejecución de la condena
En su Diario de un gudari condenado a muerte, el nacionalista Ramón de Galarza registra una anotación sobrecogedora cuando escribe la crónica correspondiente al 15 de octubre de 1937:
“Han tocado diana media hora más tarde de lo corriente. Se olfatea algo anormal. Más seriedad en los guardianes, más disciplina. ¿Qué ocurre?
¡Dios mío! Han fusilado 14 hombres. Se ve, además, que han sido bien buscados: ¡Qué selección han hecho!: Azkue, López Otamendi, Markiegi, Ibarbia, Markaida y Zabala.
Dos miembros del Consejo del PNV // Dos miembros del Ejército vasco pertenecientes al PNV // Dos miembros de STV // Dos miembros del Partido Republicano// Dos miembros del Partido Socialista // Dos miembros del Partido Comunista // Dos miembros de la CNT
Un mazazo en pleno cuello no produce más efecto. Nos deja anonadados. Parecemos una banda de sonámbulos. Comentamos
Hay en esto, además, una sombra, una nube negra de tragedia ¡Dos de cada grupo, de cada partido! Es una forma de cebarse, de sadismo, de inquisición. Parece que nos dicen:
¡Esto es una advertencia, podéis prepararos!
Sin embargo, ¿qué tiene la juventud cuando tiene la conciencia tranquila? Hay alguien, algo, que nos anima por dentro y dice: ¡hay que vivir! ¡Hay que sobrevivir!
A las pocas horas, la reacción general ha sido plena”
Como se ve, el fusilamiento colectivo constituyó una advertencia en toda regla dirigida al colectivo de prisioneros de El Dueso. Aquello no iba en broma. A los que habían ofrecido resistencia al triunfo de los sublevados no iba a salirles gratis aquella osadía. Los triunfadores iban a ser despiadado con ellos.
Pero ni en una situación tan extrema como aquella, perdió Markiegi la cordura y la lealtad a sus valores vitales. Su actitud, serena y equilibrada, suscitó la admiración de los compañeros de prisión.
El propio Ramón de Galarza escribe en su diario lo que fueron las últimas horas de Markiegi antes de ser fusilado.
“Florencio Markiegi […] fue llevado a una celda aparte con otros seis compañeros de pena capital una vez que se les comunicó que iban a ser ejecutados a la mañana siguiente. Sus compañeros eran marxistas.
En capilla, su mayor preocupación fue la de ayudar a sus compañeros no creyentes o alejados de la religión cristiana: “¿No veis la tranquilidad y la paz que tengo ante la muerte? Es mi fe cristiana la que me da la fuerza para ello”. Y grande fue su consuelo al ver que todos aceptaron la muerte cristianamente.
Caminó sereno hacia la playa de Barria, donde había de ser fusilado con sus compañeros. Tuvo un recuerdo para su hermano sacerdote fusilado por los franquistas en Mondragón: “pronto nos abrazaremos”, dijo.
Frente al pelotón de ejecución se adelantó unos pasos y pronunció unas palabras de perdón para cuantos habían contribuido a su muerte, y exclamó en voz alta: “Muero contento porque doy la vida por mi Patria Euzkadi, y porque todos nos hallaremos pronto juntos en el cielo”
La noche previa a su fusilamiento, escibió varias cartas con destino a sus seres más queridos, cuya lectura resulta hoy enormemente conmovedora. La dirigida a su esposa, Maritxu Garate, reza como sigue:
Maritxu maite maitea
Ordu gutxi barru donokira (zerura) noa, Jaungoikoak Bere eskuetan artuko nauan uste oso-osoakin, maitien zintudanian eta zurekin eta gure txikiakin bizitzeko poza aundien zanean. Jaungoikoak berak daki zer egiten dauan eta Bere naia egin bedi. Idazteko aztirik ere oso gutxi utzi didate. Gure aurtxoak jaungoiko bidetik azitzen jakin dezazun eskatuko diot gure Jaunari. Gure odol au ez da alperrik izango, zuek utzitzea iluntzen nau, bestela mundu ontatik alde egiteko aurrez ordua jakitea… orixe Jaungoikoak eman lezaken eskerrik aundiena, eta neri eman dit. Muxu asko eman nere ta zure Itziartxo, Lore, Nekane… ezin jarraitu det. Bai maite zaituztedala… Gora Euzkadi Azkatatua, Jaungoikoagan bakarrik lotuta. Maite-maite zaitu, zure
Polentzi.
Murió perdonando a todos lo que le hubieran podido causar algún perjuicio -«perdonad también vosotros», sugería en una de sus cartas- y reiteraba una vez más su apuesta por el amor fraterno y la solidaridad entre seres humanos: «nunca odiéis, que no es pesará»
Y fue condenado a muerte por su especial «peligrosidad».
(…) Stop talking about how you you care of the people, show me someting, show me a policy, show me a policy where you take responsability ! »
Joe BIDEN, leader comunista estadounidense, vicepresidente de US, hacia el minuto 28 de este video:
Y continúa Biden, hacia el minuto 29:
«Y, por cierto, este señor, Urkullu, habla de las pensiones como si su amenaza sobre ellas hubiera caído del cielo! Estos sres., Urkullu y Erkoreka, han apozyado las políticas de recortes de pensiones y de gastos sociales, y ahora nos vienen prometiendo en un meeting en Getxo que son ellos quienes van a agarantizar las pensiones?»
Joe BIDEN, US VP, a propósito de la película que nos cuenta el PNV actual.
Ya ha salido Azkuna al Fatxa.
Este capullo dice que los abertzales que sabotearon la apología prevista por unos ultras en Albia (dónde estaban los del PNV?) son unos «majaretas».
Ha cambiado su estado civil, pero su estado fascista continúa incólume.
Donatien, no te creía tan crispado. Pensaba, sinceramente, que eras un hombre más templado ante la adversidad. Comprendo que después del esfuerzo que habéis hecho consiguiendo engañar a los gixajos de EA, Aralar y Alternatiba (¡Hace falta ser tontos, Garaiko y Zabaleta!!) ofreciéndoles migajas como un minuto a cada uno de ellos en el mitin y un cuarto puesto en la candidatura, os sintáis defraudados porque ni así conseguís doblegar al PNV. Lo comprendo. Pero que eso te lleve citar a Joe Biden, para ponerlo a favor del marxismo-leninismo-maoísta vasco y en contra del PNV, suena a chiste, la verdad.
El PNV forma parte (en realidad es fundador) del Partido Demócrata Europeo, junto a otras formaciones de centro humanista de toda Europa. El Partido Demócrata Europeo emparenta con el Partido Demócrata de los EEUU. Por eso, el PNV estuvo invitado en la ultima convención, y en las dos anteriores, como un partido amigo más.
El caso de la izquierda maoísta vasca es muy diferente. Ellos emparentan con Chávez, Castro y el socialismo del siglo XXI. Esos sí que saben cómo utilizar la policía, los círculos bolivarianos armados y los servicios secretos para destruir a la persona y sus derechos.
No, Donatien, Joe Biden jamás sintonizaría con Laura Mintegi y menos aún con los comisarios politicos tipo Josetxo Ibazeta que manejan los hilos con los que ella se mueve en politica. En el debate al que haces referencia, Laura Mintegi no estaba representada. Su hermana Amaia, la del Opus Dei, que canta en Youtube las excelencias del fascista Alvaro del Portillo, sí. Se hubiese visto representada por el candidato Republicano. Pero Laura, no. A Laura le hacia falta un gorila rojo como Chávez para sentirse representada.
Por cierto, Donatien, si quieres recortes sociales, fíjate en los que está aplicando Bildu en las instituciones que gobierna. A los funcionarios, nos han quitado las aportaciones a Elkarkidetza y nos han congelado el sueldo. Antes, nos habían quitado ya el porcentaje de sueldo que impuso Zapatero. Y la paga de Navidad, está al caer. En Ondarroa (Bildu) ya se la han quitado. Las demás instituciones de Bildu caerán después de las elecciones. Me apuesto lo que sea.
Personalmente me parece vergonzoso que alguien que se dice abertzale, ensucie un post redactado en memoria de Polentzi Markiegi y de los catorce hombres que asesinaron junto a él en Santoña, haciendo comentarios insultantes de politica actual. Parece que a los de la izquierda abertzale solo les interesan sus muertos.
Quizás si no se hubieran rendido y traicionado a la República Española en Santoña, muchos jeltzales hubieran salvado la vida y los franquistas no lo hubieran tenido tan fácil para asesinarlos y masacrarlos.
Si fue capturado en Santoña, mal asunto… contra los moros, fascistas italianos, el tercio y los nazis de la legión Cóndor, uno no puede rendirse y esperar mucha clemencia de semejante tropa…
Descanse en paz este señor, asesinado de manera tan injusta.
Traición en Santoña:¨»en el pecado lleva la penitencia»
Ahora sale a relucir el fascista de la reflexión, diciendo que cuando el pelotón franquista fusiló a Markiegi y a otros trece hombres, en nombre de la unidad de España, en realidad les dio su merecido. Es la misma actitud repugnante y asquerosa que siempre ha tenido la derecha española que ha contemporizado con Franco. No hay duda de que el fascista de la reflexión Es uno de ellos, como Ynestrillas, Basagoiti y Mayor Oreja. Aplaudiendo fusilamientos de rojos y separatistas, demuestra que estaría dispuesto a asesinar en nombre de la unidad de España. Es un personaje abyecto y despreciable. Justificar los asesinatos del Dueso, como hace el que pide una reflexión, es repulsivo.
Al hermano cura de Markiegi, lo fusilaron junto a otros dos curas en Oiartzun. Muy lejos de Santoña. Lo hizo la Cruzada que entusiasma al de la reflexión. A Markiegi le asesinaron junto a varios comunistas y anarquistas que no tenían nada de nacionalistas vascos. Pero la sed de sangre de seres repulsivos como «Te invito a la reflexión» lo justifican.
Es la intolerancia asesinada típica de los nacionalistas españoles como «Te invito a una reflexión». Una ciénaga infecta que a lo único a lo que nos invita a los vascos es a intensificar nuestro independentismo.
No hables de los moros, reflexión. Ni desvíes la atención. Le fusilaron militares españoles en nombre de la España, Una Grande y Libre. España ha sido fuente inspiradora de autoritarismo dictatorial, muerte y destrucción.
Como lo he defendido en muchas ocasiones, no tengo inconveniente alguno en volverlo a repetir. Lo de calificar al acuerdo de Santoña como «traición a la República», siempre me ha hecho reir.
La República ya había traicionado al Gobierno vasco, cuando le negó el apoyo de la aviación para hacer frente a los bombarderos alemanes. La legión Cóndor barrió el territorio vasco, sin que un solo avión del Ejército de la República saliese en defensa de los gudaris que intentaban protegerse de aquellas máquinas de guerra con cuatro escopetas de caza y dos fusiles averiados traídos de contrabando por Lezo Urreiztieta.
La República ya se había traicionado a sí misma, cuando encomendó su defensa a milicianos de izquierdas que se dedicaron a destruir municipios al salir huyendo de ellos -como Irún o Eibar- asesinar presos, sin juicio justo, sin más acusación que la de ser hombres de derecchas y a amenazar a todos los católicos de Euskadi, gudaris incluídos, diciéndoles que aquello era una revolución y que en cuanto acabasen con los franquistas iban a por ellos, para limpiar el terreno. Existen numerosos testimonios de gudaris desvelando las amenazas de las que eran objeto por parte de los milicianos de izquierdas cada vez que les veían rezando o exhibiendo una cadena religiosa en el cuello. «Primero acabaremos con los de la trinchera de enfrente y luego acabaremos con vosotros»
En esas condiciones, la lucha tenía sentido, mientras defendían el territorio vasco de la invasión franquista. Pero una vez que la Legión Cóndor les había expulsado de Bizkaia a través de las Encartaciones, ya no tenía sentido seguir luchando en territorio ajeno y en buena parte hostil, defendiendo algo que los compañeros de trinchera decían que era una revolución que antes o después acabaría con todos los católicos.
La diferencia fue evidente. Los franquistas tardaron casi un año en ocupar todo el territorio vasco. Desde julio de 1936 hasta julio de 1937. Fue la resistencia de los gudaris la que les obligó a ir tan lentos. Una vez que ocuparon Bizkaia, en tres meses ya habían cruzado Santander y estaban en Asturias. Allí no había resistencia, sino grupos de revolucionarios agazapados, esperando el momento oportuno para dar el salto y protagonizar la revolución roja.
-Entregar armas y pertrechos a Franco por parte de los nacionalistas vascos ¿Es culpa de la República?
-Rendirse en Santoña, a los fascistas italianos, y luego quejarse de que los fusilen ¿Es culpa de la República?
-Entregar todas las fábricas de armas de Bilbao a Franco sin pegar un solo tiro ¿Es culpa de la República?
-Rendirse a los fascistas y que los fusilaran después, (como siempre hacían las tropas de Franco) ¿Es culpa de la República?
Un buen trabajo.La foto bajo el Arbol es la del EBB del año 35.En el centro Doroteo Ziaurritz y Juan de Ajuriaguerra.
El tonto que nos invita a la reflexión lo hace por inercia, porque no sabe lo que es reflexionar. Es más, ni tan siquiere comprende el significado del concepto reflexión.
La República tuvo sus culpas. Y una de ellas fue la incapacidad que acreditó para mantener el orden público y la seguridad de las personas en el territorio situado bajo su control. En Barcelona los asesinatos de católicos, religiosos y personas de derechas se produjeron a miles. En Madrid se prodigaron las checas y estuvo Paracuellos. Y en Euskadi, los desmanes provocados por los milicianos de izquierdas en muchos municipios dieron la vuelta al mundo. Irún lo incendiaron ellos. Mungía también. Y la Universidad de Deusto no estalló por los aires porque Leizaola lo impidió personalmente. Tanbuñeb quisieron destruir el tejido industrial de Bizkaia para empobrecer Euskadi y dejarlo como un erial. A Te invito a la reflexión le hubiese gustado, según parece. Que las industrias de Bilbao quedaran a ras de suelo para tener que empezar de cero.
Personalmente, ya lo he dicho en más de una ocasión, siempre he apoyado el Pacto de Santoña. Si yo estuviera en el pellejo de Juan de Ajuriaguerra, hubiese decidido exactamente lo mismo. Eusko Gudarostea ya había perdido su territorio. Abandonado por el GObierno de la República, que no envió un solo avión a defendernos de la Legión Cóndor, los requetés, los falangistas y los moros fueron quitando ikurriñas de todas las cumbres y poniendo en su lugar banderas españolas. Euskadi estaba perdida. En Cantabria, los milicianos de izquierdas les hacían la vida imposible. Decían a los gudaris que, en cuanto acabasen con los franquistas, dispararían contra ellos, porque eran católicos y, por tanto, igualmente perseguibles. Cuando tu compañero de trinchera de advierte de que cuando mate al de enfrente, empezará contigo, lo mejor que puedes hacer es retirarte. Y eso es lo que hicieron. Seguir en esas condiciones era una locura. Yo hubiese hecho exactamente lo mismo. Los soldados españoles, o eran falangistas y requetés que fusilaban al amanecer a todos los disidentes, dejando miles de viudas y huérfanos, o eran milicianos comunistas y anarquistas, que seguían una estrategia estrictamente revolucionaria, en la que no había lugar para creyentes católicos como eran la mayoría de los gudaris. Era una rueda infernal, en la que no tenían nada que ganar. Mientras se pudo, se defendió Euskadi. Pero cuando Euskadi cayó en manos de los franquistas, nada había ya que defender. Yo, repito, hubiera hecho lo mismo que Juan de Ajuriaguerra. Lo mismo.
Por cierto, los que fusilaron a los nacionalistas vascos no fueron los fascistas italianos, sino los soldados de Franco en nombre de ESPAÑA. Repito: EN NOMBRE DE ESPAÑA SE ASESINÓ A CIENTOS DE CIUDADANOS POR EL MERO HECHO DE HABER SIDO MILITANTES NACIONALISTAS O DE HABER RESULTADO ELEGIDOS POR EL PUEBLO PARA DESAMPEÑAR CARGOS PÚBLICOS.
LES FUSILARON EN NOMBRE DE ESPAÑA.
La guerra civil española fue el cruce de dos revoluciones. La revolución joseantoniana nacional sindicalista, apoyada por el III Reich y la Italia fascista del Duce y la revolución comunista teledirigida desde el Komitern. Dos ciclones asesinos, que se dedicaron a dar paseos a los oponentes, fusilarles al amanecer y enterrarles en las cunetas. En Euskadi, los falangistas asesinaron a cientos de personas en las tapias de los cementerios. Curas incluidos. Y los revolucionarios de izquierdas asesinaron a cientos de personas en los buques carceles y en la cárcel de los Angeles Custodios.
Una vez perdida Euskadi, ¿Para qué seguir participando en aquél horror que no auguraba nada bueno para un nacionalista vasco? Si ganaban los fascistas, los nacionalistas vascos se iban a la cárcel o al exilio por separatistas. Si ganaban los comunistas, los nacionalistas iban al gulag, por católicos. No había salida buena. Todas las alternativas eran pésimas. ¿Para qué seguir?
alguien me puede informar sobre el submarino , c-5 de la base de portugalete, estoy recopilando informacion, mi correo, solarceltas@hotmail.com