Fue, si no me equivoco, en las elecciones vascas de 1998. Hace catorce años. Los tres tenores que en aquel tiempo colmaban el altar de la baronía territorial socialista -Chavez, Bono y Rodríguez Ibarra- se acercaron a Euskadi para atemorizar a los vascos nacidos en los territorios que ellos presidían y a sus descendientes, con el zafio y grotesco discurso de las maletas. «Si ganan los nacionalistas -arengaron, sin escrúpulos, a los que les quisieron escuchar- vosotros y vuestras familias os veréis obligados a hacer las maletas y regresar a vuestra tierra de origen, porque os expulsarán de Euskadi». La campaña era reflejo de una manera rastrera, abyecta e infame de hacer política, pero los socialistas tiraron de ella sin reparos ni contemplaciones, con el fin de promover -así decían- el cambio político en Euskadi. Algo que, dicho sea de paso, ya entonces resultaba chocante, porque cada uno de los tres tenores batió auténticas marcas en el ámbito de la permanencia en el poder: Chavez se mantuvo durante 19 años al frente de Gobierno autonómico que presidió; Bono 23 y, Rodríguez Ibarra, la friolera de 24 años. Ninguno de ellos estaba como para hablar con autoridad moral de promover cambios y alternancias.
Los tenores vinieron a Euskadi a denunciar el pretendido sectarismo identitario del nacionalismo vasco, al que atribuían propósitos excluyentes. Pero lo hacían, paradójicamente, desde un planteamiento rigurosamente identitario. En su fugaz e insultante tránsito por tierra vasca, no hablaron de valores universales como pueden ser el de la libertad o el de la dignidad humana, sino de la tribu; de su tribu. Chavez, Bono y Rodríguez Ibarra se desplazaron a Euskadi desde sus respectivos territorios, a ofrecer protección a los suyos. Y, todo sea dicho, los socialistas vascos les autorizaron a venir, porque necesitaban angustiosamente del argumento identitario para nutrir su campaña electoral. No fue, desde luego, algo inédito. Si el PSE recurre con tanta frecuencia a los más truculentos tópicos de la identidad es porque, si renuncia a ese recurso, apenas le queda nada que ofrecer a la sociedad vasca. Todavía recuerdo las quejumbrosas lamentaciones con las que un militante socialista se dolía, en privado, hace unos años, por el hecho de que la vida política vasca hubiera desterrado radical y definitivamente el empleo de la arcaica voz maketo. A él -así lo confesaba- la vigencia de esa expresión le resultaba muy útil para poder seguir acusando a los nacionalistas de intolerantes, identitarios y excluyentes.
Afortunadamente, el deplorable intento de los tenores no prosperó. Nadie les hizo caso en Euskadi. Los nacionalistas vascos llevaban gobernando el tiempo suficiente como para que los ciudadanos hubiesen podido descubrir por sí mismos, que aquellas duras acusaciones carecían del más mínimo fundamento. La praxis institucional del nacionalismo vasco -me refiero a la del PNV, claro está- siempre se ha caracterizado por su vocación constructiva e incluyente.
Catorce años después, los tenores de 1998 han desaparecido ya de la primera línea política. Pero los ecos de su ruin estrategia resuenan todavía en la política vasca. Durante los últimos días, han vuelto a proliferar los augures vocacionales que se dedican a advertir a los ciudadanos de las desgracias que les esperan si el nacionalismo vasco se impone en las urnas el próximo 21 de octubre. Son, una vez más, los que apenas tienen algo que ofrecer al margen del argumento identitario. Los que necesitan, como el aire, aferrarse a un clavo ardiente salido de la forja identitaria, para hacerse notar en el tablero político. Basagoiti, por ejemplo, ya no dedica un solo minuto a hablar de los ingentes beneficios que nos reportarán a todos ciudadanos del Reino los sangrantes recortes que el Gobierno de Rajoy está llevando a cabo en el ámbito de las políticas sociales. Ya no alude a la necesidad de ajustar las cuentas y reducir los gastos. Ya no dice -como acostumbraba a hacer hasta hace muy poco tiempo- que su discurso y su programa se circunscriben a la crisis económica y a las cuestiones de la vida cotidiana que interesan a los ciudadanos vascos. Ya no afirma que el debate identitario pertenece al pasado. Todo lo contrario: se pasa el día hablando de Artur Mas y de lo que califica como «su desafío soberanista». Y ha llegado a afirmar que el motivo principal que marcará la campaña electoral vasca que comienza mañana, será «la deriva independentista catalana»; ni la crisis económica, ni el desempleo, ni el futuro de la industria vasca, ni la I+D+i, ni el pavoroso agujero que Patxi López ha provocado en las finanzas públicas de Euskadi. Lo único que hoy preocupa a los ciudadanos vascos es, a su juicio, «la deriva independentistas catalana». Y para no quedarse en el terreno de las palabras, estos últimos días se ha paseado por Euskadi, de la mano de Alicia Sánchez-Camacho, hablando entusiásticamente a los desempleados y a los sectores sociales que se encuentran al borde la exclusión, de lo único que al parecer les interesa: «la deriva independentista catalana».
Esta mañana he escuchado por la radio a su edecán, Iñaki Oyarzabal, afirmando que «lo que distingue a estas elecciones, lo que las diferencia de todas las que hemos conocido hasta ahora es el hecho de que se celebran en medio de un inmenso desafío independentista». Lo que hay que oír por tener oídos. ¿Acaso no se acuerda Oyarzabal de la campaña de los tres tenores? ¿Tampoco se acuerda de las elecciones de 2001 en las que Fernando Savater ofició el santo y patriótico matrimonio que unió a Mayor Oreja y Redondo Terreros en el santo y patriótico cometido de frenar el secesionismo vasco? ¿Y de las de 2009? ¿No se acuerda de las elecciones en las que socialistas y populares prepararon cuidadosamente la estrategia que, tras ilegalizar a Batasuna y negar, a lo largo de la campaña, su propósito de coaligarse, pactaron constituir el Ejecutivo del oasis, que iba a terminar definitivamente con el debate identitario? En todas ellas ha estado presente, porque así lo han querido los que necesitan del debate identitario, el factor que ahora cita Oyarzabal como el hecho diferencial que presuntamente distingue a estos comicios de todos los que le han precedido en la historia.
Menos mal que un diputado popular me confesó hace unos días en los pasillos del Congreso que su campaña se iba a centrar exclusivamente en las estridencias identitarias, con el fin de eclipsar los estragos que están provocando en el tejido social los agresivos recortes de Rajoy. De lo contrario, era como para empezar a pensar que algunos de ellos -Oyarzabal, por ejemplo- padecen de una amnesia patológica.
Los socialistas, por su parte, tampoco se quedan atrás a la hora de incorporar sus voces al disonante coro identitario que ocupa el espacio acústico de la política vasca en esta precampaña que hoy termina. López se ha erigido a sí mismo en el dique de contención del soberanismo rupturista que, según él, empuja con ahínco desde las filas del nacionalismo vasco. ¿No era esa la razón principal por la que se había instalado en Ajuria Enea hace tres años y medio? ¿No era ese el cometido central que había de afrontar a lo largo del mandato? ¿Es que no ha hecho bien su trabajo? ¿Es que tampoco ahora ha cumplido su palabra? Y Ares provocaba la hilaridad de la audiencia, cuando decía ayer que lo que espera a la sociedad vasca si los nacionalistas ganan las elecciones, es una especie de apocalipsis lingüístico, en el que poco menos que se someterá a salvaje tortura a todo aquél que no domine el euskera. Lo que está claro es que no se repetirá la humillante paradoja que se ha producido en esta última legislatura, con un lehendakari que ha gastado inútilmente cientos de miles de euros en unos cursos de aprendizaje de euskera que no han producido efecto alguno, porque López acaba su mandato exactamente igual que como empezó: sin la destreza lingüística mínimamente necesaria para mantener una conversación coloquial en una de las dos lenguas oficiales de la comunidad política que, sin embargo, no ha tenido reparo alguno en presidir.
Como se ve, el lugar que ha dejado libre la retirada de los tres tenores está siendo ocupado, en este año 2012, por un disonante coro de voces cascadas que sólo se sienten a gusto cuando interpretan partituras de signo identitario. Graznan contra todo aquello que adjetivan desdeñosamente de identitario. Pero no son capaces de formular una propuesta política sin un sesgo de beligerancia identitaria.
El ex presidente de Extremadura Guillermo González Vara, continuador en el cargo de Rodríguez Ibarra, ha dicho recientemente que si Cataluña se independiza, los 150.000 extremeños que viven allí tendrán que regresar a su tierra. Seguimos en las mismas
Hombre, Plácido.
Le vi en Budapest hace 3 años, no dentro, sino fuera de la opera, saliendo por la puerta de Hajos utca, tras un concierto epde esos que parrocina para promover jóvenes cantantes y músicos.
Hace unos meses estuvo en Getaria (Bildu), donde su alcalde le invitó a que regresara cuantas veces quisiera, pues sería un honor para la localidad de la costa de Gipuzkoa (Bildu).
Resuota que Plácido es hijo de una cantante de Getaria que formó parte de aquel coro que organizó el Gobierno Nacional Vasco de Agirre Lekube, Eresoinka.
Lo aue no entiendo es como Plácido acudió a un territorio, el várdulo, del que el embajador de México, su país al fin y al cabo, tiene tan malos informes de Josu Erkoreka, quien llegó a decir al diplomático azteca en una reunión con él en Madrid que Gipuzkoa era un sitio poco recomendable para visitar porque estaba Bildu.
Porque, Josu, era el embajador de México o me he hecho un lío? Perdona, no quisiera equvocarme, pero me parece recordar que implicítamente dejaste caer que era ese país el del diplomático al que le hablaste mal de Euskadi tras la elección por la que Bildu ganó en Vascongadas las municipales y en Gipuzkoa las forales.
Me encanta ver a Donatien fuera de sus casillas ante la hipotesis, cada vez más probable, de que Batasuna, después de recoger todos los escombros políticos que ha encontrado en el camino (la EA de Pello Urízar, el Aralar de Zabaleta y la Alternativa de Oscar Matute, el abertzale de toda la vida) no vaya a ser capaz de conseguir, como decía Otegi, un voto más que el PNV. Está tan nervioso que confunde datos y falsea otros, dando una imagen francamente penosa.
Batasuna no ha ganado al PNV en las elecciones municipales. Eso es lo que le gustaría a Donatien, pero no es verdad. Es mera ilusión. El historico objetivo nacional de sacar un voto más que el PNV, no lo ha conseguido todavía, ni después de engañar a Pello Urízar, Zabaleta y Matute, dándoles un minuto a cada uno en los mítines.
No recuerdo a Erkoreka hablando mal de Euskadi a ningún embajador, y menos de México. Y puedo asegurar que me leo todas las entradas de este grato blog. Pero es que ni me imagino a Erkoreka hablando mal de Euskadi. Ese es otro invento de Donatien. Es posible que haya criticado a Batasuna y que Donatien confunda la parte con el todo y piense que criticar a Batasuna es hablar mal de Euskadi.
Para hablar mal de Euskadi ya están ETA y la izquierda abertzale, cuya actuación violenta y mafiosa, ha echado por los suelos la consideración de la causa nacional vasca en Europa y en el mundo. Eso si que es dejar el nombre de Euskadi a la altura del barro. Pero eso, nunca lo condenarán ni Donatien ni Laura Mintegi.
El primer párrafo del punto 2 de los Estatutos de Falange Española Tradicionalista y de las JONS, decía: » España es una unidad de destino en lo universal. Toda conspiración contra esa unidad es repulsiva. Todo separatismo es un crimen que no perdonaremos»
Todavía andamos en ello.
Tienes razón Josu. Resulta patético ver a López y a Basagoiti centrando todo su mensaje electoral en la cuestión identitaria. Ellos que iban a poner fin al debate identitario en Euskadi…
Claro, ahora entiendo el mensaje de Urkullu en el programa de ETB a la base social de Besugoiti, cuyo hundimiento electoral en razón de su estridencia pollinacea repercute de manera proporcional directa en que el PNV pueda sacarle esos 3 representantes de ventaja en la elección del día 21 a EH-Bildu.
«No tengáis miedo, electores de Indautxu, Neguri y Abando. Si no queréis votar a Besu porque os da vergüenza ajena, aquí estoy yo. Nada va a cambiar, tranquilos. No tengáis miedo!»
Da lo mismo. La izquierda abertzale, según todas las encuestas, desde la del CIS, el Circo de Investigaciones Sociológicas, hasta la de Gara (la que siempre acierta), gana Araba también, no solo Gipuzkoa.
En unas elecciones vascongadas del 210 al estilo del 20N de US, donde el candidato vencedor en cada estado se lleva todos los votos adjudicados a cada estado, Mintegi, con 25 + 25, devendría la President of the United Western Basque States.
A mí eso yame vale.
Le estoy empezando a coger cariño al principe Felipe. Me está empezando a parecer un tipo xelebre, ocurrente y simpático, que dice muchos chistes y hace reir. Ayer por ejemplo, dijo que España representa calidad y excelencia. Ja, ja, ja. Textual: calidad y excelencia. El chiste me hizo reir durante horas. ¡Qué gracia! Calidad y excelencia. Empezando por Bankia, le faltó decir.
En el share del pasado jueves, etb barrió. Estaba Iñigo Urkullu en el programa de el pueblo pregunta de África Bazeta. Su audiencia fue incomparablemente superior a las de las marionetas de Rubalcaba (Patxi), Rajoy (Basagoiti) y Josetxo Ibazeta, alias Gora ETA militarra (Laura Mintegi). Es normal. Los ciudadanos tienen interés por escuchar al futuro Lehendakari. Lo que cuentan las marionetas no interesa lo más mínimo.
No os perdåis la fotografía hagiográfica a toda portada hoy en El Correazo, edición impresa.
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El órgano del Establecimiento recomienda su voto. Ya no lo oculta.
Una precisión previa: la manipulación de ciertas élites catalanas y el resultado de la manifestación, no funciona como dices, a mi entender. La manifestación la convocaba la “Assemblea Nacional Catalana” un totum revolutum que políticamente sólo se puede describir como movimiento de base. Por otra parte, CiU (como el PSC) estuvo presionando y tergiversando el sentido de la manifestación («Catalunya, nou estat d’Europa») para convertirla en una muestra de apoyo al «pacto fiscal» o, incluso, a «favor del Estatuto» (PSC). Estas acciones, que llegaron al descaro, posiblemente movilizaron a mucha gente.
Donatien, aquí la única que hay de Getxo es Laura Mintegi. Y emparenta con el opus Dei, que es la ultraderecha española, que hace de cáncer antinacionalista en Nafarroa. También Basagoiti es de por ahí.
Urkullu es de Alonsotegi, es decir, de la margen izquierda. Barrio obrero.
«Lo aue no entiendo es como Plácido acudió a un territorio, el várdulo, del que el embajador de México…»
¡Nooooooooooooo! Donato, olvidate de los várdulos. Ese camino cuestiona demasiado el gran invento de Don Sabino.
Tú toma nota de Urkullo ¿alguna vez has visto que el aspirante a lehendakari se meta en esos patatales?
Hazme caso, así nunca serás un buen vasco como Dios manda. Bueno, por eso y por otras cosas más serias.
Saludos cordiales