Es mucho lo que se ha escrito sobre Samaranch con ocasión de su reciente fallecimiento. Mucho y, como cabía suponer, enormemente diverso. Porque no han faltado a la cita necrológica, ni los hagiógrafos de rigor, que ensalzan las virtudes del finado hasta las más altas cotas de la excelencia humana, ni los que han recordado -con soporte gráfico incluido- su pasado falangista y su ferviente colaboración con un régimen dictatorial que negó las libertades y vulneró los derechos más elementales.
Entre los primeros, he descubierto una glosa que merece consideración especial. Me refiero a la que el ex presidente del Gobierno, José María Aznar, le dedicó en el diario La Razón, bajo un epígrafe tan emotivo como elogioso: “En memoria de un español ejemplar”.