En esta segunda entrega reproduzco un artículo que Lluch publicó en los diarios vascos del grupo Vocento el 19 de octubre de 1995. Leído casi tres lustros después, produce, inevitablemente, impresiones distintas a las que suscitó en el momento en el que fue publicado. En 1995, Aznar no había accedido todavía al poder. Y se encontraba más lejos aún de gobernar con la mayoría absoluta que las urnas le dieron en las elecciones generales del año 2000. Entonces, pocos entendían la idea de que, en Euskadi, un balance histórico del último siglo y medio arroje una nómina de nacionalistas españoles más extensa e intensa que la que nutre las filas del nacionalismo vasco. Entonces, todavía, la ingenua opinión pública asumía a pies juntillas el simplista y falaz esquema de que el nacionalismo es, por definición, exclusivamente vasco. Ahora, tras el paso de Aznar por el Gobierno español, que despertó en Euskadi entusiásticos fervores españolistas, sabemos que, haciendo abstracción del reducido colectivo de auténticos no-nacionalistas, entre los vascos hay nacionalistas vascos y nacionalistas españoles. Y es que, cuando un vasco se siente español…, hay que reconocer que lo hace de verdad. Con auténtica pasión. Con un fervor incontenible. Y lo que es peor, con una violenta pulsión impositiva. Con el obsesivo empeño de imponer su sentimiento a todos sus conciudadanos, les guste o no les guste.
Al hilo de esta última observación, Lluch deja sugerida la idea de que, en el frente españolista, el sentimiento nacionalista surgido entre los vascos se ha vivido, en general, más cerca de los registros excluyentes, antidemocráticos y violentos, que en el frente vasquista. Después de Aznar y sus ingentes esfuerzos para manipular la opinión pública, esta afirmación constituye poco menos que un anatema. Pero vistas las cosas con perspectiva histórica, la imagen resultante es muy diferente. Cuando uno mira al pasado se encuentra con unos militantes nacionalistas (vascos) que flotaban en la más sencilla candidez, defendiendo sus tesis con ingenuos recursos propagandísticos, frente a ciclones violentos que defendían a España desde la ortodoxa intransigencia del Requeté hasta el miliciano revolucionario que pugnaba por la dictadura del proletariado, pasando por militares genéticamente afectos al cuartelazo y Falangistas seducidos por una simbología plagada de tradiciones romanas, escuadrones, disciplinas, banderas, honores y enérgicas reacciones frente a los discrepantes. He aquí el artículo
Nacionalismo vasco-españolista
Recibo el interesante libro escrito por autores muy destacados para conmemorar los cien años de nacionalismo vasco y que ha publicado El Correo. Este libro contiene un análisis plural y representativo de lo que ha sido el nacionalismo vasco de signo vasquista. Sin embargo, me atrevo a formular la siguiente afirmación: el nacionalismo fabricado en el País Vasco ha sido cuantiativamente y cualitativamente más abundante desde el ángulo del más estricto españolismo.
El nombre de autores que han trabajado desde el mundo vasco en una concepción de España no compatible con la existencia de distintas lenguas y de distintas nacionalidades políticas es muy importante. Por esta razón uno siempre ve con buenos ojos la aparición de un positivo libro acerca del nacionalismo vasco, pero echa en falta como contrapunto la idea de España que se ha tenido desde el País Vasco. Me atrevo a ir más lejos aún: en el conjunto de España, la cantidad de liberatura propia del nacionalismo español manufacturada en el País Vasco tiene una densidad mucho más importante que la manufacturada en cualquier otra parte, incluida Castilla.
En el citado libro (Cien años de nacionalismo), Jon Juaristi señala perfectamente que la prestigiosa revista Hermes no tuvo entre sus colaboradores a nacionalistas vascos. Señala que la plana mayor de quienes escribieron en esta revista eran escritores vascos liberales y dinásticos. Cita a continuación a autores como Miguel de Unamuno, Ramiro de Maeztu, Pedro Mourlane Michelna, Ramón de Basterra, Rafael Sánchez Mazas y Manuel Aranaz-Castellanos. Es difícil para un lector inocente -y quedan lectores de esa especie- saber que muchos de estos autores eran también nacionalistas, aunque en una dirección absolutamente españolista, antiliberal e incluso antidinástica. Llamar al autor del Cara al Sol, del ¡Arriba España! y de la Oración del Ausente (Sanchez Mazas) liberal y dinástico es disimular la historia de la peor Falange antiliberal y antimonárquica. Hasta tal punto que algunos de los nombres citados y el de otros vascos, tuvieron una importancia decisiva en la construcción ideológica del Nuevo Estado de 1939, aunque con unos pocos arrepentimientos.
Planteada así la cuestión, tienen que aparecer diversos interrogantes de cierta consideración. El primero es si la densidad del nacionalismo españolista, con frecuencia no democrático, del País Vasco proviene de inercias históricas integristas anteriores. Puede provernir también como un subproducto de una industrialización rápiday concentrada en el sector pesado. Un tercer interrogante podría ser el de si no influyó en este nacionalismo españolista autoriario una reacción contra el nacionalismo vasquista. Se podrían aún alargar más los inteterrogantes pero al menos hay que añadir un cuarto: si el nacionalismo vasco no era una respuesta ante un nacionalislmo españolista con amplia huella e influencia en el propio País Vasco
No volveré a recordar que en el caso de Rafael Sánchez Mazas su nacionalismo españolista le hizo posarse en una concepción del Estado fascista y, por lo tanto, excluyente de opiniones distintas por la vía democrática o de la aceptación de una realidad plurilingüística. Casos mucho más matizados, pero no menos excluyentes desde algunos puntos de vista, son los que representan Unamuno y Baroja. Unamuno creía en una España formada por un conjunto de pueblos ibéricos con una sola lengua, la castellana. Si ya hacía tiempo que en Bilbao había optado por la desaparición del vascuence, en el caso de Cataluña también optaba por la desaparición del catalán. La España resultante era muy distinta de la imaginada por su corresponsal Maragall: una Iberia pluralista desde un punto de vista, y en primer lugar el lingüístico.
Como pasa casi siempre, Pío Baroja mantiene una posición realmente singular puesto que, pareciéndose algo a las actitudes de Unamuno, creía en cambio que en la España unificada por la lengua castellana sólo había dos patrias regionales que le interesaban: Vasconia y Castilla La Vieja. Opinión que le hacía solamente optar por tener lectores vascos y castellanos. El resto de los españoles le interesaban menos, y los españoles de América, nada
Hay otros casos, como el de Manuel Anar, hijo de un organista de Etxalar que, por haber pasado por diversas etapas ideológicas, sería muy interesante analizar. Manuel Aznar fue uno de los pocos que pasó de escribir libros dentro de la tradición del nacionalismo vasco y del antiespañolismo, como El jardín del mayorazago, a optar por el nacionalismo españolista que triunfó en la guerra civil. Una evolución que le hace coincidir con aquella opinión, tan tópicamente españolista, de un bilbaíno como Pedro Eguilllor, cuando exclamaba con frecuencia: «Nunca soy bastante español», como recuerda Gregorio Morán. Ver los calcos que pueda haber entre uno y otro nacionalistmo en una misma persona sería realmente importante, y todo ello en un contexto vasco o navarro. Estudiar más la Liga de Vascos Españolistas proyectada, aunque no llevada a la práctica, por el propio Sabino Arana en 1902 podría dar también pistas importantes.
Por ejemplo, para saber cómo y porqué la idea de España fue algo postergada en la transición política española de 1977, como ha subrayado Fernando García de Cortázar.
Sucedió así porque la idea de España no venía unida al espíritu democrático ni a la coexistencia de pueblos distintos, sino que, en buena parte, provenía de una concepción anterior absolutamente unitarista. La Constitución de 1978 es la que contiene una idea nueva de una España plural, muy distinta de la concebida por el nacionalsmo españolista abrazado por un buen número de intelectuales vascos.
Y muy distinta también del nacionalismo vasco que votó la Ley de Leyes. Pero aquí lo que quería poner de relieve es que uno de los dos nacionalismos, el vasco, sufrió en el pasado con más intensidad la exclusión por parte del nacionalismo españolista. Uno y otro han tenido elementos radicalizados de violencia extrema, que rechazamos de la manera más vívida a partir de los principis de la democracia igualatoria, pero también de las diferencias culturales e históricas. Una de estas violencias permanece; y el nacionalismo español excluyente, por el otro lado, renace.
A mí me gusta esta foto que publica la prensa hispana con el crepúsculo de agosto:
http://www.larazon.es/noticia/un-detenido-al-impedir-la-policia-un-homenaje-a-la-etarra-aranalde-en-ibarra#
Ni todas esas banderas de la foto ni Franco Bahamonde ridivivo pueden con eso. Pensé que citarías en alguna de tus entregas el debate que mantuvo con Laskurain en Radio Euskadi, Josu.
Mira Josu,
Qué acomplejados sois. Si sois nacionalistas lo sois y ya está, no hay nada de malo. Pero simplificar y decir que todo aquél que no es nacionalista vasco, es nacionalista español o nacionalista vasco-españolista es una auténtica simpleza. No todo el mundo entiende la política como servicio a la idea de la nación.
Enerst Lluch, socialista, es un ejemplo de ello. Un político que centra su actividad política en la idea de lo social, en la sociedad y no en la idea de nación. Por tanto, no se sentí ni nacionalista español ni catalán.
Esa simpleza de nacionalista español vs nacionalista vasco es típica del nacionalismo que es ayudado por la imprudencia en ocasiones nacionalista (español) de algunos sectores del PP. Se junta el hambre con las ganas de comer y se retroalimentan
VAYA , VAYA ,ME HA BORRADO USTED ELGRITO, COMO YA HICIERA EL CORREO ESPAÑOL EL PUEBLO VASCO , PERIÓDICO DE IBARRA Y BERGARECHE AND COMPANY. NO OBSTANTE COMO MILITANTE INSISTO .
¡¡¡¡¡¡¡ EGIBAR VUELVEEEEE !!!!!!!!
Lamento decepcionarte, Donatien, pero ni dispongo del material del que me hablabas en tu comentario, ni el post versa sobre el Guggenheim. Sólo he traido a colación estos dos artículos porque son los que más directamente se relacionan con las entradas qur inserté sobre Eguillor y el nacionalismo español intolerante, agresivo y excluyente que exudaron la mayoría de los miembros de la tertulia del Lyon d´Or. A Juaristi no le gusta que se hable de la tertulia en los términos en los que lo hago en este post. Nos acusa -precisamente el- de fabular. Y si no le gusta a Juaristi, es síntoma inequívoco de que hemos tocado la tecla correcta.
Hola Zabaleta. Aspaldiko. Claro que somos nacionalistas. Pero por obligación. Queremos ser nacionales vascos, pero los socialistas -los nonacionalistas- no nos lo permitís. Estais empeñados en que seamos nacionales españoles. Como vosotros. Y reivindicamos, cuando menos, el derecho a protestar.
No encajo en el simplista esquema que me aplicas. No soy tan idiota de creer que todo el que no sea nacionalista vasco pasa, automáticamente, a ser nacionalista español. Admito la existencia de no-nacionalistas. Pocos -muy pocos- pero los hay. Lo que sí afirmo es que los llamados constitucionalistas no son no-nacionalistas, sino rabiosamente nacionalistas españoles. Los del PP y los socialistas que, en esto, no les van a la zaga. No te escondas. Te recuerdo que la Constitución, según reza su artículo segundo, «se fundamenta en la unidad indisoluble de la Nación española patria común e indivisible de todos los españoles». El cimiento sobre el que descansa el edificio constitucional de derechos y libertades es, por tanto, esa unidad. Observa que la Constitución «se fundamenta» en ella. Si la unidad falla, todo lo demás se derrumba. Eso no es nacionalismo, Zabaleta. Es ultranacionalismo. Español, claro. Pero ya lo dijo Juan Sisinio Pérez Garzón: La principal característica del nacionalismo español es que no se reconoce.
Saludos cordiales
Luis, suscribo íntegramente tus palabras.
Ese es uno de los graves problemas de los que piensan, hasta defenderlo con fanática vehemencia , que el ombligo del mundo está en Apatamonasterio o en Torrelodones, según el caso.
Y es tal su grado de convencimiento integrista, que todas sus reflexiones y actos orbitan alrededor de tan paranoica premisa y ven como enemigo a eliminar y causante de todos sus males a quienes no comulgan con sus ruedas de molino.
Iñaki, vamos a ser serios. Para hacer reproches hay que estar seguro de que se pisa suelo firme. El grito no lo insertaste en este post, sino en otro que se titula «El gobierno de la verdad que nos ha traido a este oasis» Creo que no aporta nada a lo que allí traíamos entre manos, pero nunca he censurado nada. ¿Entendido?
Aritza, al problema que tú planteas hay que añadir el que generan aquellos otros que niegan que en el mundo haya ombligos después de haberse asegurado de que ellos lo tienen y haber establecido las bases que aseguren su intangibilidad per saecula saeculorum.
Aupa Josu. No, si soy consciente que ombligos, haberlos, haylos. A cienes y hasta a miles.
Lo que ocurre es que uno es, de naturaleza, escéptico y de difícil encaje ideol´´ogico. Al menos en lo referente a naciones, nacionalismos, razas, sangres y patrias varias.
Y me da muchísima pena que la vida de un país gire en torno a la absurda premisa argumental de «nacionalismo vasco vs. nacionalismo español», o viceversa.
A este respecto, y respetando todo pensamiento que no se defienda con la violencia, te hago referencia a una canción (Mestizo) del grupo REVOLVER que viene a decir: «…no hay más bandera digna de sacrificio que la sábana que cubre el cuerpo de mi mujer…»
Pues eso.
Censura no, pero falsificación sí, Josu. Es evidente que la foto de este artículo es un fotomontaje tuyo. Todo el mundo sabe que el nacionalismo espanol es inexistente o muy marginal.
Gabon.
Aquí no se ha dicho que todo el que no es nacionalista vasco sea nacionalista español, sino que la gran mayoría de los que tratan de desacreditar al nacionalismo vasco son nacionalistas españoles.
Para Gandhi, nacionalista hindú tal y como él mismo se definía, su «ombligo del mundo» estaba en la India; y para Mandela, otro gran nacionalista, está en Sudáfrica.
Ni el uno trataba de negar la nación inglesa (¿o británica?) ni el otro la bóer.
Como no todos los nacionalismos actuan igual, el nacionalismo español parece querer negar la nación vasca.
Perdón por insistir en lo que dije, pero sigo manteniéndolo. No son tan escasos los catalanes y madrilenos que, educados e informados, veranean en tierra vasca en la seguridad de la excelencia tourística desde hace mucho tiempo – los catalanes de modo más reciente.
La Duquesa de Alba no perdona un verano sin visitar sus propiedades vascas, y estoy seguro conoce tan bien o mejor que nosotros lo que supone pasear por nuestra costa, sea junto al hotel du palais o el faro de la Virgen, sea en cualquier otro lugar. Donald Rumsfield, el de «la Nueva Europa», el invasor de Irak, era un habitual de los placeres donostiarras antes de devenir una celebridad, e incluso Paul Bremen, el segundo Gobernor of Irak -aquél que vestía traje con botas militares por si había que salir corriendo-, contaba (no sé si lo sigue haciendo) con casa en Donibane Lohitzun.
Los veraneos de todos ellos por nuestro privilegiado País no dan para gran cosa. Lluch era un poco diferente, le gustaba escribir, como a todos nosotros, y le gustaba la política, pero no podía deshacerse de su alma exógena.
Buen fin de semana,
D.
En mi limitada -y probablente pobre y corta- experiencia de la vida, amigo Aritza, he aprendido que casi en todos los ámbitos de la experiencia humana hay motivos para el escepticismo. ¿Naciones? Probablemente. Pero no menos en las relaciones personales, en la democracia e incluso en este zombi al que llamamos Estado de Derecho. No te falta razón cuanto te lamentas por el hecho de que la summa divissio entre las fuerzas políticas de nuestro país sea la que separa a los nacionalistas vascos de los nacionalistas españoles. Tampoco -lo digo sinceramente- creo que a estas alturas resulte muy estimulante la confrontación entre unas izquierdas y unas derechas que, en los albores del siglo XXI nadie sabe exactamente lo que son. El problema es que, en Euskadi, nos guste o no, los que reparten el juego político nos acaban de decir mediante el pacto PSOE-PP, que el juego político primoridial es el nacionalista. Un juego camuflado, claro, porque ellos le llaman de otra manera -el cambio, la integración, la Euskadi para todos, etc.- pero ya somos muy mayores para que nos engañen.
Bueno,… en su día también escuché aquello de mi patria radica en mis zapatos. Pero del mismo lugar desde el que procedía la imagen vino también la consigna de Patria o Muerte. Habrá que acostumbrarse a convivir con los motivos de escepticismo, que nos rodean por doquier. No es malo. Es síntoma de madurez.
Je, je, Donatien. Efectivamente. El nacionalismo español es una cosa minúscula de cuatro exaltados poco representativos. Lo nuestro es pura fabulación. Los nacionalistas vascos -ya lo dijo el eminente Juaristi- nutrimos nuestro discurso de agravios inventados.
Cazuela, para mí como nacionalista vasco, no es necesario situar el ombligo del mundo en Amorebieta para preocuparme sinceramente por el desarrollo de la comunidad política en la que me integro y con la que más identificado me siento.
Donatien, again, ya veo que Lluch no era santo de tu devoción. El tiempo que dedicó Lluch -en sus ocios y en sus trabajos; ya he señalado que empezó desde su más tierna juventud a visitar Euskadi por motivos de trabajo- a estudiar la sociología politica de los vascos, no creo que pueda despreciarse, equiparándole, por ejemplo, a Esperanza Aguirre que también veraneaba en Zarautz. Seguramente, los asesores sudafricanos que asistían a Pernando Barrena durante la última tregua, conocían de Euskadi muchísimo menos que Lluch.
Egunon Josu.
Ironiaz idatzi nuen munduko zilborrarena, bai Gandhi baita Mandelaren nazionalismoei sentimendu unibertsal kutsua darielako. Izatekotan, pertsona guztiak dira munduko zilborra nire ustez.
Argi dago idazteko estiloa asko landu beharko nukeela, beste noizbait ere ezinezkoa gertatu izan zait ironia agerian uztea eta.
Eskerrik asko eta jarraitu ezazu errealitatearen begirada suspertzaile hauek ematen.
Aritza, tú por aquí 🙂 Sabiendo como sabes que me declaro no nacionalista (y anarco-libertaria, y otra serie de cosas más un tanto raras), debo decirte que no estoy en absoluto de acuerdo con ese paralelismo que establecéis Luis Zabaleta y tú entre nacionalismos que se retroalimentan. Cualquier lectura somera de los teóricos del nacionalismo (desde Hobsbawn a Gellner, pasando por Walker Connor, Anthony D. Smith, o Hastings) permite aclarar esta cuestión con la suficiente hondura como para no caer en un argumento tan superficial. O dicho de otro modo: hay nacionalismos y nacionalismos. El españolista es centrífugo y expansivo; es y ha sido siempre un nacionalismo con aspiraciones imperiales (lees a los regeneracionistas y te caes de culo, y eso que eran «modernos»). Y es un nacionalismo que no puede existir fuera de la homogeneidad (de pensamiento, de lengua, de cultura). Una cosa es ser no nacionalista, y otra muy distinta es saber analizar el peso de todo ello en la historia.
Cuando Juaristi y otros enfatizan cosas como la fidelidad de los vizcaínos a las casas de los Habsburgo primero y de los Borbones después en la empresa americana, lo hacen entre otras cosas para justificar su delirante visión de una nación española eterna en el tiempo (la nación española de Sánchez Albornoz) y, de paso, para intentar deslegitimar con argumentos espurios al nacionalismo vasco moderno. ¿Que antes del siglo XIX no existía como tal una formulación política que pudiera denominarse «vasquista-nacionalista»? ¿Y qué? Me recuerda mucho este afán deslegitimador de los españolistas a aquellas célebres palabras de Golda Meir, cuando dijo aquello de «El pueblo palestino no existe». Cierto que antes de 1920 sólo puede hablar propiamente de panarabistas y nunca de nacionalistas palestinos, pero ¿qué importa eso? Hoy en día, existe una conciencia de pueblo palestino (reactiva, o como se quiera) y de constitución de patria palestina que es innegable. O mirándolo desde otro lado, como es algo que me toca de cerca, me recuerda a aquellos primeros pensadores sionistas que imaginaban un futuro hogar nacional judío que hoy en día es una realidad viva en Israel. La primera vez que visité ha-Eretz pensé en lo sobrecogedor que resultaba que TODO lo que tenía ante mis ojos tenía como mucho 70 u 80 años de antigüedad. Y sin embargo, ¿negarías tú la realidad del Estado de Israel y el sentimiento de pertenencia a la nación israelí de sus habitantes? Y si lo hicieras, ¿sobre qué bases? Pues entonces, ¿¿¿¿cómo demonios se puede deslegitimar y despreciar tan a la ligera? el sentimiento de pertenencia de los vascos a una nación vasca, seas o no nacionalista???? Y si saco el ejemplo de Israel a colación es porque no deja de tener su gracia que Juaristi hable de las «cosas inventadas» de los vascos y no ceje en su empeño en deslegitimar el nacionalismo vasco… ¡¡¡¡pero sea el máximo defendor del nacionalismo judío/sionismo en España!!!! Si eso no te parece contradictorio….
Poco me importa a mí el concepto de «patria», y sin embargo jamás hemos dejado de celebrar en mi casa los días señalados para vascos y catalanes. Y no sólo porque al decir nuestros apellidos en los territorios castellanos en los que siempre hemos vivido se nos haya respondido muchas veces con un arqueo de cejas, que también, sino porque forman parte de mi herencia y de quién soy. A mi abuela le robaron literalmente su lengua materna con 6 años cuando se quedó huérfana y le obligaron a hablar castellano; mi abuelo catalán tuvo que marcharse de Cataluña como represaliado y nunca enseñó catalán a sus hijos, no porque no quisiera sino porque en el pueblo ya eran lo suficientemente odiados como para arriesgarse a que los muchachos fueran por la calle hablando catalán. Sí: poco me importan a mí las patrias, Iñaki. Pero tanto le importaron a los demás, que nos robaron, a mí y a los míos, dos tercios de nuestra propia historia.
Hablando de Nacionalismo. La palabra es ambigua con varios significados.
Me encanta la definición de Encarta/Microsoft. Con poco de ingles que sepáis se entiende.
Nationalism
noun
Definition:
1. desire for political independence: the desire to achieve political independence, especially by a country under foreign control or by a people with a separate identity and culture but no state of their own
2. patriotism: proud loyalty and devotion to a nation
3. excessive devotion to nation: excessive or fanatical devotion to a nation and its interests, often associated with a belief that one country is superior to all others
Hay un detalle que afecta a los del PNV, EA, Aralar y muchos del PP y unos pocos del PSOE. Son víctimas de las voces ancestrales que inundan sus mentes y les convierten en observadores de sus ombligos. Todo muy legítimo, pero que no nos encasillen a los demás con su nacionalismo.
La gran mayoría de los vascos tenemos sentimientos de pertenencia múltiples, somos de nuestros pueblos, nos sentimos vascos, también españoles (llevamos 500 años participando de la historia de España), además tenemos una gran relación con América Latina (porque tenemos una lengua vehicular común que es el español) y por último empatizamos con muchas culturas ciudadanas del mundo porque todas las personas compartimos un sustrato común: somos humanos.
Nos gusta el euskera, el gallego, el catalán y creemos en la pluralidad de España, en la España de las autonomías, en la España Federal formada por todos los pueblos españoles. Una España Federal como Alemania, en donde todos los lander cooperan y sacan adelante un proyecto común.
Por tanto hay que estar blindados frente a los cantos de sirena, muchas veces muy atractivos, de las voces ancestrales que promulgan ciertas ideologías, porque son las que nos van a llevar al desastre.
Kaixo Josu
«Claro que somos nacionalistas. Pero por obligación. Queremos ser nacionales vascos»
¿Con esta declaración te apuntas, acaso, a la tesis del nacionalismo vasco como reacción al nacionalismo español?
¿Es que acaso en una Euskadi independiente no habría nacionalistas? ¿solo nacionales?
¿Puede existir una nación sin nacionalistas?
Que el País Vasco es una fábrica de nacionalistas es una evidencia y el problema, como bien lo has recordado en tu serie sobre Eguillor, es que un nacionalista nunca se siente suficientemente nacional.
Me sumo a tu empeño en destapar el rostro cubierto del nacionalismo español y subrayar su, histórica, deriva violenta pero que los árboles no nos oculten el bosque: la Identidad no se construye sólamente alrededor de los atributos nacionales (en este caso, vascos o españoles) y mis «connacionales» vascos de hoy son una amalgama de blancos, negros, musulmanes, cristianos, ateos, nacionalistas vascos y/o españoles, inmigrantes, expatriados……
Fernando Vallejo habla del «Desembarrancadero» para referirse a los problemas de la sociedad colombiana. ¿Crees todavía que vamos a salir de nuestro «desembarrancadero» apelando a las «históricas e innegables» nacionalidades española y vasca?
¿Cuándo dejaremos de sentirnos nacionales?
Un saludo
Kaixo Josu,
Interesante pero complicado el artículo de Ernest LLuch (Arnest dicía él se pronucía como arnés). Hay un artículo de Jose Luis Orella Unzue publicado en el Deia del lunes 29 de junio cuyo título es «Los vasco-españoles» que es de lo mejorcito que he leído sobre este tema.
También quiero felicitar a esa fuente impresionante de información que es el «comentarista» Donatien que se pasea por Biarritz de la mano de la Duquesa de Alba, frecuentendo el Hotel du Palais, y siguiendole los pasos a Donald Rumsfeld (y no Rumsfield) y a Bremen por Donostia y Donibane Lohitzune…..por cierto… ¿donde está el faro de la virgen?
Besarkada bat,
Joseba
Es una tragedia que Lluch muriera violentamente y que Barrena fuera encarcelado. Son expresiones de un conflicto estúpido. Lo llamo estúpido porque se puede evitar y no lo estamos haciendo.
Os dejo una entrevista que Sackur, en su programa HardTalk de BBC, tuvo con el político navarro no mucho antes de que fuera arrestado.
Hoy continúa arrestado. El conflicto armado continúa.
http://news.bbc.co.uk/2/hi/programmes/hardtalk/6226160.stm
Ez, Cazuela, estilo argia eta ulergarria daukazu oso. Ulertzen nuen zure ironia. Baina haratago nahi izan dut eraman mezua. Dena behar baita bizi dugun testuinguru honetan.
Me parecen interesantes tus reflexiones, Unicornio, que más que reflexiones son, probablemente, experiencias personales articuladas y formuladas. Es cierto que no se puede ignorar, se sea nacionalista o no se sea, el peso histórico que el nacionalismo ha tenido en un territorio o comunidad determinada. Y yo añadiría -aunque supongo que tampoco tú lo descartas- el peso que actualmente tiene en esas comunidades. No iré tan lejos como para sostener la tesis, a mi juidio escesiva, de que, tras Fukuyama y el fin de las Historia, el motor del mundo son los nacionalismos. No, no son el motor del mundo, pero revisten una importancia no desdeñable en muchos lugares. Con sus cosas buenas y sus cosas malas.
Takolo, en el debate político español, la voz nacionalismo se utiliza, sobre todo, en la primera y en la tercera acepción. Por eso se aplica en exclusiva a vascos, catalanes, gallegos. La segunda es el fecundo patriotismo de los que aman constructivamente a España.
Juan de Etxano, esas voces ancestrales se escuchan, sobre todo, en La Moncloa. Y algunos están empeñados en que se escuchen, también, en Ajuria Enea. Pero las mismas, ojo. Las mismas voces ancestrales, con el mismo mensaje.
Beñat, cuando hablaba de «nacionales», lo hacía, acertamente o no, como referencia a un sentimiento de identidad personal y colectiva proyectado sobre una comunidad plenamente reconocida como tal. Una comunidad capaz de conceder a sus miembros una «nacionalidad» -que deriva de nación, no de nacionalista- asumida por las naciones del entorno.
Bueno, la roca de la Virgen, Joseba. Lo mezclé con el famoso faro de la misma localidad cuya luz, desde Matxitxako, Erkoreka bien conoce sin necesidad de haberse paseado por él junto a la célebre aristócrata andaluza, siglo y medio después de que lo hiciera otra aristócrata, también andaluza, que ordenó simultáneamente la construcción del actual «Hotel du Palais» y apenas un siglo después de que lo hicieran ‘Sissi’, ‘reina de Hungría’, o la reina Victoria de Inglaterra.
Lo de la aristócrata Martinez de Irujo es objeto de IBI para la Hacienda Foral gipuzkoana y lo demás es historia. No es nigún secreto. Como tampoco que Bremer -y no Bremen- tuviera una casa en Donibane Lohitzun (salió en la prensa una manifestación de la IA durante la invasión de Iraq delante de ella, al menos en Gara y en Le Journal du Pays Basque) ni que Rumsfeld fuera visitante de San Sebastián.
Orella escribe suele escribir correctamente sobre la realidad vasca.
Agur