Hace casi dos años, publiqué en este blog una entrada sobre el juez Garzón (ver «¿Todos somos Garzón?» que vio la luz el 22.04.10), en la que expresaba mis impresiones y opiniones apropósito de su trayectoria y de la campaña de exaltación de la que estaba siendo objeto en aquél momento. El transcurso del tiempo no ha alterado mi opinión. Aunque hoy modularía algunas expresiones, sigo pensando básicamente igual.
Nunca he creído que Garzón fuera un buen juez. Y tengo la impresión de que la opinión que abrigo a este respecto, no constituye, precisamente, algo único y excepcional. Son muchos los que, más allá de la presión de las modas del momento, tienen la misma o semejante percepción. Y no sólo entre el público menudo y lego en cuestiones jurídicas. Basta repasar los tirones de orejas que Garzón ha recibido por parte de la sala segunda de la Audiencia Nacional para darse cuenta de que, en opinión de los propios magistrados que han tenido que evaluar su trabajo, la labor que ha desarrollado como instructor ha sido manifiestamente mejorable.
Su fama trasciende fronteras, es evidente. Garzón es todo un icono en los países iberoamericanos. Pero no hace falta ser muy sagaz para darse cuenta de que la ostensible notoriedad pública que le han dado algunas de las causas a las que más tiempo y esfuerzo ha dedicado, se ha nutrido, en buena parte, de actuaciones jurídicamente cuestionables y de interpretaciones de la ley, singulares, sorprendentes y, en ocasiones, hasta caprichosas. Y hay razones para sospechar que si ha optado por ese tipo de actuaciones judiciales e interpretaciones legales -cuestionables y caprichosas- ha sido, precisamente, porque lo que perseguía no era la ecuánime y ponderada aplicación de la ley, sino la relevancia mediática que aquellas le habían de dar. Son las inevitables ataduras del vocacional del estrellato. Es difícil saltar a la primera plana de los medios de comunicación con resoluciones grises y previsibles sobre asuntos rutinarios.
Ahora bien, una vez dicho esto, que no es nuevo en mi caso, porque ya quedaba apuntado en el post que inserté hace un bienio en esta misma bitácora, he de añadir que no me ha gustado el modo en el que se le ha apartado de la carrera judicial. No creo que en los últimos cinco años, Garzón haya dado más motivos para ser condenado por prevaricación que en los quince años anteriores. Y el hecho mismo de que, quienes antes ensalzaban su figura, sean ahora los que más ruidosamente aplauden su condena, muestra bien a las claras que su inhabilitación es fruto de un impulso que tiene más de político que de objetiva y desapasionada aspiración a que prevalezca la Justicia.
En 2003, cuando el Gobierno vasco se querelló contra Garzón acusándole de haber incurrido en prevaricación, por vulnerar «a sabiendas» los derechos de reunión y manifestación, no existía en España la pulsión inhabilitadora que ahora ha inspirado la sentencia condenatoria. Todo lo contrario. En aquél momento, el tono ambiental era más bien favorable a la modélica tarea de un juez cuya encomiable trayectoria lindaba -se nos decía- con la mítica heroicidad de la épica clásica. Y no exagero un ápice. Ahí está la hemeroteca para acreditarlo. Garzón era una especie de leyenda intocable. Y la querella, claro está, se archivó con displicencia, sin que nadie levantase la voz para denunciar atropello alguno.
Esto es, creo yo, lo que ha cambiado. Que ahora, en ciertos sectores de la sociedad española ha emergido, en contra de Garzón, el impulso inhabilitador que entonces faltaba. Y que esos sectores son tan influyentes que su impulso no podía quedar frustrado; había de encontrar, necesariamente, un cauce de materialización.
Personalmente, no veo claro que en el caso de las escuchas del caso Gürtel haya más motivos para una condena por prevaricación que en el caso de las víctimas del franquismo. En ambos casos, la decisión judicial presuntamente prevaricadora, descansaba sobre una interpretación de la ley que -más o menos forzadamente- es defendible y, de hecho, es defendida por algún operador jurídico. Lo que ocurre es que, una condena por vulnerar un derecho fundamental -el derecho a la defensa, que forma parte del derecho a la tutela judicial efectiva- resulta más defendible ante la opinión pública internacional que una condena por investigar el asunto de las víctimas del franquismo. Sólo por ese motivo -claramente extrajurídico- se puede entender que en un caso haya recaído una condena y en el otro no. Por ese motivo y -claro está- porque el impulso inhabilitador al que antes me he referido no podía verse insatisfecho. Los callos que Garzón pisó cuando decidió anticiparse a la ilegalización de Batasuna y acordó aquella suspensión cautelar que provocó ruidosas manifestaciones y enconados enfrentamientos callejeros, no eran dignos de ser tomados en consideración. Pero los callos que pisó con el caso Gürtel y la causa de las víctimas del franquismo, eran otra cosa. No podían quedar sin respuesta. Constituían una afrenta que ameritaba una reacción tan inmediata como aleccionadora.
No lloraré por Garzón. Pero tampoco me ha gustado el modo en el que le han inhabilitado.
Estimado Josu Erkoreka. Ud. no llorará por Garzón y yo tampoco, no obstante su presencia como Juez en el sistema que nos hemos dado, habría dado seguridad a la división de poderes. Me explico. En un sistema democrático, joven como el nuestro, la división de poderes solo se puede manifestar en todo caso, cuando existe transparencia en los actos de cada poder. El judicial tenía una oportunidad de oro para haber resuelto la situación de Garzón, valorando su trayectoria y no la discutible violación del derecho a la defensa de unos delicuentes de cuello blanco, por todos los indicios. Hubiera bastado con retirarle de la instrucción y amonestarle por los metodos empleados. Ese era el caso. Por el contrario al hacer este pari-pé, el T.S. se ha puesto en evidencia y ha dejado ver sus carnes ajadas, rozando la prevaricación (sic). Es mas, no me creo lo de la sacrosanta división de poderes y creo que la derecha (sic) se ha pasado la linea roja y ha forzado la suspensión por lo de las victimas del franquismo. Los Jueces como Varela, serán juzgados por la historia como parciales y lacayos del poder ejecutivo. Una pena, que un democrata haya estropeado su trayectoria por hacer caso de los tics paraoides de los conservadores. Ahí esta la reapertura del 11M para probarlo y ya veremos si no abren otro proceso para hacer que se juzguen los hechos como siempre ha dicho el PP.
SALUDOS
Josu. Comparto plenamente lo que dices. Conocí a Garzon en Bruselas y pude comer con él. Reconozco que era hasta simpático pero su búsqueda del estrellato tropezaba con una ecuanime aplicacion de la justicia que, dicho sin odfender a nadie, cuanto mas «gris» sea mejor. Pero la forma en que le han «echado» no parece tampoco que haya buscado una modelica aplicacion de la justicia y obedece a impulsos claramente políticos. Aunque ese entorno es el que él siempre buscö…
Jose felix
Yo tampoco lloraré por Garzón, no tengo por costumbre derramar lágrimas por fascistas, aunque sea todo un icono en determinados espacios de determinados países suramericanos, como la Coca-Cola.
Tampocome ha gustado la manera en que se lo han cargado.
Pero, no sé, me da la sensación de que el modo usado para su defenestración es más blando del que yo hubiera usado, y que por tanto lo sentimos de diferente modo, Josu.
Lo peor de todo es la etica de Garzon. Sabia perfectamente quien era la X de los GAL, y poco despues va de #2 en su lista electoral.
Balti…. ahi te quitaste la careta, y vimos tu fea cara
¡Vamos a ver si me aclaro!.
Usted sugiere que si GARZÓN ataca a ETA-Batasuna es un juez prevaricador, pero si ataca a Gurtel es un jueaz sin mácula.
Sugiere lo mismo que el PP simplemente cruzando los casos.
Curioso sentido de la justicia tiene usted.
A Garzón le han pagado con su misma moneda. Una sentencia jurídicamente mala pero de gran potencia mediática. Ha pasado de ser juez estrella a condenado estrella. El caso es ser estrella.
Coincido plenamente con Vd., señor Erkoreka. Su planteamiento es de los pocos coherentes que hemos escuchado estos últimos días. Los que antes alababan a Garzón, ahora le critican. Y viceversa. Erkoreka dice que no es un buen juez, porque antepone su promoción personal al propósito de hacer justicia. Y le critica lo mismo por lo que hacía antes que por lo que hace ahora, y no en función de cómo le haya ido con él.
Insisto: suscribo punto por punto su visión sobre el asunto Garzón. Y estoy de acuerdo con usted en que es triste el modo en el que ha caído de su torre de marfil. Por el impulso vengativo del conservadurismo hispano, que se ha sentido herido cuando han visto que alguien investigaba sus corruptelas. Triste, francamente. Pero yo, como Vd., tampoco lloraré por Garzón. Ni antes hubiese llorado, ni ahora lloraré. Pero no España, los que antes hubiesen llorado, ahora se ríen. Y los que ahora lloran, no se acordaron de hacerlo en el pasado.
De acuerdo, Josu. No sabia como expresarlo entre tanta plañidera que llora por su inhabilitación, pero mi sentimiento lo veo claramente expresado en tu post. Coincido contigo. La fachenda española se ha tomado su venganza y le ha inhabilitado. Pero es la misma que antes tanto le halagó. Y en el fondo, Garzón ha sido siempre un chapucero.
Me parece sensato que Garzón no caiga bien a los nacionalistas, franquistas y reaccionarios. Sí el Erkoreka derramara lágrimas por él, señal sería de que estamos equivocados los que estamos agradecidos por querer el juez, dignificar a las víctimas del franquismo y del fascismo. Gracias Erkoreka por reafirmarnos en nuestras ideas.
Bueno, Garzón tampoco cae bien a los magistrados que durante años han desautorizado sus chapuceras instrucciones, ni a los del Tribunal Supremo que le han condenado. Ni a los miles de periodistas que le han puesto a bajar de un burro en sus crónicas y comentarios. En realidad sólo cae bien a los idiotas. Porque hay que ser idiota para creer que las chapuzas de Garzón, que empezó pidiendo el certificado de defunción de Franco (hay que ser insulso), iban a servir para dignificar las víctimas de franquismo, cuando, afortunadamente, ya se llevan años desenterrando fosas comunes. QUe lloren los idiotas.
Furundarena, no te olvides de que en Bizkaia, Garzón quiso iniciar un proceso internacional de genocidio porque la gente no quería figurar como nacida en Cruces. Aquel Auto, ¿dónde podría encontrarlo?, fue sensacional, de puro disparatado. Las «garzonadas» nos han dado muchas razones para reír.