La X Legislatura ha dado comienzo bajo la égida de la marca «España»; una idea muy cara a los populares. Rajoy hizo referencia a ella en la sesión de investidura y el ministro de Asuntos Exteriores, García-Margallo, la ha presentado en la comisión correspondiente, definiéndola como «un proyecto que desea aunar todas las voces que componen ese coro, que es la imagen de España y dotarlas de una única partitura». También la ha caracterizado como «la piedra angular» en la que convergen «la diplomacia económica y la diplomacia pública».
No habíamos conseguido precisar aún en qué consiste exactamente lo que el Gobierno pretende hacer con ese curioso proyecto de marca, cuando el Grupo Parlamentario Popular se descolgó, hace unas semanas, con una Proposición No de Ley en la que se instaba al Gobierno a «desarrollar un Plan General de Marca España […] que sirva para promover una imagen potente de España en el exterior como un factor estratégico de competitividad y prosperidad para la sociedad española». El Plan en cuestión, había de realizarse, según la iniciativa de los populares, «en el marco de los principios de austeridad presupuestaria de la presente Legislatura». Y debía abarcar «todas las dimensiones» que configuran la imagen española: «económica, cultural, social, empresarial, deportiva, tecnológica, histórica y medioambiental».