Al mediodía de hoy, he conectado la televisión para husmear un poco en los informativos. Es el vicio de los políticos. Casi todas las cadenas hacían recuento de los actos matutinos que han conformado la campaña electoral en Andalucía y Asturias. En la comunidad bética, el tándem Rajoy-Arenas competía con la pareja Rubalcaba-Griñán. Aquellos pedían a los andaluces que se incorporasen de una vez al tren del cambio que lidera Rajoy. Estos, por su parte, les advertían de que los logros sociales acumulados durante 30 años de gobiernos socialistas, se puede ir al traste si las urnas dan el triunfo a los populares. El contraste era palpable. Se enfrentaban la ilusión y el miedo. El cambio como esperanza frente al cambio como amenaza.

López comparte galardón, en Tineo (Asturias), con el líder vasco de la misma "derecha irresponsable" que hoy denostó en un mitin en el Principado.
En el Principado, todo era un poco más austero y contenido. Como toca a una comunidad cantábrica. La candidata popular, Mercedes Fernández, se presentaba arropada por María Dolores de Cospedal. Y el aspirante socialista, Javier Fernandez, llevaba como padrino a Patxi López. Entre ambos, pugnaba por abrirse un hueco el actual presidente de la comunidad, Alvarez-Cascos.
Me ha llamado la atención -es un decir- el corte de imagen y voz que la mayoría de las emisoras han seleccionado del discurso de López en Asturias. Se trata de un corte en el que se ve y escucha al inquilino de Ajuria Enea afirmando que “estas elecciones ponen de manifiesto la irresponsabilidad de la derecha y son una oportunidad para la izquierda que los socialistas no vamos a aprovechar”. Sí, han leído bien. Hablaba de la irresponsabilidad de la derecha. De la misma derecha que le ha aupado a la Lehendakaritza –sin su apoyo, jamás hubiese llegado a presidir el Gobierno vasco- y le ha mantenido lealmente en ese cargo durante los últimos tres años. De esa derecha a la que le debe todo lo que es desde el punto de visto político e institucional. Al escucharle, he sentido la tentación de darle la razón. Efectivamente, esa derecha que López denuesta es una “irresponsable”. Ante todo y sobre todo, porque le puso a él al frente del Ejecutivo vasco. ¿Alguien se puede imaginar un acto más irresponsable?