Ayer tuve ocasión de participar, junto a otros portavoces parlamentarios, en un curso que la Universidad Complutense ha incluido este año en el programa veraniego de El Escorial bajo el sugerente título de Justicia y medios de comunicación: creación de opinión y cambios normativos. La directora y coordinadora del curso ha sido Margarita Uria. Su propósito inicial, consistía en organizar el curso bajo los auspicios del Consejo General del Poder Judicial. Pero a este no debió de hacerle mucha gracia el tema sobre el que versaba la iniciativa académica y se negó en redondo a patrocinarla. Ante la incomprensible -¿o demasiado comprensible?- negativa del órgano de gobierno de los jueces, Margarita, que no es de las que se arredra a la primera, pidió a los responsables de la Universidad que se hicieran cargo del curso. Y es así como, finalmente, ha podido celebrarse.
Madrid amaneció con una canícula plomiza. En la capital del Reino el clima estival es inmisericorde. El sol cae granítico sobre la cabeza de los viandantes, asfixiando literalmente la atmósfera. A media mañana, el mercurio rondaba ya los treinta grados. Un horno, vamos. Pese al tórrido fulgor que reinaba en el ambiente, a esas horas, algunos sufridos turistas cruzaban ya, plano en ristre, las calles más concurridas del centro turístico, tras la pista del Madrid de los Austrias o del Museo del Prado.