Siguiendo la indefectible costumbre de los últimos años, Iñaki Anasagasti y yo nos hemos trasladado a Lizarra, para participar en los actos organizados con ocasión de la entrega del premio Manuel Irujo correspondiente a 2010. En esta edición, que suma ya la décima, el galardón le ha sido otorgado in memoriam, a Petra Azpiroz, la recordada andereño que hace 77 años puso en marcha la primera Ikastola de Lizarra.
Nacida en Leiza, en 1916, Petra dio cauce a su temprana vocación docente, cursando estudios de Magisterio. Una vez obtenido el título, con tan sólo 17 años, decidió opositar para acceder a alguno de los puestos que la Diputación de Gipuzkoa iba a convocar para dotar de profesorado a las Escuelas vascas recién constituidas. Apenas había comenzado la preparación de los temarios, Eusko Ikaskuntza entró en contacto con ella para proponerle la puesta en marcha de una Ikastola en Estella. El reto no era precisamente menor. Aunque los apellidos de los estelleses y la toponimia del entorno denotaban la raíz inequívocamente vasca de Lizarra, hacía ya mucho tiempo que el municipio había dejado de ser registrado como vascófono. Sus habitantes sólo percibían el euskera como una evocación histórica, bastante lejana en el tiempo, aun cuando les había legado múltiples expresiones fosilizadas, de uso frecuente en el lenguaje cotidiano.