El lunes de esta semana, asistí, junto a Azpiazu y Beloki, a la conferencia que el presidente de ConfeBask, Miguel Lazpiur, pronunció en el Club Siglo XXI de Madrid. Hacía tiempo que no participaba en un acto organizado por este foro. Años. Si no recuerdo mal, la última vez que lo hice fue con ocasión de la comparecencia que llevó a cabo el líder de CiU, Artur Mas, en vísperas de las anteriores elecciones catalanas. Y desde entonces ha transcurrido ya un cuatrienio.
Aun admitiendo que se trata de una sensación puramente subjetiva, que puede no corresponderse con la realidad, advertí en el Club un cierto aire decadente. Su tribuna gozó de un enorme prestigio durante los años ochenta y noventa, e incluso durante los primeros años de la presente centuria. Pero tengo para mí que la proliferación de desayunos informativos, tan frecuentes y tan atendidos por los medios de comunicación, puede haber restando brillo a su antiguo esplendor. Se trata -insisto- de una sensación puramente personal. Una sensación que, sin embargo, viene avalada por el eclipse que está padeciendo últimamente. Antaño, el Club era una fuente inagotable de titulares. Las grandes personalidades de la política, la cultura y la economía, reservaban para este foro algunos de sus más significativos mensajes y consignas. Hogaño, son ostensiblemente otras, las canteras de las que se nutren los medios para conformar sus portadas.
También me llamó la atención la ausencia de medios y de electos vascos. Creo, sinceramente, que la comparecencia del presidente de la patronal vasca en un foto madrileño, constituía un excelente motivo para que nos diéramos cita, en torno al acto, los parlamentarios y corresponsales de origen vasco que desarrollamos nuestro trabajo en la Villa y Corte. Pero sólo asistimos a la conferencia y la subsiguiente cena, tres diputados del PNV. No hubo nadie del PP. Nadie del PSOE. Ni tan siquiera el delegado del Gobierno vasco en Madrid. Nadie de Vocento. En fin…
El título de la conferencia, reflejaba fielmente la preocupación y la inquietud que el presidente de ConfeBask siente por el próximo futuro: “Aportaciones empresariales para la construcción de un escenario postcrisis”. Como buen empresario que es, Lazpiur no piensa tanto en el pasado, como en los retos a los que tenemos que plantar cara para salir del atolladero en el que nos encontramos. Y más allá de las incertidumbres que dificultan la nítida visión del futuro, el presidente de la patronal vasca declaró tener algunas cosas claras. Su primera certeza consiste en que “nada va a ser igual que antes”, porque la que padecemos no es una crisis más, “ni por su gravedad y rápido contagio, ni por su alcance global”. La crisis, a su juicio, “ha venido a poner en cuestión muchas cosas y en todos los planos: económico, laboral, político, institucional y social. De hecho -añadió- más que ante un fenómeno coyuntural, cíclico, todos tenemos la sensación de que estamos ante el final de una época, tras la que vendrán nuevas exigencias, desafíos, reglas y comportamientos”.
De entre los principales cambios que sobrevendrán, Lazpiur destacó los de carácter geo-económico: los países emergentes adquirirán un peso creciente en la gobernanza económica internacional y los mercados se reubicarán, de suerte que la demanda de bienes de consumo e inversión, los polos de negocio de crecimiento y de desarrollo se trasladarán -o seguirán trasladándose, para ser más exactos- de las economías avanzadas a las emergentes. En este contexto general, los europeos tendremos que asumir que “nuestro enfoque y nuestra actividad deberán no ya sólo dirigirse a todo el globo, sino moverse con él y a su ritmo, porque el mapamundi ha cambiado de centralidad”. El centro bascula ahora entre América y Asia, de suerte que “los europeos nos hemos quedado en un extremo, orillados, y sólo nuestros esfuerzo y dedicación nos permitirán vencer las distancias”.
Otra característica clave del futuro, señaló Lazpiur, se encuentra en el patrón que regirá el crecimiento durante los próximos lustros. La única posibilidad de crecimiento sano y equilibrado se atisba en el adecuado desarrollo de los enormes mercados internos de las economías emergentes, de suerte que del made in China podamos pasar al sold in China; un escenario mucho más grato para nuestro tejido industrial. Estos países han incorporado al mundo económico 3000 millones de personas, de las que 500 millones tienen ya, un nivel adquisitivo equiparable al europeo. Estimulando su rol de consumidores, lograríamos un crecimiento más basado en la demanda y en la actividad productiva, en los bienes de consumo, inversión y de equipo, lo que favorecería especialmente a la industria, y a las regiones y los países que tienen en la industria su principal referente y motor económico.
Lazpiur exigió, también, a las entidades financieras que se pongan al servicio de la recuperación económica -por obligación moral y por interés propio; por ambas cosas- y constató la grave debilidad institucional que aqueja a la Unión Europea, que necesita dotarse de instrumentos políticos y económicos lo suficientemente sólidos como para responder con eficacia a los desafíos que se le presentan.
Por lo que respecta a España, puso especial énfasis -la actualidad así lo exigía- en el modelo laboral y su necesaria reforma. Achacó al modelo vigente una responsabilidad de primer orden en la escasa competitividad de la economía y los altos índices de desempleo existentes. Criticó su rigidez, la dualización que provoca en el mercado de trabajo y los estragos que produce en el empleo juvenil, donde se registran tasas de paro cercanas al 40%. Eso sí, aclaró que, a su entender,
“…flexibilidad y reforma no quieren decir merma de derechos como a veces interesadamente se traslada, sino capacidad de adaptación a los cambios y situaciones, tanto de las empresas, como de sus trabajadores”.
Un sistema como el vigente -observó- “instalado en reglas fijas e inamovibles ni crea empleo, ni mejora las condiciones laborales de los trabajadores y tampoco responde al nuevo modelo de relaciones, más personalizadas y de mayor involucración, que es tan consustancial a la economía de la innovación y el conocimiento hacia la que pretendemos caminar”.
Lazpiur se sitúa muy lejos de la visión tópica que el marxismo atribuía al empresario -o, quizá sería más correcta hablar del capitalista- como el sujeto que explota al proletario mediante la adquisición de su fuerza de trabajo. Su planteamiento sobre la gestión de los recursos humanos en la empresa es mucho más moderno, más humano y más eficiente. Piensa en trabajadores personal e incluso afectivamente implicados en el desarrollo de un proyecto empresarial común, donde todos los agentes buscan, al mismo tiempo, un medio de vida y un cauce para la realización pesonal. El modelo de empresario que Lazpiur encarna, muy extendido en la sociedad vasca, es radicalmente incompatible con usos y prácticas como los que se atribuyen, por ejemplo, a Fernando Ferré, el negociante que en un tiempo record concentró en sus manos un holding de 60 hoteles y 1500 trabajadores, que prestaban servicios en condiciones infrahumanas.
También habló de valores. De su reconocimiento público y su recuperación. De valores como “la austeridad, el gusto por el trabajo bien hecho, la cultura del esfuerzo o la motivación se han visto, por ejemplo, bastante debilitados en los últimos tiempos”.
Finalmente, hizo unas reflexiones sobre el modelo económico vasco. Sin pretender dar lecciones, desde la humildad, expuso que en Euskadi existe ya, gracias al esfuerzo colectivo y a la secular colaboración entre el sector público y el tejido empresarial, “un modelo productivo de futuro”. Su percepción es, en general, optimista, lo que no deja de reconfortar en estos tiempos de tempestades y cólera. Lazpiur confía plenamente en las posibilidades de Euskadi, en nuestras capacidades tecnológicas y en nuestro potencial de emprendizaje y crecimiento. No teme a los países emergentes, ni a los desafíos que plantean. Su diagnóstico es más bien esperanzador, aunque exigente:
“Nuestra forma tradicional de crecer, basada en una economía industrial, internacionalizada y abierta al mundo, que en determinados momentos nos expone mucho a la coyuntura y nos ha hecho muy dependientes de la evolución de la economía europea, coincide, sin embargo, ahora con lo que en el panorama postcrisis más oportunidades ofrece. Imagínense, como antes les decía, un nuevo modelo de crecimiento basado en el aumento de la demanda de bienes de consumo y de inversión y un nuevo mercado con 3.000 millones de personas requiriendo productos, infraestructuras y servicios, que estamos en disposición de ofrecer. Una oportunidad irrepetible para la que estamos ya preparándonos”.
Lazpiur es un empresario de verdad; no de cartón-piedra. No entiende de pelotazos ni de operaciones especulativas. No entiende de fraudes ni de irresponsabilidades. Lo suyo es el trabajo riguroso y la disciplina derivada del compromiso. Constituye un ejemplo muy tangible del tipo medio de empresario vasco. Empezó a pie de obra, en el taller de la empresa familiar, y poco a poco, paso a paso, ha ido sacando adelante, a pulso y desde abajo, un solvente proyecto empresarial, que ha atravesado momentos dulces y tragos difíciles, como todos, pero siempre desde el pragmatismo, inteligencia y creatividad; adaptándose a los tiempos, pero enfrentándose con tenacidad a los retos que cada época trae consigo. Se podrán o no compartir sus reflexiones, todas ellas, por cierto, muy bien argumentadas, y expresadas desde la autoridad moral de quien conoce la fábrica y conoce el mercado, pero creo que el discurso que pronunció en el Club Siglo XXI, constituye toda una lección magistral de un empresario vasco en Madrid. Y en Madrid, ya lo advierto, no son muchos los que están dispuestos a recibir lecciones de la gente que consideran de provincias.
En la cena posterior, nos divertimos un poco especulando sobre el tiempo, el espacio y la velocidad. Pero de eso ya hablaremos en otra ocasión.
Kaixo Josu
Perdona la pregunta pero ¿es que han puesto un Delegado del Gobierno Vasco en Madrid?.
Pensaba que todo el trabajo que se había realizado en Madrid para atraer inversiones a Euskadi o realizar proyectos conjuntos con terceros países (con los cuales por cierto, el Ministerio de Exteriores no mantiene grandes relaciones dado que no solían ser grandes potencias económicas) se lo había cargado Patxi López.
Es curioso que una de las iniciativas que mejor resultado habían dado (los beneficios versus el coste de la Delegación de Gobierno Vasco en Madrid de estos últimos 5 años habían sido enormes) fue una de las primeras cosas que «cerro» o dejó sin actividad el nuevo Gobierno Vasco.
besarkada handi bat
Carlos
Ya. No todos los empresarios son iguales pero no conocía esa parte de él.
Saludos.
JE, JE. El negociante frente al empresario. Sí, ciertamente son cosas distintas… Ser empresario de verdad no es tan fácil.
Una muy agradable lectura, por si hacia falta, que no lo hacia, para recordar lo bueno de este blog.
Y seguramente, otra excelente persona. Agur.
Supongo Sr. Erkoreka que a este empresario español (pertenece a la CEOE) no le contarías lo del Plan Ibarretxe, lo del referéndum de autodeterminación y demás disparates …
-Mientras tu persigues «quimeras» e ínsulas baratarias y te lo pasas muy bien en Madrid con el Anasagasti, hay muchos empresarios vascos que siguen siendo chantajeados y extorsionados por la mafia aberzota y pagando un impuesto que ríete tú de la subida del IVA.
PD
Nada más. Agur
Compárale con el presidente de la CEOE, Díaz Ferran y sus trapicheos con Marsans. No hay término de comparación. El empresario español es, de principio, un pícaro. El vasco es otra cosa.
El señor del encefalograma sin plano sumido en su profundo NO NACIONALISMO EJJJPANIOL se parece cada vez más a Josepo – que en ocasiones bebía mosto- o al niño del sexto sentido – que en ocasiones veía muertos- o al anuncio de los donetes – que le salían amigos por todas partes-. La diferencia es que el sr sin plano les supera porque no solamente «en ocasiones», es que SIEMPRE VE EJJJPANIOLES o en su defecto LE SALEN EJJJJPANIOLES POR TODAS PARTES, que obsesión,… A ver si aprende a diferenciar (en vallecano no sé si el idioma os da pa’ tanto) entre ESTAR OBLIGADO A SER y QUERER SER.
Firmado: La niña del exorcista y terror del Besugo.
En cuanto a la divertida conversación entre el tiempo, el espacio y la velocidad,… le contaste lo del sr. del encefalograma sin plano…?????? porque es uno de esos individuos a los que yo califico como LENTOS DE LOS QUE LLEGAN TARDE TANTO EN EL TIEMPO COMO EN EL ESPACIO.
Por preguntar…
El chocholo de Sondika, personaje mediocre y ridículo donde los haya, no sabe que la mayoría de los empresarios vascos son demócratas. Excepto los de Neguri, que siempre han sido franquistas, los empresarios vascos profesan convicciones democráticas. Y como demócratas que son, respetan el derecho de los vascos a decidir libre y democráticamente su futuro. No es cuestión de empresarios. Es cuestión de demócratas. Aunque entiendo que personajes ruines y fascistoides como Sondika, ignorantes y abyectos, no sean capaces de comprender lo que es la democracia.