Este semana, el Gobierno vasco y sus adláteres mediáticos han desplazado una nutrida comitiva a Madrid. Llevaban una misión de primer orden: presentar en la Villa y Corte la nueva campaña publicitaria de promoción del turismo en Euskadi y escoltar al inquilino de Ajuria Enea en el desayuno informativo que el jueves ofreció a la concurrencia, en el foro Nueva Economía de Madrid. Los publicistas de la Presidencia acaban de bajar el banderín de salida del rallye propagandístico que el gabinete López han emprendido con el doble objetivo de mejorar su valoración en las encuestas y preparar el camino hacia las elecciones municipales del año que viene, y no es cuestión de que, recién iniciada la campaña, el gran artífice del del Oasis vasco se encuentre en Madrid solo y desamparado.
El esfuerzo desarrollado para difundir la convocatoria a los dos actos, ha sido ímprobo. Y no es para menos. Estamos a lo que estamos. El miércoles, no había nadie en Madrid que no supiera que, esa tarde, el insigne general designado para normalizar las tribus del Norte iba a comparecer en el edificio de la Bolsa para referir a los asistentes las excelsas bondades del destino turístico Euskadi.