El político y publicista británico Ernest Benn dejó escrito que “la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos en todas partes, diagnosticarlos de manera equivocada y aplicarles remedios inadecuados”. Una frase sonora y redonda, que denota un cierto tono cínico, muy del gusto de la tradición politológica inglesa.
La máxima de Ernest Benn se cita con frecuencia por los escépticos de la política con el fin de justificar los intentos de restringir al máximo su prestigio público y su función social. Como la política -vienen a decir quienes así piensan- conforma un ámbito esencialmente sustraído a lo racional, en el que sólo pueden triunfar los torpes o los ineptos, todos ganaríamos si acotásemos rigurosamente su espacio de actuación e hiciéramos que las decisiones colectivas realmente importantes fuesen adoptadas desde terrenos colindantes, pero distintos al estrictamente político, como el de la tecnocracia, la religión, los intereses económicos, o los grandes focos de control de la opinión.
Es cierto que no faltan motivos para la postular la autocrítica en la política. En Madrid, por ejemplo, todos seguimos atónitos las abstrusas evoluciones de un presidente del Gobierno que parece empeñado en encarnar con la máxima fidelidad la chocante concepción de la política trazada por Benn. En casi todos los asuntos que llegan a sus manos, reacciona con arreglo a un patrón que repite unan y otra vez generando la desesperación de unos, la irritación de los otros y el desconcierto de todos: frivoliza, improvisa, jueguetea, mete la pata, se enroca en la metedura, se refugia en la demagogia y, al final, sonríe complaciente, sin haber cumplido su palabra y, lo que es peor, sin haber resuelto nada.
Y en Euskadi, las cosas no ofrecen un panorama más halagüeño. López y los suyos pueden engañarse en el solitario queriendo ver un oasis de entendimiento y concordia donde, en realidad, se están rescatando prácticas de sectarismo y exclusión que ya teníamos por superadas, pero la acción gubernamental que está desarrollando esta acumulación de fuerzas españolistas que rige los destinos de los vascos merced a la calculada aplicación de la Ley de Partidos Políticos, nunca dejará de ser un incomparable ejemplo de lo que Ernst Benn consideraba “diagnosticar los problemas de manera equivocada y aplicarles remedios inadecuados”. Si el socialismo gobernante se cree que por mucho repetir el absurdo latiguillo de que está consiguiendo normalizar lo anormal, los ilegalizados desaparecerán, el pensamiento de los ciudadanos cambiará, el abertzale se sentirá español, el que rechazó la Constitución se alegrará de ver a López festejándola en el Congreso junto a Bono y Rajoy, y todo el mundo se olvidará de que accedió a Ajuria Enea incumpliendo su promesa de que nunca pactaría con el PP, es que no conoce a la sociedad vasca o confunde la política con la taumaturgia.
Pero por graves que sean las deficiencias de todo orden que pueda ofrecer la política -y algunos políticos- en ningún caso autorizan a descalificarla globalmente y, menos aún, a pretender la anulación de un espacio que es absolutamente imprescindible para organizar la vida en común en un marco democrático y laico. Condenar la política como algo esencialmente malo y negativo es propio de los regímenes autoritarios. El generalísimo Franco, que arrasó a sangre y fuego el pluralismo político y persiguió, con saña, durante cuatro largas décadas, a todos los resistentes, acostumbraba a decir a sus interlocutores: “Haga como yo, no se meta en política”. En un nauseabundo ejemplo de cinismo, el dictador vendía la política como algo sucio y esencialmente reprobable; como un espacio indigno reservado para personajes turbios, fulleros y ruines. Y como algo, además, inútil desde el punto de vista de la eficaz resolución de los asuntos colectivos porque, como decía Benn, sólo sirve para “buscar problemas, encontrarlos en todas partes, diagnosticarlos de manera equivocada y aplicarles remedios inadecuados”
El de la política es un espacio sujeto al acoso permanente. Son muchos los que pretenden condicionarlo, e incluso suplantarlo, pero sin entrar formalmente en él; desde el exterior. De alguna manera, sigue pesando todavía aquella visión negativa de la política que preconizaba el caudillo. La política mancha; contamina. Es preferible mantenerse al margen de ella. Eso sí, ejerciendo sobre sus actores una presión que les fuerce a acomodar sus decisiones a los intereses y puntos de vista de quienes, pese a todo, desean salvaguardar su imagen manteniéndose formalmente extramuros del albero político.
Todos los ciudadanos tienen derecho a expresar a sus representantes políticos las inquietudes y aspiraciones que abrigan. Y es bueno y saludable que lo ejerzan. La democracia sería una quimera si no se diese una interacción eficaz entre los ciudadanos y sus gobernantes. Pero no es a eso a lo que me refiero, sino al intento organizado de anular la política, privándole de autonomía y poniéndola en bloque al servicio de intereses y objetivos que pueden ser todo lo legítimos que se quiera, pero que le son ajenos.
Hoy creo necesario reivindicar más que nunca el espacio propio de la política. Hace algún tiempo tuvimos que hacerlo frente al delirante intento de usurpar el juego político desde el poder judicial. Se aprobaron -recuérdese- normas penales que contemplaban condenas ejemplarizantes para los responsables públicos que convocasen consultas públicas tenidas como ilegales y se llegó a procesar a altos dirigentes políticos por haber desarrollado estrategias estrictamente políticas orientadas a traer la paz a Euskadi. Algunos -los de siempre- quisieron ridiculizar aquella batalla, presentándola como una expresión más de la secular lucha de la tribu nacionalista por su supervivencia. Nada más lejos de la realidad. La causa que entonces defendimos fue mucho más universal. No esforzamos en apuntalar el espacio de la política frente al esfuerzo que algunos jueces estaban desarrollando para ocuparla por asalto.
En los últimos tiempos hemos asistido de nuevo a intentos poco nobles de colonizar el legítimo espacio de la política, desde instancias sociales, económicas y, sobre todo, religiosas. Algunos de ellos se han hecho notar de forma especialmente intensa en el debate público suscitado en torno a la interrupción voluntaria del embarazo y la reforma legal emprendida para su ordenación. Soy un firme partidario de estimular el diálogo social con el fin de enriquecer la acción de los poderes públicos con aportaciones constructivas procedentes de todos los sectores sociales. Pero tengo para mí que algunas de las voces que hemos escuchado en los últimos meses desde la jerarquía católica española, han superado los límites del intercambio de opiniones respetuoso y leal, para penetrar en un terreno que confunde peligrosamente las propuestas morales que toda confesión religiosa tiene derecho a formulas con las exigencias derivadas de la ordenación jurídica de una sociedad compleja y plural.
La guerra es un asunto demasiado serio para dejarlo en manos de militares.
La política es un asunto demasiado serio para dejarlo en manos de políticos.
Dios es un asunto demasiado serio para dejarlo en manos de Rouco Varela.
Las guerras las hacen los militares, a las ordenes de políticos en nombre de una variada amalgama de dioses.
Kaixo Josu,
Eskerrik asko gai hau ateratzeagatik gabonetan.
Estas navidades me he preguntado porque esta necesidad de salir hacia afuera buscando fuera de la realidad normal.
Mi inclinacion es en estas fechas el ir al monte y buscar programas relacionados a la cosmologia o cienda alienigena, como algo fuera de lo cotidiano. Por que esto en Navidades? Es mi naturaleza humana alienada? es mi reflexion.Espiritualmente estoy aceptando nuevos argumentos que van naturalmente en relacion a mi persona y por algun motivo en el dia a dia me escaqueo de ellos? Como y por donde viene esa imagen nueva exterior que cada anio es un reencuentro con mi pasado futuro? Es simbolicamente mas una tradicion religiosa o cientificamente tengo que haceptar como bien dices las interpretaciones inglesas del » Iwas given » evitando el concepto, y aceptando el desatino, lo que hay.
Normalmente si se dice deuna forma un poco despectiva, ………ya estas haciendo politica. Es un comentario despectivo cuando se refiere ya estas defendiendo tu territorio, o se lleva a un area que se sale de lo comunmente interesado. Pero mi pregunta es, podemos pasar sin politica sin abstraer lo que socialmente nos toca? Podemos pasar por esta vida sin identificarnos con nuestra cultura, raices? En mi opinion tenemos un compromiso social y es participar. La imagen paterna y materna politico-social , la imagen paterna-materna podria ser asexual alienada cientifica. En realidad lo natural no tiene marco es dinamica.
Dentro de nuestra tradicion cristiana se habla de fe, de problemas que nos atanien durante el resto del anio, siempre es un tiempo que es dado a dar una vision de nuestras relaciones el reencuentro con lo nuevo.
El desatino, el deshecho, lo antinatural es la politica, esa es la imagen que tiene.
Nuestro destino, devenir no tiene marco, pero el problema si. Como construis ese marco social-politico? Muchas veces se os oye hablar sobre el tema. Ikasten.
De fotos elegidas…
prefería la anterior bajada a ‘peñaroja’, pero ahora por mucho premio que pongan no me gusta nada. Fria, muy fria … además con los chalets ad hoc del entorno aun peor.
Zorionak, lagune
La política, bien entendida, debe ser algo maravilloso, tener el poder para cambiar las cosas. Ahí es donde entra en juego LA PERSONA, y el uso que de la política hace. Os sonará a peloteo pero ciertamente el PNV me resulta personalmente un descubrimiento para justamente volver a creer en la política bien entendida.
Las palabras que reproduces del caudillo, reflejan el colmo efectivamente del cinismo de alguien que se sabe de tanto poder absoluto que se puede permitir tales afirmaciones. Y ahí es donde creo que efectivamente se ve el talante, la persona, desde el poder, se desnuda, emergen sus sentimientos más ocultos (los buenos y los malos).
Hablando por ahí con la gente y comparando casos cercanos, creo humildemente que la razón de ese desgobierno en Euskadi actual es que parte del RENCOR, y desde el rencor no se puede gobernar, porque la «criatura» que engendra es justamente lo que se está viviendo; más crispación, más inestabilidad, más desconfianza … «Siembra viento y recogerás tempestades»
A Mariasun,
¡ FELIZ ANIO NUEVO!.