El político y publicista británico Ernest Benn dejó escrito que “la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos en todas partes, diagnosticarlos de manera equivocada y aplicarles remedios inadecuados”. Una frase sonora y redonda, que denota un cierto tono cínico, muy del gusto de la tradición politológica inglesa.
La máxima de Ernest Benn se cita con frecuencia por los escépticos de la política con el fin de justificar los intentos de restringir al máximo su prestigio público y su función social. Como la política -vienen a decir quienes así piensan- conforma un ámbito esencialmente sustraído a lo racional, en el que sólo pueden triunfar los torpes o los ineptos, todos ganaríamos si acotásemos rigurosamente su espacio de actuación e hiciéramos que las decisiones colectivas realmente importantes fuesen adoptadas desde terrenos colindantes, pero distintos al estrictamente político, como el de la tecnocracia, la religión, los intereses económicos, o los grandes focos de control de la opinión.