Digámoslo en pocas palabras. No me creo nada de lo que el Gobierno está pretendiendo hacernos creer. No me creo, por mucho que lo revistan con celofanes de verosimilitud, que el Tribunal Constitucional haya dado un varapalo al Gobierno que este no fuera capaz de prever o, en su caso, de indagar y conocer con suficiente antelación. Llevo ya suficientes años en la Villa y Corte como para tragarme tamaña rueda de molino.
El Gobierno sabía perfectamente cómo iba a acabar el proceso cuando, el 14 de mayo, empujó al Abogado del Estado y al Ministerio Fiscal a presentar ante la Sala del 61 del Tribunal Supremo las demandas incidentales que ha interpuesto contra la coalición electoral II-SP. No abrigo dudas al respecto y que nadie, por favor, intente convencerme de lo contrario.