Esta semana se ha muerto Javier Ortiz. Lo supe el martes por la mañana, merced a la llamada telefónica que Iñaki Anasagasti me hizo para comunicármelo. La noticia nos ha sorprendido a ambos, porque ignorábamos que llevaba un mes hospitalizado. Y como ha estado escribiendo hasta el final el artículo diario que firmaba en El Público, nadie, a excepción de los más allegados, ha tenido conocimiento de su enfermedad, que la ha llevado con gran discreción.
Javier era un buen tipo. Un hombre de una pieza. Le gustaba ir a la contra y forjó su personalidad como periodista basándose en esa característica. Escribía lo que pensaba y pensaba lo que escribía. No se casaba con nadie. Tenía sus propias opiniones y las expresaba y defendía con claridad y vehemencia. Fue un espíritu independiente y un pensador resistente.
Por su natural inclinación a navegar contracorriente, era una gran defensor de la causa nacionalista vasca en Madrid. «Si viviese en Euskadi -me confesó una vez- os criticaría con rudeza. Pero como vivo en Madrid, donde todos os critican, me he convertido en uno de vuestros más acérrimos defensores». Era su sino. Contradecir las verdades oficiales. Cuestionar las ortodoxias. Transgredir las exigencias del Todo.
Le conocí y traté cuando gestionó, en la editorial Foca -de Ramón Akal- la publicación del libro Dos familias vascas: Areilza y Aznar que Iñaki Anasagasti y yo escribimos en 2002. Fue un lujo conocerle y compartir con él impresiones y conversaciones. La publicación de aquel libro constituía toda una osadía en un momento en el que las afiladas zarpas del Aznarato se clavaban sin piedad sobre todo lo que se apartase mínimamente del pensamiento único instaurado por la mayoría absoluta del PP. Pero a Javier le encataban esos desafíos. Y en eso, el editor, Ramón Akal, no le iba a la zaga. Lo suyo es resistir ante los abusos. Plantar cara a los excesos del poder. Y el poder de Aznar se definía precisamente por eso: por los excesos.
Me consta que, por aquella época, Ramón recibió más de un aviso. «No te equivoces -le advirtió una voz seca, con el tono turbio de la mafia calabresa-. A ver qué publicas». Pero Ramón y Javier, Javier y Ramón se crecían ante estas amenazas. Y no sólo publicaron el libro, sino que lo hicieron con cuidado y esmero.
Después he mantenido una excelente relación con Javier. A veces me llamaba para contrastar sus percepciones políticas con las mías y siempre era un placer escuchar sus análisis, siempre originales e irrespetuosos.
Su columna diaria era un soplo de aire fresco en el sofocante torrente de la producción periodística contemporánea.
Su muerte me ha dado mucha pena. Su chica, Charo, estaba rota cuando le visitamos en el tanatorio. Su dolor me partió el corazón. También saludé en el velatorio a Ramón Akal, que conciliaba la pesadumbre por la pérdida de un amigo, con el entusiasmo que habitualmente imprime a sus proyectos. Y está -lo constaté- repleto de proyectos editoriales.
Con la muerte de Javier, los nacionalistas vascos perdemos a uno de los principales valedores que teníamos en Madrid. Y no tenemos demasiados.
Adiós, Javier. Siempre te recordaré manejando diestramente paradojas y sarcasmos en la búsqueda de imaginarios heterodoxos.
un extraordinario personaje Javier en sus columnas y en en sus intervenciones televisivas, y aprendamos de la discrección , del comportamiento digno, de evadir la rumorologia y el aspaviento del que jamas hizo gala.
Tras escribir aquel libro y lograr dos ediciones bajo el aznarato,llegamos a dos conclusiones.¡Que tipo genial es Javier Ortiz y que bien nos lo pasamos presentando el libro y,la segunda,con esto,no hay quien viva.
Queriamos haber continuado con una colección que tenía como epígrafe:LA FASCINACION DEL PESEBRE,pero eldía a día nos comió.GB.Javier.
No lo conocia personalmente pero si que durante mucho tiempo le vi en «Pasalo» de tertuliano,aparte de ese aire bonachón que tenia era un hombre que cuando lo veia me transmitia buenas vibraciones,me gustaba escucharlo,cuando escuche que se habia muerto(no se si alguna vez os a pasado)que aunque no conozcas a la persona el corazón se te encoge,pue eso me pasó.
Espero que nos espere muchos años,y un beso a su familia.
Una persona encantadora…con una forma de ver la vida….envidiable…pienso en el y sonrio….G.B
Una estrella en la oscuridad, otro punto de vista siempre necesario y contracorriente. Discripé en algunos de sus artículos pero siempre necesitaba leerlos. Eskerrik asko zure ondasunagatik eta zure humore sakarragatik. Besarkada bat zaren lekuan zarela.
Información Bitacoras.com…
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Hola,
Solo quiero comentar una cosa al post de Erkoreka. Ortiz desarrolló la mayor parte de sus últimos años como columnista del diario El Mundo. Su paso por Publico es muy reciente.
Besarkada bat
En su día comenté vuestro libro «Dos familias vascas…» http://www.rebelion.org/noticia.php?id=78646
No sé si salía VS peor parado que la otra parte firmada por su colega Anasagasti (bueno, acabo de echarle un vistazo: me fue más leve -e incluso, amena- la lectura de su libro. Está de suerte). Ay, yo que pensaba endulzarle, a cambio, diciendo que su voz estos días en el Parlamento ha sonado digna, hasta en la cuadra de El Mundo le han emparentado con otro de Bilbao, bueno, tampoco de Bilbao como Ud. mismo: nadie es perfecto!:el gran orador y político, don Indalecio Prieto.
Eso sí, por favor, no acusen a los demás de transformistas, remontándonos o no al abuelo de Aznar. En algo si estoy de acuerdo, el gran Fregoli lo hacía mucho mejor. Por algo los italianos están mucho mejor dotados para la comedia que los vascos.
Saludos.
/Blas López-Angulo
No tenía previsto responder a los comentarios de este post. Cada uno ha expresado sus opiniones e impresiones sobre la persona y la obra de Javier y, en ese terreno, nada tengo que añadir, objetar u oponer. Pero el último comentario, insertado por Blas López-Angulo, me induce a romper con mi propósito inicial. Blas, leí tu comentario. Lo conocía y me pareció excelente que lo hicieras. Me complace que mi parte te resultase amena. Yo me divertí mucho escribiéndola y descubriendo una y otra vez al personaje de los mil matices que fuera Manuel Aznar Zubigaray. Me inquieta que en El Mundo alguien se dedicase a elogiarme. Y más aún que me emparentase con don Inda que, para la derechona fue un ser satánico y despreciable. Por cierto, don Inda era más de Bilbao que yo. Nació en Asturias pero se afincó en Bilbao siendo un niño. Yo soy de Bermeo y, hasta hace muy poco, ya en los cuarente, no he vivido en Bilbao de modo estable.
Sobre el transformismo de don Manuel Aznar, recuerda en qué fechas y en qué circunstancias se produjo la edición del libro que citas. Era una manera de meter el dedo en el ojo a un José María Aznar que estaba embarcado en una dinámica de deslegitimización del nacionalismo vasco, en general y del PNV en particula. Un cordial saludo.
El columnista que glosa a Su Señoría es Raúl del Pozo: http://espaicritic.blogspot.com/2009/05/erkoreka-de-raul-del-pozo-en-el-mundo.html
No soy lector de El Mundo, su columna me llegó vía resumen de prensa (en papel). No se asuste el preclaro bermeano por sus ditirambos y gócelos. Ya que recordamos a Javier Ortiz (un servidor también lo hizo en su blog: http://sakurambotsumamu.blogspot.com/2009/04/dia-de-san-javier-ortiz.html), lo haré con una de sus citas preferidas. Augusto Bebel, el fundador del socialismo alemán, en una ocasión que un periódico del poder había hablado de él en términos elogiosos, sarcástico exclamó: «¡Ah, viejo Bebel! ¡Qué tontería habrás hecho para que esa gentuza te alabe!» Aunque pudoroso y humilde, no sea negativo, señor Erkoreka, su voz en Madrid es necesaria como lo era la de Javier. Gracias a él y a su colaboración póstuma he descubierto su blog y procuraré seguirlo.
En cuanto a Fregoli, algún día escribiré alguna cosilla sobre él, gracias –es justo decirlo-a la mamma italiana de mi hija que ha sido estudiosa de la comedia italiana.
Recuerdo bien la atmósfera irrespirable del último Aznar. Tal vez por cortesía en mi anterior comentario condensé en exceso mi alusión a la incapacidad de los vascos para la comedia. Manca la finezza transalpina. Y lo mismo al abuelo de Aznar, que a ustedes y sus contendientes. Recuerden sus propios bandazos: pactaron en la república con los carlistas antes de cambiar de bando, con Josemari Aznar también, etc., etc. etc.
Políticas aparte, cuente con mi estima personal, que es la calderilla que le puedo ofrecer.
Le voy a hacer una confesión, amigo Blas. En mi código genético -me refiero al real, no al político- constan dos componentes básicos. El primero es jansenista; serio, riguroso, triste. Es la parte vizcaína. Pero hay otro componente más informal; menos ortodoxo. Es… italiano!! Uno de mis tatarabuelos nació en el la provincia de Salerno, en las Dos Sicilias, años antes de la unificación italiana. En mi pueblo, a esa rama familiar se le conoce con el sobrenombre de «Italia».
Manuel Aznar no tenía antecedentes italianos, pero estaba bien dotado para la representación. Era vasco, pero de la Navarra fronteriza, siempre amiga de los silencios y las ambigüedades. De de la Navarra que se expresa en la jota:
«Navarro de corazón, español si me conviene, y si me quitan los fueros, francés el año que viene».
Nosotros, Blas, es difícil que cambiemos de bando. Pactaremos con todo el que hay que pactar para hacer más llevadera la vida política -permíteme el eufemismo- pero nunca diremos que somos carlistas, o que compartimos la hermética visión hispánica de Aznar. Como tampoco nos declaramos socialistas aunque pactásemos con Prieto y nos metiéramos con él en la guerra.
Sobre los elogios de los críticos, estoy curado en salud. Los políticos somos como monigotes en sus manos. Hoy nos encumbran para mañana condenarnos al fuego del averno.
Encantado de saluldarle
[…] Erkoreka. Recordando a Javier Ortiz. 1 de mayo de […]