El pasado fin de semana, Manuel Chaves, presidente del PSOE y de la Junta de Andalucía, estuvo en Euskadi. Supongo que no hará falta precisar que vino a prestar apoyo público a la candidatura de Patxi López para Lehendakari.
Hace ya varias semanas que comenzó el desfile propagandístico de los socialistas. Cada cierto tiempo, un relevante cargo del PSOE coge el coche oficial -en algún caso lo que coge es el avión oficial de la presidencia o algún otro de las fuerzas armadas- y se desplaza a Euskadi para pasearse con el candidato, ponerle la mano sobre el hombro y cantar a los cuatro vientos sus excelencia. Se trata de que los votantes vascos se acostumbren a ver a López acompañado de caras conocidas del mundo de la política y vayan asumiendo su mayoría de edad y su capacidad para asumir las riendas del Gobierno. Es como si temiesen que sin este aval de los altos cargos de su partido, nadie fuera a ver en Patxi Lopez un hombre formado, maduro y capaz de gobernar. (más…)
La corrección política española ha instituido unos hábitos lingüísticos que, en ocasiones, producen efectos enormemente paradójicos. Uno de ellos, que me afecta directamente en mi condición de militante y parlamentario del PNV, es el que distingue entre lo nacional y lo nacionalista.
La mascarada ha comenzado. Ayer se dio a conocer la plataforma electoral D3M que, según informa la prensa, agrupa a históricos dirigentes de HB, como Itziar Aizpurua y Julen Aginako, antiguos candidatos de marcas afines a los BOLTXEs, total o parcialmente ilegalizadas, y ciudadanos individuales conocidos por su proximidad o sintonía con ese sector político organizado que se hace llamar Izquierda Abertzale.


Alfonso Guerra asegura en sus Memorias (Dejando Atrás los vientos, volumen II) que, pese a lo que digan las leyendas urbanas, él nunca declaró la muerte de Montesquieu. El vaticinio que se le atribuye -el del inminente fin del principio de división de poderes- surgió, según su testimonio, de una errónea -o quizá malévola- interpretación que unos periodistas hicieron de sus palabras, en un almuerzo en el que hablaron de los límites que en ningún caso debería superar el Tribunal Constitucional en su sentencia sobre la Ley del aborto.
¿Es posible que en el seno de una sociedad democrática occidental, un grupo de jóvenes de clase media se organice férreamente en torno a un líder sólido y fuerte siguiendo la pauta de una formación de corte fascista?