La corrección política española ha instituido unos hábitos lingüísticos que, en ocasiones, producen efectos enormemente paradójicos. Uno de ellos, que me afecta directamente en mi condición de militante y parlamentario del PNV, es el que distingue entre lo nacional y lo nacionalista.
Para el lenguaje político correcto, el concepto de nación evoca ideas y sentimientos positivos. La nación, sobre todo cuando se refiere a la española, en cuyo caso se tiende a escribir con mayúsculas -Nación española-, alude a la comunidad, al proyecto colectivo y al sentimiento de solidaridad interna, que son tres categorías políticas cargadas de connotaciones positivas. La voz nacionalismo, sin embargo, asume sobre sus espaldas una fuerte carga peyorativa. Sugiere imágenes asociadas al egoísmo, la insolidaridad, el racismo, la exclusión e incluso a la violencia.
De un modo sutil y casi imperceptible, los ideólogos de la corrección política asocian la nación -perdón, quería escribir la Nación- a España, y vinculan el nacionalismo, con toda su tara negativa, a las naciones llamadas periféricas; léase Catalunya, Euskadi o Galiza. De modo y manera que lo edificante queda para España y lo pernicioso para los demás.
No es difícil, por ello, encontrarse con discursos rabiosamente nacionalistas que, paradójicamente, se dedican a criticar el nacionalismo. Retóricas de inflado patriotismo, que reclaman para España el noble status de Gran y Única Nación, mientras cargan las tintas críticas contra “los nacionalismos” -los únicos a los que identifican como tales- que, por ser intrínsecamente nocivos, se dedican vilmente a menoscabar un proyecto tan ambicioso y magnificente como el nacional español.
Por extraño que parezca, este tipo de planteamientos contradictorios son habituales por estos lares.
Para el nacionalista español, el nacionalismo es, siempre, un mal ajeno. Lo suyo, aunque participe de los rasgos más negativos de los nacionalismos más agresivos, intolerantes e imperialistas es, sencillamente, constructivo y ejemplar patriotismo. Pero no es este un rasgo privativo de España. También para Hitler, los nacionalistas eran los polacos y los franceses que se resistían a la invasión nazi. Y para Milosevitch, los nacionalistas eran los croatas refractarios a aceptar el proyecto de la Gran Serbia.
Entre el concepto de víctima y su derivado victimismo, ocurre algo que, en alguna medida, es semejante.
En el lenguaje político español, la víctima por antonomasia es la de ETA. Y quizás por ello, la expresión suscita en el ciudadano un sentimiento de cercanía y solidaridad. Prácticamente todo el mundo -incluida una parte de los votantes de Batasuna- comparte la necesidad de ofrecer respeto, amparo y protección a las víctimas del terrorismo.
El victimismo, por el contrario, se predica de quien se vende como víctima, sin serlo. La víctima, aunque abuse de su condición y la exhiba desproporcionadamente, merece consideración, cercanía y apoyo, porque su condición de víctima es real y no aparente. El victimista, por contra, que trabaja para generar una ficción, sólo se hace acreedor a la crítica y el desprecio. Como el de nacionalismo, como se ve, el de victimismo es un concepto connotado con un lastre negativo.
El efecto perverso que genera esta peculiaridad del lenguaje político correcto, es el de que nadie puede ser, válida y legítimamente, víctima de algo distinto al terrorismo de ETA. No se puede ser víctima de un linchamiento mediático, por ejemplo. Y si alguien dice que lo es, caerá inmediatamente sobre él la acusación de victimismo. Y, por lo que se ve, tampoco se puede ser victima de una operación político-judicial. Y si alguien es procesado por ejercer el diálogo político y quiere defender ante el tribunal la legitimidad y la autonomía del quehacer de los políticos, a salvo de las injerencias judiciales, es acusado de practicar el victimismo.
Lo ocurrido estos últimos días con el Lehendakari, es un claro ejemplo de lo que digo.
Te procesan sin causa y, además, te tienes que callar resignadamente. Porque si te quejas o, sencillamente, te planteas una defensa concienzuda de tus posiciones, te acusan de victimismo. Y lo hacen, además, quienes más empeño pusieron en arrastrarte a la situación en la que te encuentras.
…»La nación, sobre todo cuando se refiere a la española, en cuyo caso se tiende a escribir con mayúsculas -Nación española-, alude a la comunidad, al proyecto colectivo y al sentimiento de solidaridad interna, que son tres categorías políticas cargadas de connotaciones positivas. La voz nacionalismo, sin embargo, asume sobre sus espaldas una fuerte carga peyorativa. Sugiere imágenes asociadas al egoísmo, la insolidaridad, el racismo, la exclusión e incluso a la violencia.»…
Extraigo estas líneas de tu escrito para subrayar el hecho de que bajo la óptica nacionalista la cosa no puede ser de otra manera.
Yo sin embargo no estoy de acuerdo en que las tres categorías políticas a las que te refieres sean positivas. Comunidad viene de común, y lo común no tiene porqué ser necesariamente bueno y ni que decir tiene que la historia esta inundada de proyectos políticos abyectos. Pero es en la tercera donde más te ha fallado el subconsciente. Yo creo que el concepto de «solidaridad interna» es, en si mismo, contradictorio y ruin.
Si echamos la vista atrás, inevitablemente vemos que detrás de todas las naciones en su origen está el uso de la violencia y el egoísmo del ser humano aderezado casi siempre con conceptos religiosos y otras lindezas por el estilo.
Desgraciadamente, no se puede evitar el haber nacido en una determinada nación más o menos consolidada, pero si se puede trabajar para que sea la razón y no determinados «sentimientos» los que nos organicen nuestra vida y la de los demás. Y puesto que todos nacemos con ese «pecado original», no me entra en la cabeza como se puede perder el tiempo en echar más leña a semejante hoguera, habiendo tantos campos – bastante más éticos y placenteros- donde pecar. Claro que estamos hablando de sentir, que es como hablar de amar, y todos sabemos por experiencia las cosas peculiares que pueden llegar a hacer los enamorados.
Josu, como veo que tienes la tendencia a rematar mis comentarios con alusiones al PP, te diré que me hace mucha gracia, pero en ese sentido pierdes el tiempo. Tendrás que buscarme otro punto débil. Yo soy de los que opina que fue una desgracia haber ganado la llamada Guerra de la Independencia. Estoy casi convencido de que el canto de un gallo napoleónico seguramente nos hubiera ido muchísimo mejor. Quizá, nos habría evitado la guerra civil y la consiguiente eterna paz franquista. Ya no tendríamos problemas dinásticos que resolver. Hasta puede que incluso no padeciéramos el llamado «cáncer nacionalista». Y lo mejor de todo sin ninguna duda: nos habría ahorrado la baldía, estúpida y siniestra sangría etarra.
En fin, me consta que estas cuestiones no se plantean ni por asomo en las ikastolas… ni en los colegios de Esperanza Aguirre. Tranquilo.
Saludos cordiales
En efecto y no nos debe de extrañar que durante mas o menos tres o cuatro años, la Inquisición Española se ha llenado la boca refieriendose a nosotros (EAJ + EA) como nacionalistas y a ellos como constitucionalistas.
La capacidad de manipular, tergiversar las cosas de llos humanos no tiene limite.
Bastante mas constitucionalistas somos nosotros que ellos. Se obedece pero no se cumple.
Y eso que el pueblo vasco fue a la abstención.
Sin embargo ellos, ni obedecen ni cumplen y son los que ferviertemente votaron a favor de la constitución española, supuestamente su constitución.
EL tema en efecto, Josu es de traca.
JELen
Daniel,
Dices que Comunidad viene de común, y lo común no tiene porqué ser necesariamente bueno y ni que decir tiene que la historia esta inundada de proyectos políticos abyectos. Efectivamente, lo común no tiene porque ser necesariamente bueno y que la historia esta llena de proyectos políticos abyectos. Pero de la misma forma, lo común no tiene porque ser malo y la historia está llena de proyectos políticos esperanzadores.
Es más, hasta el día de hoy, solo de lo común ha devenido el progreso, entendido no solo tecnológico sino también social. De lo común, precisamente surgió ese gallo del que hablas. De lo común surgió también la declaración de los derechos humanos. Y de lo común surgió el, hasta ahora, mejor proyecto político que ha funcionado, la democracia.
¿En qué es ruín y contradictorio el termino solidaridad interna?
No es que «detrás de todas las naciones en su origen está el uso de la violencia y el egoísmo del ser humano aderezado casi siempre con conceptos religiosos y otras lindezas por el estilo.», sino que esas actitudes están detrás del propio ser humano y de los colectivos que forma.
La razón sobre el sentimiento. Pero la razón nunca es absoluta ni pura. Ni única. Razón sí, pero el sentimiento es algo innato al ser humano y, en la medida de lo «razonable», ha de respetarse.
Con todo, ¿en qué no es razonable el nacionalismo? Y no ya el nacionalismo que a ti se te escapa u obvias, sino el nacionalismo con el que te quedas tras un análisis simplista y demagógico.
El susodicho gallo del que hablabas, por cierto, es un perfecto ejemplo de un tipo concreto de nacionalismo, el intransigente y unificador.
Con Permiso de Josu, me gustaria exponer a Daniel en lo que para mi ha pecado, dando a los nacionalistas vascos mas razon de ser aun. Dani dice:
«Comunidad viene de común, y lo común no tiene porqué ser necesariamente bueno y ni que decir tiene que la historia esta inundada de proyectos políticos abyectos. Pero es en la tercera donde más te ha fallado el subconsciente. Yo creo que el concepto de “solidaridad interna” es, en si mismo, contradictorio y ruin.»
Si como tu dices, lo comun no tiene por que ser bueno, no veo el por que tener un estado vasco Independiente, fuera del proyecto comun que defienden los nacionalistas Espanoles, ha de ser malo. Cada vez que hablamos de independencia los vascos, los unionistas Espanoles prediceen que ese estado vasco seria un desastre. Despues dices que la Solidaridad interna es ruin, es mas, estas dandonos mas argumentos para construir ese estado vasco independiente. La verdad es que si todos los unionistas Espanoles fueran de tu pensamiento nos hariais el camino a la independencia mas facil. De cualquier manera, creo que lo que buscas es el juego de palabras con el que puedas intentar confundir a Josu pero creo que lo tienes dificil ( menudo libelula que esta hecho el chabal). Pero es que para rematar el escrito nos metes la Guerra de la independencia. En el caso de que Napoleon hubiera ganado, a mi modo de entender deberia de haber mucho, mucho, proyecto en comun y mucha mucha solidaridad interna para que nos fuera bien. Ahora bien, si tu entiendes que para que las cosa vayan bien con la imposicion armada es suficiente, apaga y vamonos. La verdad es que estas lleno de contradicciones. Por ultimo, tengo la sensacion de que no sabes quien eres, ni de donde vienes, eres espanol pero no te hubiera importado ser Frances, tienes un cacao de la ordiga. Los nacionalistas lo tenemos claro, sabemos lo que somos y lo que queremos. No quiero que te sientas ofendido Dani por lo que he escrito, un saludo y un habrazo.
Imanol
La verdad Josu, el tema victima es el típico latiguillo en el que se refugian todos los Constitucionalistas.
Con esto del Juicio contra el Lehendakari and Cía, me hace gracia por ejemplo el PSOE. Han apoyado ellos esa Ley de Partidos que circunstancias de la vida se les ha ido en contra de sus propias personas y todavía tienen el valor de estar hablando de victimismo del PNV. Tenías que haber visto la cara de cagao con perdón de la palabra, que tenía nuestro Patxi López en el banquillo, es que no podía disimularlo, la verdad es que no he podido evitar esbozar una sonrisa, mientras observaba sus gestos. Así tengo que reconocer, el gesto de dignidad que llevo nuestro Lehendakari estando en el banquillo. Solo lamento que algún bocazas de la judicatura, se le escapara en pasillos que al lehendakari lo sentaba en el banquillo como fuera. Y ya cuando dijeron, que había sobreseimiento del juicio la cara de alivio que se le vió a D. Patxi fue todo un poema. Si en el fondo, son unos miedicas, han metido ellos la pata y lo fácil es echar culpas al de al lado. Para disimular que en fondo son unos cobardes y unos impresentables.
Akertxo, no estoy por sistema en contra de lo común, sólo trataba de discrepar con Josu cuando da por hecho que siempre «la comunidad, el proyecto colectivo y el sentimiento de solidaridad interna, son tres categorías políticas cargadas de connotaciones positivas». Y dicho lo cual, yo lo siento, pero considero que el nacionalismo vasco es un claro ejemplo de proyecto político innecesario, nefasto, anacrónico y trasnochado. No voy a entrar en la discusión de las mejoras que haya conseguido para los ciudadanos que dice representar, pero lo que si ha conseguido, sin duda alguna, es romper con la admiración y las simpatías absolutamente extendidas y generalizadas de las que gozaban los vascos no hace demasiado tiempo.
En mi criterio, entiendo que con la solidaridad ocurre lo mismo que con la libertad: le van muy mal los apellidos. Con el concepto de «solidaridad interna» pasa que a algunas personas se nos provoca cierta urticaria al pensar en los criterios necesarios con los que situar la línea de separación entre lo interno y lo externo e inevitablemente de forma automática pensamos en lo que pensarán los que se quedan fuera del paraguas solidario: ¿quizá ellos lo vean más como un asunto de egoísmo mafioso, corporativo y gremial?
No es que me parezca el nacionalismo francés -como ideología es igual de funesto- mejor que el español, pero creo sinceramente que a los habitantes de la península Ibérica nos habría ido mucho mejor con el triunfo napoleónico. Desde luego hay que tener una gran dosis de imaginación (hay quien opina que más bien delirio) para modelar la historia y llegar a parir lo de las siete provincias vascas. El caso es que parece ser que en general a los vascos gabachos no les preocupa demasiado la construcción de Euskadi. Me imagino que será porque con lo que lo que tienen les es más que suficiente para satisfacer sus necesidades de lenguas propias, banderas, himnos y patrias. Y esto me hace suponer que el comportamiento de los vascos españoles en general no habría sido muy diferente si la historia hubiese discurrido por otros derroteros.
A ver Imanol, no me siento ofendido, nada de eso, como mucho, como mucho yo lo dejaría en incomprendido. Y la verdad es que no me extraña absolutamente nada, hace ya tiempo que me percaté de que los sentimientos nacionalistas, como los sentimientos religiosos, ensimismados en su éxtasis, se sienten incomodísimos en casas ajenas; claro que partiendo de la base de que la suya es la más maravillosa del mundo mundial, pues no puede ser de otra manera.
Entre otras cosas, me acusas de intentar confundir con juegos de palabras. Verás, no tengo ningún inconveniente en reconocer la aplastante superioridad intelectual y cultural de Josu respecto a mi humilde persona. Jamás se me ocurriría semejante tarea inalcanzable, y a pesar de que tu mentalidad fuertemente contaminada del más rancio nacionalismo sabiniano –es un gran misterio para mí como gestiona Josu en su cabeza las ideas del gran pensador Sabino Arana- no lo pueda ver, te diré que siempre me interesa mucho su opinión, y que aunque en numerosas ocasiones no la comparta, tengo que admitir francamente que en muchas otras veces su amplitud de miras hasta casi le hace no parecer nacionalista.
No tengo ningún empacho en reconocer que soy poseedor de bastantes contradicciones y que mi grado de autoconocimiento –no por falta de empeño- deja mucho que desear. No así de no saber de donde vengo, que aunque por otro lado, eso me da exactamente igual, lo tengo clarísimo, tan claro como a donde no me gustaría ir. Y ya quizá un poco más dudoso en cuanto hacia donde ir, pero, eso si, con la tranquilidad de que «donde haya lumbre y vino tengo mi hogar», que no es poco.
También, seguramente fruto del «cacao de la órdiga» que me invade, creo que nos vendría muy bien a todos -nacionalistas, no nacionalistas y mediopensionistas de todo tipo, clase y condición- aparcar solemnidades de dudoso final y tomarnos un poco menos en serio determinadas cuestiones, empezando por nosotros mismos, pues al fin y al cabo me temo que no somos tan importantes como nos creemos o nos hacen creer. Y no debe estar demasiado equivocado Serrat cuando afirma eso de que «en esta vida todo es relativo, aproximado y provisional».
Presumes de lo claro que tenéis las cosas los nacionalistas –ahí, sin fisuras-, y dicho así de esa manera tan prepotente, como que da un poco de risa tonta, aunque ciertamente queda en el aire un poco de preocupación… y es que sobretodo es conveniente no olvidar nunca jamás que, en ese caldo de cultivo nacionalista clarividente, resulta que todavía se generan individuos pletóricos de amor patrio dispuestos desgraciadamente a lo que sea, y que no dudan hasta de matar indiscriminadamente si la cosa se tercia y por ello así lo consideran oportuno y necesario.
Saludos cordiales
Nota.- No sé si perdonarte ese “habrazo”.
Dani, me di cuenta de la falta ortografica que cometi despues de mandar el comentario, perdoname, pero seguro que debe de haber alguna mas a parte de esa. Cuando dije que los nacionalistas lo tenemos claro, lo decia por que sabemos cual es nuestra patria. Ahora eso si, las estrategias a seguir son diferentes entre unos y otros. Por ultimo, dices » aparcar solemnidades de dudoso final y tomarnos un poco menos en serio determinadas cuestiones» , totalmente de acuerdo pero cuando le demos la vuelta a la tortilla, es decir, cuando tengamos un estado vasco y aquellos que se sienten espanoles en ese estado Vasco exijan su nacionalidad espanola estare de acuerdo en aplicar tu receta. Me imagino que tu tambien nos apoyarias , verdad? Claro, como legalmente todos al fin y al cabo somos Espanoles pa que darse tortas no??? Muy bonito Dani, mientras la suprema identidad espanola persista pa que hablar de solemnidades. Venga, os dejo que tengo la cena a punto. Ahora si, un «abrazo» para ti, Dani, y espero quedar perdonado.
Querido Daniel, permíteme tres observaciones:
1.- Yo no he dicho que las tres categorías políticas que cito en el post sean siempre y necesariamente positivas. Si vuelves a releerlo comprobarás que lo que yo sostengo es que están cargadas de “connotaciones positivas”, no que lo sean en cualquier caso, circunstancia y lugar.
2.- Te equivocas cuando dices que las connotaciones positivas que acompaçan al conceptu de común sean expresión de una visión nacionalista. Toda la ciencia política ronda en torno a los conceptos de comunidad política y convivencia. El individuo aislado y sin articulación comunitaria apenas tiene lugar en el campo de estudio de los politólogos.
3.- No creo que seas del PP. Si te he asociado alguna vez con la formación popular, habrá sido porque tus ideas me habrán parecido cercanas a las de ellos. Nada más. Creo que eres uno de los pocos no-nacionalistas con los que he tratado. Y en el PP destacan por su ultranacionalismo espaçolista. Sólo lamento que tu no-nacionalismo esté adquiriendo tintes de antinacionalismo militante. Lo anti, no me parece constructivo. Todo el mundo tiene alguna razón.
Que gracia me hace cada vez que un político del stablishment acuse a otro de victimista.
A mí también, república bananera. Por eso escribí este post hace ya más de medio año. Te escribe alguien que nunca será victima en el imaginario nacional hispano, pero siempre será tenido, en ese mismo imaginario, como un nacionalista que practica el victimismo.
Un saludo
Resumiendo: que los pobrecitos vascos (y vascas) sois comparables a los polacos invadidos y masacrados por Hitler, nada menos. En fin; la LOCURA nacionalista de siempre.
Y no se confunda, señor Erkoreka; si a usted, mañana, un nacionalista de ETA le pega un tiro o le pone una bomba debajo del coche, usted será considerado como una VICTIMA en toda España, por muy del PNV que sea.
Manolo, ¿se deriva eso de lo que yo he escrito en este post o, sencillamente, es una clausula de estilo que repites sistemáticamente con todos los nacionalistas vascos? Si es lo primero, míratelo. Porque eres el único -hasta la fecha- que lo ha interpretado así. Si es lo segundo, vale. Te comprendo. Es una exigencia del guión.
¡¡Hombre, manolo, preferiría no tener que ponerme en la hipótesis!! ¿No le parece?
En todo caso, la cuestión iba por ahí… no sé si se ha dado cuenta.
Dani puede que te escapes del «todo» comunitario que surge a partir de algo tan gnostico como lo sentido. Para nosotros si somos de Euskalherria y abertzales, no nos falta forma ni sentido para relacionarnos.Sentido como patria y comunidad. La forma o cosa a la que tu puedes referirte podria partir de tu propia subjetividad y prejuicios contra lo que no es propiamente sentido por ti. Me recuerda a las definiciones que se hacen en castellano cuando os referis a una persona, la Maripili, el carlos, el sebas……. No es raro? Se presupone algo con el articulo, que determina? Pues nuestras determinaciones vienen definidas de otra manera, pero tambien nos definimos como cultura y comunidad. Ya te vale.
«donde haya lumbre y vino tengo mi hogar”, que no es poco.»
Aqui le tenemos al llanero solitario de Dani, quemando pesares y destino que no le preocupan si del antes o del despues, pero lo tiene controlado. Porque no admite las definiciones simbolicas de grupo, comunitarias?
Son ustedes los que defienden construir estados en base a esencias, razas, lenguas…. no yo.
Si para ustedes ser nacionalista español es no abrazar el nacionalismo identitario, pues bien, sigan llamándome nacionalista español sí así se sienten felices.
Saludos, república, año y medio después de que cruzáramos los primeros comentarios. Si en mis escritos, que suman ya unos cuantos en este blog, encuentras un solo argumento en favor de la construcción de un Estado en base a esencias, te pago un vino de jerez. No te invito a un txakolí para que no me acuses de esencialista. Por lo demás, no creo necesario aportar demasiadas pruebas para dar por demostrado que en la defensa de la unidad de España hay muchísimo esencialismo irredento. No digo que sea tu caso, pues no te conozco. Digo, sencillamente, que lo hay.