Durante los primeros días de 2009, todos los medios de comunicación han dedicado algún espacio a recordar el 50º aniversario del triunfo de la Revolución cubana. Las imágenes de aquel mes de enero de 1959, han quedado grabadas en la retina de mucha gente, como el inicio tumultuoso y festivo de una nueva etapa en la historia de Cuba, que no todos se atreven a evaluar. La derrota militar del Ejército de Batista por parte de las fuerzas rebeldes, acaudilladas por Fidel Castro, precipitó la huida del dictador e hizo posible que el pueblo de Cuba estallase en una explosión de alegría que los comandantes de la Revolución aprovecharon para recorrer la isla de oriente a occidente entre los aplausos y los vítores de la gente llana.
Sería pretencioso valorar en un simple post los pros y contras que el interminable gobierno de Fidel Castro ha acarreado -y todavía comporta- para Cuba y los cubanos. El objeto de mi comentario de hoy es mucho más humilde. Sólo me propongo suscitar en los -posibles- lectores de esta nota, una leve reflexión política en torno a las enseñanzas que los vascos de hoy podemos extraer de la experiencia revolucionaria cubana.
Me serviré, a tal efecto, del apoyo gráfico que me proporciona la fotografía en blanco y negro que he incorporado al post. Se trata de una de las imágenes más conocidas de la escenografía festiva que reinó en la Cuba inmediatamente posterior al derrocamiento de Batista. Castro y sus más cercanos colaboradores se pasean por las calles de La Habana a bordo de un vehículo descapotable, recibiendo la ovación, el calor y el apoyo de los ciudadanos de la capital. En ella se ve a Fidel, comandante supremo del Ejército revolucionario, que ocupa, lógicamente, la posición central. A su derecha, tocado con un sombrero de ala ancha, se ve a Camilo Cienfuegos. Y a su izquierda, cubierto con una visera, figura Huber Matos.
Pues bien, la armonía que refleja esta fotografía -una armonía forjada en torno a la lucha contra la dictadura de Batista y por la recuperación de la dignidad democrática- se quebró muy pronto. A lo largo de 1959 los comunistas van asumiendo el control del proceso revolucionario e impulsan un riguroso plan de purgas que va condenando al ostracismo a todos aquellos que habían luchado contra la dictadura pero no comulgaban con el credo marxista.
En cuestión de meses, Fidel arremete contra Huber Matos, que ni era comunista ni estaba dispuesto a permitir que el triunfo de los rebeldes fuese capitalizado por los de esa facción. Lo manda detener, acusándolo de traición y lanza sobre sus espaldas el peso de unos tribunales revolucionarios que le juzgan, sin garantía alguna, condenándolo a 20 años de prisión. Huber Matos cuenta con detalle este proceso en su excelente libro de memorias, titulado Cómo llegó la noche. Una lectura muy recomendable.
Días antes de que diese comienzo su persecución, tuvo lugar una reunión de la cúpula del mando revolucionario, de la que Matos da cuenta detallada en su libro. Se trataba de un encuentro entre Fidel, Raúl, el Che y el propio Matos. En ella, Raúl adoptó una actitud grave y dijo:
– Para que la Revolución triunfe hace falta una noche de cuchillos largos que corte muchas cabezas de nuestros enemigos.
Matos le respondió
– Imagino que no estarás hablando en serio porque eso no entra en los planes de la Revolución
Pero Raúl insistió:
– Pues sí. Sin una noche de San Bartolomé las dificultades que vamos a encontrar de aquí en adelante van a ser muchas.
En poco tiempo, Matos sintió sobre su propio pellejo el propósito excluyente de los Castro. Raúl no bromeaba cuando apelaba a la necesidad de adoptar medidas expeditivas. Pronto -el mismo año 1959- Matos sería encarcelado, maltratado y condenado. No abandonó la prisión hasta el año 1979. Hoy vive en Miami. Tiene 90 años, pero no deja de denunciar el fraude de los Castro y de su régimen.
A Camilo Cienfuegos no le fue mejor. Camilo era un hombre afable y sencillo que gozaba de gran simpatía y popularidad. Pero apenas tuvo ocasión de vislumbrar los resultados del triunfo revolucionario por el que tan ardientemente luchó. El 29 de octubre de 1959, el gobierno de Cuba dio a conocer la noticia de que había desaparecido cuando viajaba en su avión desde Camagüey a La Habana. ¿Alguien recuerda los providenciales accidentes de Sanjurjo y Mola que dejaron a Franco vía libre para el caudillaje que ambicionaba? Pues eso.
Los hermanos Castro organizaron una dramática puesta en escena para la búsqueda de Camilo. Se difundieron imágenes de Fidel en las que aparecía angustiado, con el rostro desencajado por la pérdida de un camarada insustituible. Pero lo cierto es que Cienfuegos no apareció. Y Huber dejó escrito: “De esta manera se cumple un anhelo oculto de Raúl. Para él, ahora, existen dos obstáculos menos para sus ambiciones: Camilo inencontrable, él lo sabe; Huber Matos preso y camino al paredón”.
Este fue el rápido desenlace que conoció la alegre camaradería que reinaba fotografía. Antes de que concluyese 1959, Camilo desapareció y Huber fue arrojado a una oscura mazmorra. Sólo quedó Fidel.
En la Euskadi actual se están produciendo movimientos políticos que evocan la imagen de la fotografía que adjunto al post y los graves acontecimientos que le sucedieron.
El puesto central, el de Fidel, viene siendo reivindicado por el movimiento de los BOLTXEs. No hace mucho, Otegi reclamaba en una entrevista publicada en Gara, el liderazgo del polo soberanista y de izquierdas que aspira a impulsar. El apoyo armado lo pone ETA, por supuesto, desde una ficticia Sierra Maestra que no existe más que en la patológica mente de sus militantes.
La pregunta es: ¿Quiénes son sus ingenuos compañeros de viaje? ¿Quiénes son los candorosos personajes que suspiran por fotografiarse con él en el jeep que cruzará La Habana vasca recibiendo el aplauso de esa gran masa independentista y de izquierdas que anhela un sitio en Europa para un Estado vasco socialista?
Una pista: Léanse el artículo que Unai Ziarreta publicó el día 3 de enero en el diario Gara.
A la cárcel nos mandarán a todos. Si antes no hemos escapado como balseros, claro. Unai Ziarreta será el desaparecido. Porque de esta no pasa. EA desaparece.
Camarada Erkoreka.
El libro de Huber Matos «Como llegó la noche» de Tusquets Editores es muy bueno.Se lee de un tirón.Si lo haces,como lo has hecho tu y lo hice yo,entiendes a la primera en que consistió aquella revolución en 196O y la represión en la que se apoyó.Lo que es incomprensible es que lo que la gente no quiere para Euzkadi la quiera para Cuba.Pura pose irresponsable.Yo,a todos estos apolegetas de la revolución,les embarcaba en el Granma y les llevaba a vivir a una Zafra.
Haces una interpreación exagerada. La izquierda abertzale es más abertzale que izquierda. Por eso, la lección de Cuba no me parece muy útil para Euskal Herria. Aquí, la revolución socialista es imposible. Además, en EA tenemos las ideas claras. No seremos ni Cienfuegos, ni Matos. Si Raúl, acaso…
A los nacionalistas no les vendría mal un poco de jarabe castrista. Aprenderían lo que es bueno
Kaixo,
La izquierda abertzale es más abertzale que de izquierdas ahora y porque toca, pero que habría (o incluso habrá) que verlo en otro momento.
JELen agur
Los Castros de EA no son de preocupar. De esos hay y habra. Para los nacionalistas, los que no preocupan son los Matos y los Cienfuegos, que no se sabe donde y quien acabara con ellos.
Del jarabe castrista ya estamos saboreando con el procesamiento del lehendakari por parte de la derechona rancia de este pais. Tal para cual.
Efectivamente, la fase revolucionaria de la izquierda abertzale se muestra ahora mas abertzale como anti-batista. Lo pero vendria despues con la limpieza de los que no son comunistas como paso en Cuba.