El artífice principal de este inédito Oasis de Paz y Armonía que los vascos vivimos desde hace año y medio, acaba de felicitarse por el hecho de que, este año, los actos de kale borroka hayan sido «menos que nunca». Y la ruidosa trompetería mediática que habitualmente se dedica a ensalzar sus mensajes, se ha apresurado a aplaudir el hecho, registrando el dato como un activo más de los muchísimos que ya nutren el haber de su mandato como premier vasco.

Imagen de uno de los dos camiones calcinados en Andoain a mediados del mes de agosto de este año que, según López, es el menor incidencia de "kale borroka" ha registrado en la historia
Pero el dato es rigurosamente falso. No es cierto que en este año -que, por cierto, todavía no ha concluido, lo que convierte en patético el empeño de nuestros gobernantes en hacer balances y comparar estadísticas- se hayan producido menos actos de kale borroka en en ningún otro a lo largo de la historia. Cualquier que conozca mínimamente el pasado más próximo de Euskadi sabe que el de la kale borroka es un fenómeno relativamente reciente, que no existió, como tal, ni en los sesenta, ni en los setenta, ni en los ochenta del siglo XX, aunque durante todo ese tiempo existiese ETA y operasen, también, en territorio vasco, grupos más o menos organizados y coordinados, que se dedicaban a alterar el orden público mediante actos violentos y sabotajes de diferente tipo. No es correcto sostener, pues, que este año, la kale borroka haya registrado los menores índices de la historia. En 1.985, por elegir una fecha al azar, hubo, a buen seguro, menos kale borroka que este año.