Hoy se han debatido en el Congreso sendas iniciativas de CiU y ERC, en las que se planteaba la reforma de la Ley reguladora del Tribunal Constitucional, con objeto de impedir que los magistrados que han agotado su mandato continúen ocupando el puesto durante más de seis meses. Ambas proposiciones, de contenido muy similar, vienen a dar respuesta a la deplorable situación en la que se encuentra este Tribunal; una situación que mina su credibilidad y pone seriamente en cuestión la imparcialidad de sus resoluciones.
Repasemos los datos esenciales. El Tribunal Constitucional se compone de doce miembros a los que nombra el rey: cuatro a propuesta del Congreso, cuatro del Senado, dos del Gobierno y otros dos del Consejo General del Poder Judicial. Según establece la Constitución -artículo 159-3º-, son designados «por un período de nueve años y se renuevan por terceras partes cada tres». Y el presidente o presidenta, es elegido de entre sus miembros por un período de tres años.
Hasta aquí, lo legal. Lo real es que, como los magistrados propuestos por las cámaras han de serlo por una mayoría cualificada de tres quintos de sus miembros -lo que exige inexorablemente el concurso del PSOE y del PP-, estos dos partidos acostumbran a repartirse los cargos del tribunal con arreglo a un criterior cuotas: tres para mí, que soy el mayoritario y uno para tí que eres la segunda fuerza. De manera que sus diputados y senadores votan conjuntamente al que la dirección de la formación correspondiente ha elegido como más afín a su ideología o más dispuesto a seguir sus instrucciones. Así de simple y descarnado. El resultado de todo ello es un Tribunal en el que cada magistrado funciona al dictado del partido político que lo propuso para el cargo. Es decir, en los asuntos que enfrentan al PSOE y al PP, los magistrados se dividen, de manera que cada uno de ellos vuelca todo su esfuerzo y profesionalidad en servicio de los intereses del partido que hizo posible su nombramiento. Y en los asuntos que unen a ambos partidos frente a un tercero discrepante, el Tribunal cierra filas unánimemente en torno a la posición compartida por los dos grandes partidos del Estado.
Basta con echar un vistazo a las actuaciones del Tribunal de los últimos años, para comprobar la veracidad de lo que digo. El principal conflicto que enfrenta en sus magistrados en el momento presente, está relacionado con los recursos interpuestos contra el Estatut de Catalunya. El PSOE y el PP han dado orden a sus respectivos magistrados de trasladar al Tribunal las posiciones políticas que cada uno de ellos ha mantenido en el debate político sobre el asunto y sus consecuencias son perceptibles hasta por los más legos. Los magistrados progresistas se esmeran en dar revestimiento jurídico a las tesis políticas del PSOE y los conservadores centran su empeño en defender en el seno del Tribunal los puntos de vista públicamente expresados por el PP. La correspondiencia entre los planteamientos políticos de los partidos proponentes y los que sustentan en las deliberaciones internas los magistrados propuestos por ellos, es prácticamente milimétrica. Ninguno de ellos se aparta de la rígida ortodoxia marcada por el que le nombró. Por eso está resultando imposible alcanzar un consenso en torno a la sentencia. Si el PSOE y el PP no se ponen de acuerdo, tampoco sus respectivos magistrados lo harán. Por el contrario, en los asuntos vascos de relevancia política que han llegado a manos del Tribunal -me refiero a esos en los que los populares y los socialistas se dejan arrastrar por el eco de las voces ancestrales que invocan el santo nombre de España y su ineludible unidad- los magistrados han actuado por unanimidad; sin tolerar fisuras ni desviaciones. Así fue cuando se le pidió, por vía de Amparo, que reconociese al Parlamento vasco el derecho a que su Propuesta de Nuevo Estatuto fuese tramitada por el Congreso, sin subordinarlo al efecto obstatitvo de la toma en consideración y, por supuesto, tampoco falló el alto tribunal a las expectativas que quienes nombraron a sus magistrados depositaron en ellos ante el recurso contra la Ley de Consulta. La respuesta fue rápida, contundente e inequívoca. El Tribunal cumplió estrictamente con la misión que le había sido encomendada por el PSOE y el PP.
En la actualidad, el Tribunal está compuesto por once miembros, porque uno de ellos -García Calvo- falleció hace casi dos años sin que el Congreso de los Diputados, que fue el que lo propuso, haya sido capaz de proponer a su sustituto. El puesto que dejó libre continúa vacante, porque los socialistas y los populares no son capaces de consensuar un candidato que cubra su puesto. Y no son capaces de consensuarlo, porque no les interesa. El PP reivindica su cuota -García Calvo era de su cuerda-, pero el PSOE prefiere que el Tribunal afronte la sentencia sobre el Estatut de Catalunya, con los efectivos populares devaluados por la ausencia de uno de ellos.
Pero las anomalías no concluyen ahí. Los cuatro magistrados que fueron propuestos por el Senado en 1998, hace ya dos años y tres meses que vieron expirado el plazo para el que fueron nombrados. Repito: dos años y tres meses. Y la presidenta, que fue designada para tres años, pronto duplicará el período para el que lo fue. En junio cumplirá seis años al frente de la institución. Los motivos por los que no se activan los mecanismos de sustitución de los magistrados que han expirado su mandato, nos remiten de nuevo al turbio entorno de los intereses espurios de los dos grandes partidos políticos del Estado. Ambos quieren mejorar su cuota. Pero a falta de acuerdo, prefieren gestionar el conflicto del Estatut de Catalunya a través de los efectivos que controlan.
En algunos países, como Italia, el cumplimiento del plazo legalmente establecido para el mandato, comporta automáticamente el cese en el cargo. Pero aquí, aunque la Constitución nada establece sobre la prórroga del mandato una vez expirado éste, a nadie interesa establecer una regla equivalente a la italiana. Ni a los magistrados, porque de esta manera siguen disfrutando, más allá de los límites temporales establecidos, de un status que no es nada desdeñable, ni a los partidos políticos que se benefician de la situación, porque así continúan reteniendo en sus manos la capacidad para configurar el tribunal a su gusto y de influir impune y caprichosamente sobre él.
Expuestos los antecedentes, no resulta difícil intuir la suerte que han corrido las iniciativas debatidas hoy. Todos los grupos las han apoyado, exceto -¡ay!- los que se benefician de la situación actual, que resisten a perder la posibilidad de seguir mangoneando impunemente sobre el Tribunal.
Su actitud resulta dudosamente constitucional y redunda claramente en desdoro del Tribunal. Pero ya se sabe que el cumplimiento de la Constitución no es un imperativo para los partidos que se hacen llamar constitucionalistas, sino una consigna recurrente y eficaz para espetársela a los nacionalistas periféricos. Y el desdoro de una institución central en la arquitectura constitucional del Estado no pasa de constituir una minucia irrelevante frente al interés partidista correspondiente.
Cuando recoges en un documento lo que pasa en el Constitucional dan ganas de echarse a temblar. Una vez más, lección magistral sobre el funcionamiento de nuestras instituciones, Eskerrik asko Josu
Viva la Independencia del poder judicial!! Que parodia de democracia, estado de derecho e igualdadante la ley vivimos.
Seguro que alguno por ahí te desdice basando sus argumentos en la Wikipedia, Wikimedia o wikiloquesea,…
Tienes razón Josu, lo del TC, no sólo es lamentable, sino que es el máximo exponente de hasta donde puede llegar la encarnizada lucha política entre el PP y el PSOE (lucha que se da en todo el Estado, menos en Euskadi, claro).
Quizá habría que ir pensando en modificar la manera en que se eligen los magistrados del TC, y proponer otro tipo de elección: En EEUU por ejemplo algunos jueces son elegidos por el propio pueblo, ¿podría ello aplicarse en España?.
Más sugerencias: Que los magistrados del TC, sean elegidos en votación por los propios jueces y magistrados (pongamos que los jueces y magistrados hacen elecciones para elegir a 4 magistrados del TC), por el pueblo (mediante votación se elegirían otros 4), un magistrado por el Congreso, otro por el Senado, y otros dos por los colegios de abogados, notarios, etc.
Sé que eres un buen profesional del Derecho y que quizá alguna de estas propuestas te hagan sonreír de lo lindo, pero lo que tengo claro es que el sistema de hoy en día es un auténtico desastre, quizá sirvió en los primeros años de la Transición -cuando los partidos primaban el consenso sobre el partidismo-, pero hoy en día con la aversión recíproca entre el PSOE y el PP este modelo de elección de magistrados, no tienen ningún sentido.
Por todo ello, creo que urge cambiar el sistema de elección de los magistrados del TC. Perderían con dicho cambio el PP y el PSOE, ganaríamos los ciudadanos, la democracia y los que creemos que hay que tener un mínimo de confianza en las instituciones.
Hola Josu, el artículo me ha parecido muy interesante y me ha ayudado mucho a comprender la situación, que realmente es bochornosa.
Es tremendo que se vulnere de manera tan manifiesta la separación de poderes; ojalá que más pronto que tarde contemos con una sociedad mucho más educada que no permita que siga existiendo este sistema tan poco democrático. Es terrible, hasta que deje de ser políticamente rentable para los dos grandes partidos, me temo que la película no va a cambiar.
Un saludo y gracias por compartir la reflexión.
Bueno, al menos una vez nombrados no pueden ser cesados… muy fanaticos los tienen que elegir (o muy atados los deben tener) como para que una vez elegidos no se desaten la correa…
Suscribo gran parte de de tu escrito. Ciertamente el Tribunal Constitucional no goza de excesivo prestigio. Claro que los partidos políticos (con sus excesos y sus complejos) heredados de la transición al Franquismo (en esto el PNV no es ninguna excepción) no se quedan atrás.
La cosa deja mucho que desear, pero es lo que tenemos. A veces, tiene uno que sufrir una pérdida para valorar (algo se pudo intuir cuando el Tejeretazo) en su justa medida lo que tenía.
En el reparto de la tarta franquista los nacionalismos periféricos no salieron mal parados precisamente. El miedo al monstruo marxista (luego resultó más bien de pacotilla) perjudicó a partidos de ámbito estatal (especialmente el PC que fue prácticamente el único currante durante el largo mandato del «Generalísimo».
El artificial puzzle esquizofrénico autonómico, unido al trilerismo en el que se mueven derechas, izquierdas (convenientemente deslavazadas ellas) y nacionalismos (decimonónicos retroalimentados hasta el paroxismo) resulta verdaderamente agotador.
Tal vez lo mejor que se podía hacer con el TC es eliminarlo de una vez (nos ahorramos una pasta), aún a riesgo de que algún que otro nacionalista (felizmente no creo que sea tu caso) sufra un infarto de orgásmica satisfacción.
Saludos cordiales
Todo eso esta muy bien pero nos esta cayendo una buena con los ocho detenidos en Álava relacionados con el PNV. Es un díficil toro al que tenemos que lidiar.
Saludos
Señor Erkoreka, lo que Usted dice es correcto, el único problema de todo esto es que una de las propuestas de reformar esta ley parte de un partido como ERC que su fín es destruir España, su fin es acabar no solo con ese tribunal del que dice querer reformar si no de toda la construcción institucional democrática, si les dejáramos hacer lo que quisiera a ERC lo primero que haría seria disolver el Congreso, eliminar la Constitución Española(puesto que ella no permite la secesión) y proclamar una Republica Catalana Neomarxista con ansias imperialistas al querer después la anexión de la Comunidad Autónoma de Valencia, Islas Baleares, etc, etc. Esto es demencial y una barbaridad pero acuérdese Señor Erkoreka de Hitler, que también era nacionalista, que también estaba loco y al final llegó al poder y disolvió la Republica Alemana. La historia nos dice que todo es posible por eso debemos mantenernos firmes en nuestras ideas democráticas y parar en seco todo lo que venga de la extrema derecha fascista y de los partidos separatistas.
A mi no me pagan por hacer política y por eso puedo decir lo que me da la gana, el PSC ha cavado su propia tumba pactando con ERC y el próximo President por desgracia será el de CIU y no será el cordobés. El único pacto posible en Cataluña es con gente normal o media normal y no con exaltados radicales que están al mismo nivel político que Falange española o Batasuna.Osea que los de ERC se dejen de “reformas de ley” y pidan lo que de verdad quieren que no es su reforma sino su extinción.
P.D
Como sé que le gusta Franz Kafka, Señor Erkoreka, le mando otra de sus frases celébres, que como siempre esta de rabiosa actualidad.
-La mayoría representa la lucha popular por la mejoría del mundo.
Franz Kafka.
A ver si nos enteramos de que en Democracia ganan las mayorías y pierden las minorías así funciona la política en España y al que no le guste,que se vaya a:
Cuba, Venezuela, China, Corea del Norte, Marruecos, etc., etc. Que estan con los brazos abiertos y los bolsillos vacíos.
-El poder de la mayoría hace temblar a los dictadores.
Jacques Tatti.
Sondika, el mercenario de Patxi López, constituye la expresión más clara del despecio que en la cultura española media se siente por el diferente. Su invocación a las mayorías para justificar atropellos impresentables como los que el PSOE y el PP están cometiendo con el Tribunal Constitucional, recuerda a los teóricos del nazismo tipo Carl Schmitt. Como los arios eran mayoría en Alemania, pues tenían derecho a hacer lo que querían con los judíos, ¿verdad, Sondika?
Los mercenarios de López entendéis muy bien lo de las mayorías. Por eso os juntásteis con los demócratas de toda la vida del PP para eliminar del juego político a la izquierda abertzale e impedir así la formación de una mayoría nacionalista vasca en Parlamento vasco. Claro que sí. A eso se le llama gestionar democráticamente las mayorías. A la española. O la mayoría la tengo yo, o no la tiene nadie.
El envite de Sondika -nunca un mercenario fue poeta- es sugerente. El que no quiera seguir en España que se vaya. Perfecto. ¿Para cuando un referendum sobre la autodeterminación de Euskal Herria? Anda, Sondi, convéncele a tu jefe López para que organice una consulta para los vascos.
Pues nada ,nos hacemos marxistas / leninistas y una minoría manda sobre la mayoría o mejor dictadura militar y una cúpula militar gobierna sobre la mayoría o hacemos como los aberzotas vamos a las elecciones legalmente y al mismo tiempo nos comportamos ilegalmente apoyando el crimen, la extorsión y el pillaje .Y si ganas las elecciones pero no tienes votos suficientes para gobernar…¡a aguantarse toca!
Y si soy un mercenario diles que me manden el Talón por favor .Por cierto ,lo que es una injusticia es que no podamos hacer un referéndum para autodeterminarnos de algunos ridículos.
No hace falta ser marxista/leninista para gobernar desde una minoría. López gobierna desde una clara minoría, que manipuló las elecciones y la composición del Parlamento vasco, para sentar sus reales en Ajuria Enea. Ni Stalin lo hubiese hecho mejor. Es muy gracioso lo del talón, Sondika, pero todos sabemos en este blog que eres un mayordomo de López. No intentes disimular con gracietas. Se te nota demasiado.
Entiende Pablo que Sondika habla como Rekalde de la «mayoría central», la de las cortes generales, la emanada de la nación española, esa unidad indivisible que hunde sus raices en Roma y Gothia como Sanchez Albornoz narraba a la par que hacía «ciencia».
«Sondika, el mercenario de Patxi López, constituye la expresión más clara del despecio que en la cultura española media se siente por el diferente»
Pablo, compréndelo, lo malo no es que sea diferente. Lo malo es que sea superior. Es muy duro tener al lado un vecino mucho más guapo, más alto, más rico, más inteligente (lo del pene y el cerebro más pequeño es una burda mentira fruto de la peor de las envidias), más democrático, más…
Fijo, que Kryptón es un seudónimo de Hernani.